África tiene nombre de mujer, por Félix Pérez Ruiz de Valbuena

20/04/2010 | Bitácora africana

Con la publicación de este artículo de Félix Pérez Ruiz de Valbuena iniciamos con la Revista Digital Frontera D una colaboración en la que en esta sección de Bitácora Africna iremos publicando artículos de diferentes autores que hablan sobre África en dicha publicación.

Agradecemos la gente de Frontera D todas las facilidades que nos han dado para compartir con ellos estos artículos y mostrar desde esta web su interesántisimo trabajo que podeis encontrar en www.fronterad.com

Desde que vine a África, antes no había tenido esa necesidad, intento leer todo lo que pueda tener relación sobre este continente. Por supuesto los ‘clásicos’ (Kapuscinsky, etc) y mucha literatura africana. A veces me cuesta leer entre esas líneas escritas por qué tanta gente no africana acaba volviendo cuando la mayor parte de las veces lo
que están narrando es no ya el corazón de las tinieblas, sino del horror mismo.
Quiero pensar que les pasa lo que a mí, que es por la gente que quieren volver. En mi caso no tengo dudas. Por el paisaje, bellezas naturales, etc, es imposible. Burkina Faso es feo, pero feo feo… Bueno tampoco quiero exagerar que como se enteren en el Mº de Cultura,
Turismo y Comunicación (¿qué cómo puede haber un Ministerio con lo que hay? ¿ah?) me expulsan del pais. Pero os puedo decir que he recorrido la mayor parte de los atractivos turísticos que promocionan y en la provincia que penséis más fea de España hay cosas mucho más interesantes. Por eso cuando leo las crónicas de periodistas que han viajado por África (no he encontrado a nadie que haya
escrito sobre Burkina Faso) me da mucha envidia cuando hablan de montañas, lagos, ríos, el mar… y tantas y tantas descripciones que me ponen los dientes largos porque miro a mi alrededor y no veo nada de eso (Hay una novela bastante aceptable, ‘El Caso Sankara’, de Antonio Lozano, muy bien documentada aunque da la sensación de que el autor no conoce Burkina yotra, ‘La Mujer en Burkina’, de Manuel Villar Raso, que no me gustó tanto).

Cuando se ponen a escribir sobre la gente ya es otra cosa. En parte, quizás, porque suelen narrar acontecimientos extremos en los que lo mismo puedes toparte con héroes que con monstruos y, las más de las veces, con miríadas de mártires, víctimas inocentes de la codicia, que de esas sombras también estamos hechos los seres humanos. El caso
es que he tenido la suerte de dar con mis huesos (y con mis grasas, que en mi caso es más apropiado) en un País de los Hombres Íntegros, y el nombre le hace algo de justicia. Quizás no sea el país que pretendía Thomas Sankara cuando le cambió el nombre convencido que podría implantar una revolución de hombres honrados para hombres honrados. Y para mujeres.

Como él decía, cómo un pueblo puede ser libre si más del 50% de la población no lo es. Y se puso a cambiar las cosas y a devolverle a la mujer su dignidad, entre otras cosas, aunque sea simbólica, declaró el 8 de Marzo (Día Internacional de la Mujer Trabajadora), Fiesta Nacional de Burkina Faso (creo que es el único país del mundo). Así que el 8 de marzo festejamos a la mujer trabajadora (también las hay de las
otras) que es quien soporta la mayor parte del peso de este mundo.

Como siempre hubo sketchs teatrales, música, bailes y desfile. Y discursos. Aquí es como el pan nuestro de cada día. Allí, a la Plaza de la Nación de Ouahigouya, mi pueblo, nos fuimos mi hijo y yo a compartir con las mujeres su día, como lo compartimos el resto de los díasdel año, que todos son suyos. Y nuestros.

Porque yo no creo que seamos distintos o, mejor dicho, que no lo debiéramos ser y que todos somos iguales sin distinción, ni siquiera de sexo. Por eso no estoy de acuerdo con las discriminaciones positivas, porque, por principios, no estoy de acuerdo con
ningún tipo de discriminación. A veces, amigas españolas, cuando cuento la losaque llevan sobre sus espaldas las mujeres en Burkina Faso y cargadas, las más de las veces por todo tipo de grilletes ideológicos, me dicen que en España es igual, que la mujer es la que todo lo trabaja, todo lo sufre… pero no saben de qué hablan. Si como decía John Lennon la mujer es el negro del mundo, una mujer
en Burkina Faso es como ser negro del mundo al cubo.

