A finales del año pasado, en el editorial dedicado al Calendario, sugeríamos la posibilidad de dar por terminada la publicación de nuestra revista AFRICANA. Teníamos, en aquel momento, la sensación de haber llegado al final de un ciclo. No es la primera vez que esto ocurre con nuestras publicaciones. Casi nos habíamos resignado a hacerlo.
Hemos decidido continuar. Nos lo exige nuestro compromiso con la misión, con África y con todos aquellos seglares que comparten con nosotros nuestro carisma misionero. La revista forma parte de este compromiso global por “salir a las periferias” abandonadas del mundo. Cuando miramos al pasado de la revista, constatamos que, detrás de su publicación, existe un aval de 70 años de empeño por informar sobre África con amor, verdad y empatía.
El tiempo nos deteriora. Nos hemos hecho mayores. El otoño de la vida, a pesar de su belleza, pesa en nuestras vidas. En realidad, se envejece cuando se pierde el entusiasmo y el interés por las cosas. La misión no ha terminado. Está en donde hay pobres, donde hay hombres y mujeres necesitados de una palabra de esperanza y de unas manos solidarias. En este mundo globalizado han desaparecido los continentes. Vivimos en una “casa común” en la que se han diluido las fronteras. Solo hay fronteras cuando cerramos los corazones. “Poneos en camino”, nos dice Jesús. La mies es mucha, nos repite también el Papa Francisco en su Encíclica Evangelii Gaudium, pidiendo que abramos nuestras puertas a nuestros hermanos del mundo.
Sin duda, la revista necesita cambios adecuados a los tiempos presentes. Hay que adaptarse, hacer retoques. Lo intentaremos. Nuestro deseo de renovación requiere la colaboración de todos los que puedan y quieran hacerlo. Africana está abierta a la colaboración de todos los lectores que quieran aportar su grano de arena y estén convencidos que “
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