“África, pecado de Europa”, por Juan José Tamayo

1/02/2024 | Bitácora africana, Crónicas y reportajes

Muchas gracias a mi entrañable amiga e incansable defensora de la causa de la libertad y de la liberación en cuantos países, pueblos y colectivos humanos se transgreden impunemente por invitarme a participar en este coloquio. Deseo expresar mi satisfacción por la presencia en él del teólogo camerunés Cyprien Melibi, ayer alumno y hoy colega, a quien tanto debo en el proceso de sensibilización hacia el continente africano. Le propuse a Victoria su participación en este acto, le invité y prestamente aceptó intervenir. Siento no poder estar presente “en cuerpo mortal”. Pero no quería faltar a esta cita en recuerdo de África a través de un breve texto inspirado en el testimonio de tres personas luchadoras contra el colonialismo de Occidente en África, un continente primero depredado en sus riquezas y personas y luego olvidado: Luis de Sebastián, Cyprien Melibi y Samuel Eto’o.

En 2007 la editorial Trotta publicó el excelente libro de Luis de Sebastián África, pecado de Europa (Trotta, Madrid, 2007) sobre las funestas consecuencias de la presencia de Europa en África, que resume en las siguientes diez plagas: el subdesarrollo, las enfermedades, algunas tan terribles y mortíferas como el sida , la malaria y la tuberculosis, la guerra, el hambre, el maltrato a las mujeres, la falta de democracia, la corrupción de los gobernantes, la explotación, la deuda externa y la marginación.

El libro de Sebastián está prologado por el compatriota de Cyprien Melibi el futbolista Samuel Eto’o, que habla de la “desesperación de los africanos que llegan a las islas Canarias en frágiles barquitas jugándose la vida en la travesía. Huyen de la muerte, sobre todo de las guerras civiles, de las enfermedades, de la falta de trabajo y de la ausencia de esperanza en el futuro, de la sequía en unas partes o de las inundaciones en otras, de las plagas de los insectos, la erosión, la falta de mercados y de créditos para hacer negocios”.

Otra de mis fuentes de inspiración sobre el continente africano es Cyprien Melibi, autor del libro “El grito africano por el derecho a existir”, uno de los primeros libros que publiqué en la colección “Diáspora” de la editorial Tirant y cuyo prólogo a petición del autor escribí. Leyendo el libro de Melibi confirmé lo acertado de la valoración de Miguel Ángel Moratinos siendo ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación del Gobierno español: “África no es un continente pobre, sin empobrecido; no es marginal, sino marginado, y no es viejo, sino joven. Por eso el continente y su ciudadanía deben tener la oportunidad de ser protagonistas de su propio desarrollo”.

El libro no está escrito desde un academicismo abstracto, sino desde el dolor por el sufrimiento de sus hermanos y hermanas y de él mismo, de la indignación por tantas injusticias como Europa ha cometido y sigue cometiendo en ese continente. El mensaje fundamental que quiere transmitir es el de la liberación del pueblo africano. Con la fuerza, el coraje y el estilo de los profetas de ayer y de hoy Melibi denuncia y anuncia, protesta y hace propuestas, levanta la voz contra la depredación de África y ofrece alternativas. Y, más importante todavía, acompaña su discurso con una praxis solidaria y compasiva.

Denuncia la explotación de África por Europa en particular y Occidente en general. Denuncia un cristianismo edulcorado que, en vez de ayudar al pueblo africano a liberarse, contribuye a tenerlo bajo control de sus excolonizadores. Por eso el autor aboga por una Iglesia africana independiente y libre, cuya única referencia debe ser el Evangelio de Jesús el galileo, no el evangelio culturalmente occidental.

Anuncia una utopía que, negando cualquier tipo de pesimismo o fatalismo histórico, defiende la esperanza de un continente con enormes potencialidades humanas, materiales y económicas. Anuncia también el advenimiento de una África pensante que pide la palabra y quiere hacerse escuchar y tiene derecho a opinar sobre el resto del mundo, sobre todo cuando es víctima de políticas coloniales extorsionadoras impuestas desde fuera por el BM y el FMI sin consulta previa. Es esta África la que no se rinde, la que encontrará soluciones a sus problemas. Pienso que es verdad, como señala el autor, que desde fuera no se puede solucionar los problemas de la plural comunidad africana.

Lo más relevante de este libro, a mi juicio, es que Cyprien Melibi nos introduce, con rigor y conocimiento de causa, en el inmenso, diverso y rico mundo de la antropología africana de la que, hay que reconocerlo, tenemos una ignorancia enciclopédica. Las referencias del autor a los proverbios de las distintas culturas africanas resultan ejemplarizantes para propios y extraños, y su recorrido por la filosofía africana nos da a conocer la sabiduría ancestral de los pueblos negros africanos, recogida en el pensamiento y la práctica ubuntu

No quiero terminar sin una referencia al teólogo y sociólogo de la liberación camerunés Jean Marc Ela, sobre el que Melibi está trabajando su tesis doctoral. Cinco años después de la muerte de Ela, creo que Cyprien es el mejor y más creativo continuador de su pensamiento. En el preámbulo de El grito del hombre africano escribe el teólogo Ela: “Las Iglesias africanas se ven confrontadas, por todas partes, a una situación común en la que el desarrollo de unas implica el subdesarrollo de otras. En esta coyuntura, ¿cómo podemos arreglárnoslas para que el africano escape de la miseria y de la desigualdad, del silencio y de la opresión? Si el cristianismo quiere ser algo distinto de una gran estafa para negros engañados, las Iglesias de África tendrán que reunirse para examinar esta cuestión”.

Juan José Tamayo

Nota: Este texto pertenece a una conferencia impartida por el autor.

[CIDAF-UCM]

Autor

  • Juan José Tamayo

    Teólogo vinculado a la teología de la liberación. Es profesor emérito de la Universidad Carlos III de Madrid, secretario general de la Asociación de teólogas y teólogos Juan XXXIII y autor de una abundante obra escrita sobre su especialidad, además de colaborador asiduo de numerosos medios de comunicación.

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