En la cumbre africana sobre Hidrógeno Verde, en la Ciudad del Cabo, el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramahosa, afirmó: “Nuestro querido continente África, cuna de la humanidad, se encuentra en una posición privilegiada para convertirse en un actor clave en el hidrógeno verde gracias a sus abundantes recursos renovables”.
África, ciertamente, goza de abundantes recursos naturales y minerales. Por otro lado, es también un hecho que las potencias extranjeras como China y Estados Unidos (EE. UU.) están muy interesadas en ser parte de la explotación de esos yacimientos africanos. China negocia y prepara firmar un nuevo pacto económico con África que eliminará todos los aranceles sobre los 53 estados africanos con los que mantienen lazos diplomáticos. El comercio entre China y África ha crecido en los últimos años, pero ha estado muy a favor de China, que tuvo un superávit de 62.000 millones de dólares el año pasado.
A pesar de la abundancia de recursos naturales y minerales en África, y del creciente interés de las grandes potencias globales en ser parte de este desarrollo africano, la realidad actual de África sigue delatando que estas explotaciones de abundantes recursos naturales africanos, como las plantas y refinerías de petróleo en Nigeria, Sudan, Uganda, no están mejorando ni el desarrollo económico sostenible que debería, ni la calidad de vida, de convivencia, educación y sanidad de las sociedades en dichos países, ni se están reduciendo los enfrentamientos militares y violentos que causan el desplazamiento de 64 millones de personas.
La razón principal de esta aparente contradicción, es bien conocida: el deterioro en la calidad de la gobernanza en África y en el mundo entero, que está vacía de valores humanos como la responsabilidad de gestión, el bien común y la profesionalidad, y llena de corrupción y ambición egoísta del poder y de los recursos.
Solo basta con mirar la realidad de la vida en países con recursos abundantes como Nigeria, Uganda, República Democrática del Congo (RDC), Sudán, etc. Mientras el 50 % de los beneficios de una refinería de petróleo, como en Uganda, vayan a parar a la familia del presidente, según algunos informes, no podrá beneficiar a la sociedad de todo el país.
Mientras seamos incapaces de regenerar una gobernanza y gestión de recursos más humana, responsable y profesional, la mayor abundancia de recursos solo irá a las cuentas de unos pocos sinvergüenzas, condenando a la mayoría social a una subsistencia inhumana e injusta.
Mientras permitamos dichas dictaduras y abusos de poder y recursos, no echemos las culpas a nadie. Nadie viene de fuera para liberarnos de estas esclavitudes. Todo está en nuestras manos.
CIDAF-UCM