Y son esas mujeres las que me impresionaron tanto nada más llegar aquí. Con su hijo en la espalda o su hijo en el vientre (o las dos cosas, para equilibrar pesos, y algunos más alrededor) haciendo todas las tareas del hogar, ocupándose de los hijos, buscando leña
para cocinar, recogiendo agua, cultivando el campo, tejiendo algodón… todo cae sobre sus espaldas, como verdaderos superhéroes. ¿Los hombres? Algunos trabajan algo, pero no tiene nada que ver y la mayoría descansa a la sombra conversando con otros hombres, bebiendo té, jugando a las cartas o al waré…

Son mujeres distintas, difícilmente clasificables o me cuesta reducir su tipología de manera simple, pero cuando llegas te quedas impresionado con ese tipo de mujer africana grande, enorme en todos los sentidos, con una anatomía descomunal, altas, fuertes (mi tía María del Mar hace años que me conmuta lo de gordo por fuerte), con un carácter tan vivo y abierto y hablando tan alto y tan alegre que, de entrada, recién
llegado, acojona, pero que conforme las vas conociendo no paras de pensar que sería la mujer ideal para sobrevivir a su lado en un holocausto nuclear. Son mujeres de cierta edad que vivieron y creyeron las palabras y los hechos de Sankara y se han hecho con un lugar en un país tan inhóspito como éste.

También hay otro tipo de mujeres, más de ciudad, con ciertos modos más occidentales, por así decirlo, más jóvenes y empapadas de la cultura que les llega por la televisión, seriales televisivos sudamericanos (las pocas palabras de castellano que saben son por eso) y vídeo clips musicales, sobre todo. Deslumbra la mayoría por su belleza y por lo
‘maqueadas’ que van un día y otro. A mis ojos estallaba el exotismo de la raza, unido a esos cuerpos increíbles que saben exhibir con cuatro mimbres. Aquí la escala de valores para una mujer es muy distinta de lo que estamos acostumbrados en el otro mundo, pero los vestidos, peinados y adornos están por delante de la alimentación y la salud. Quizás no son mujeres para sobrevivir a un holocausto nuclear pero son unas maravillosas mujeres para compartir un buen pedazo de la
vida.

Y hay otro tipo de mujeres, las aldeanas, que reúnen un poco de todo. No son gruesas ni esclavas de la belleza (tampoco pueden). Capaces de hacer todo tipo de trabajos y de sacar adelante una familia de 5-10 hijos, con ese encanto especial que encuentras en unos ojos en los que ves el secreto de la vida y de la supervivencia. También de la
alegría de vivir, de las pequeñas cosas. De la capacidad de ser feliz con nada, con las cosas más nimias. Analfabetas, la mayoría, de libros y letras, aunque con ganas de aprender, pero sabias en tantas cosas… Mujeres ideales para sobrevivir a un holocausto nuclear en una isla desierta. Al menos, si pudiera elegir, sería con las que me gustaría irme.

Otra cosa es que aceptaran a un inútil como yo, que ya no valgo ni para reproducir la especie.

Original en el Blog «Negros sobre blanco» de la Revista Digital Frontera D

http://www.fronterad.com/?q=node/958

Autor

  • Pérez Ruiz de Valbuena, Félix

    Félix Pérez Ruiz de Valbuena. ( Calatañazor, Soria, Diciembre 1954 ) Estudió economía . Marxista-leninista de formación política, afirma que no le sirvió para hacer nada demasiado útil en la vida universitaria, salvando quizás el Festival de los Pueblos Ibéricos. Empresario familiar comparte con sus dos hermanos la propiedad de una empresa de formación. reside actualmente en Burkina Faso con la esperanza de comenzar de nuevo con proyectos que le devuelvan la ilusión. Con tres hijos y un nieto, que le hacen felices los más de los días. Y como dice Soltero y sin compromiso. Es colaborador de la Revista Digital Frontera D con su Blog Negros sobre blanco , que iremos reproduciendo en nuestra sección de Bitácora Africana, agradeciendo a Frontera D la autorización para hacerlo y por supuesto a Félix Pérez Ruiz de Valbuena

Más artículos de Pérez Ruiz de Valbuena, Félix