El tema de la homosexualidad en África sigue dando que hablar. El mes pasado dos hombres que habían celebrado una boda homosexual en Malaui fueron condenados a 14 años de prisión y trabajos forzados por un juez de su país, quien los envió a la cárcel por “gran inmoralidad y cometer actos anti-naturales”. A los pocos días, Stephen Monjeza y Tiwonge Chimbalanga fueron puestos en libertad (el 30 de mayo) después de que el presidente de Malaui Bingu wa Mutharika decidiera perdonarlos. La decisión fue durante una visita del secretario general de la ONU Ban Ki Moon. De todos modos, uno de los ministros declaró a los medios que los dos hombres, ambos de algo más de 20 años, podrían ser detenidos de nuevo si persistían en cometer actos homosexuales.
Malaui es uno de los 80 países en el mundo en los que la homosexualidad está penada con la cárcel. Es curioso que Malaui, como ocurre con muchos otros países africanos, sobre todo antiguas colonias británicas, tiene leyes contra la homosexualidad que datan de tiempos coloniales y que castigan “actos anti-naturales y sodomía”. Otro de los dirigentes africanos que sataniza a los gay, el presidente de Zimbabue Robert Mugabe, que hace años dijo que los homosexuales son peores que los perros y los cerdos, recientemente rechazó realizar cambios en la constitución del país para eliminar la discriminación de personas por su orientación sexual. Y también hay casos similares en países africanos francófonos, como el es caso de Burundi, donde el año pasado su presidente Pierre Nkurunziza firmó una ley que convierte en delito las relaciones homosexuales consentidas, a pesar de que el Senado había rechazado el proyecto de ley.
El único país africano que reconoce en su Constitución que nadie será discriminado “por su orientación sexual”, es Sudáfrica.
Hasta la fecha, el país donde se ha intentado ir más lejos por lo que se refiere a endurecer penas contra actos homosexuales es Uganda. Desde el año pasado hay una gran polémica en el país desde que un diputado promoviera una reforma de la actual ley, con la que se aumentarían los años de prisión para los homosexuales e incluso se castigaría con pena de muerte las relaciones homosexuales de quien estuviera infectado de VIH. El proyecto de ley pide también que se castigue con la cárcel a los terapeutas que aconsejen a un gay seguir con su orientación, e incluso a cualquier persona que sea consciente de que tiene un vecino gay y no lo denuncie a las autoridades. Ha habido infinidad de presiones contra el gobierno de Uganda por parte de países europeos y norteamericanos, algunos de los cuales han amenazado con cortar sus ayudas si llega a aprobarse la ley. Hace pocos meses el presidente Museveni dijo en público que la ley se había convertido en un asunto de política internacional y que no será aprobada en la forma que se ha propuesto.
En muchos casos se dice que la razón por la que en África se actúa de forma tan dura contra los homosexuales es un factor cultural, y que este tipo de relaciones son extrañas a la tradición africana. Yo, personalmente tengo mis dudas, y ahí está el hecho objetivo de que una de las razones por las que el rey Baganda mató a varios de los jóvenes conversos al cristianismo en 1885 era porque se habían negado a acostare con él, aunque generalmente los ugandeses suelen decir que eso fue así porque el rey lo había aprendido de los árabes. Resulta curioso que cuando los africanos descubren algo en u sociedad que califican como nocivo siempre recurren al mismo argumento: decir que eso ha venido de fuera.
Yo pienso que detrás de esta invocación a la cultura africana hay otros hechos de los que no se suele hablar. Por ejemplo, durante los últimos años las campañas contra los homosexuales han arreciado en África debido al aumento de iglesias fundamentalistas de corte muy conservador, casi todas ellas venidas de Estados Unidos. Estos grupos influyen mucho en grupos protestantes locales. Como muestra podíamos citar al obispo anglicano de Zambia, Joshua Banda ,quien hace poco dijo que las campañas de algunas ONG a favor de los derechos de los gays eran “contrarias a la cultura tradicional del país”. Algunos activistas contra la homofobia han señalado que estos predicadores encuentran en África un terreno mucho más favorable que en sus propios países de origen. Y a los gobiernos de los países donde actúan les viene de perlas. Por ejemplo, durante los últimos meses está saliendo a la luz en Uganda el caso de multitud de altos cargos del gobierno que se enriquecieron durante la cumbre de la Commonwealth celebrada en noviembre de 2007. El caso se alarga sin que se tome ninguna acción, y desde luego ninguno de los activistas por la moralidad que cargan contra la homosexualidad, a la que equiparan con satanismo, dice nada sobre estos casos de corrupción y gracias a esta cultura de la impunidad los politicones que se han enriquecido se irán de rositas y mañana serán otros quienes se llenen los bolsillos. Yo, que he vivido en Uganda 20 años, nunca ha dejado de sorprenderme la facilidad con que la gente hace la vista gorda ante, por ejemplo, los abusos sexuales contra niñas, que destrozan la vida a muchas menores –sobre todo de familias pobres- y que incluso se ven como una prueba de que el abusador es “un verdadero macho”.
Creo, además que se está pasando por alto el hecho de que esta homofobia está causando problemas serios por lo que se refiere a la lucha contra el SIDA. En febrero de este año varias personas sospechosas de ser homosexuales fueron golpeadas con saña en un centro de atención a personas seropositivas en Kenia. Y no es éste el único caso. El resultado es que muchas personas afectadas por VIH en países africanos terminan por evitar acudir a centros donde pueden recibir tratamiento por miedo a lo que les pueda pasar.