Es una pena, pero la explotación del petróleo en los principales países africanos exportadores de esta valiosa materia prima no suele corresponderse con una mejora de la calidad de vida de los ciudadanos del país agraciado. En esto he vuelto a pensar cuanto, hace pocos días, Amnistía Internacional y la ONG Amigos de la Tierra acusaron a la compañía anglo-holandesa Shell de causar daños irreparables al medio ambiente en el sur de Nigeria, donde la petrolera opera desde hace 50 años. Según ambas organizaciones, Shell lleva mucho tiempo enmascarando datos para atribuir todas las fugas de crudo a acciones violentas de sabotage. Amnistía Internacional y Amigos de la Tierra han denunciado estos actos a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el organismo que agrupa a los países más ricos del mundo. Esta denuncia ha sido también objeto de debate en el parlamento holandés.
En esta denuncia se enumeran los perjuicios causados en la zona del Delta del Níger, donde opera la Shell. Se detalla, por ejemplo, que el agua de esta región está tan contaminada que ya no se puede beber, ni se puede pescar, y las tierras agrícolas y para pasto se han quedado inutilizables.
Nigeria es el octavo país exportador de petróleo. Según su ministro de energía, John Odey, durante los últimos cuatro años se han registrado por lo menos 3.000 fugas de crudo. Shell, que durante los años 1990 había admitido su responsabilidad en numerosos casos de polución del medio ambiente, sostiene ahora que estas fugas son debidas a actos de sabotage. La ley de Nigeria establece que en estos casos las compañías petroleras no tienen que pagar ningún tipo de indemnización. Pero el informe de Amnistía Internacional y Amigos de la Tierra acusa a la Shell de presentar datos falsos para mostrar que el 98% de las fugas de petróleo han sido causadas por grupos incontrolados. El director de Amnistía Internacional para asuntos internacionales, Audrey Gaughran, ha puesto, además, en tela de juicio la independencia de las investigaciones que se realizan cuando hay estas fugas de crudo.
La Shell, por su parte, ha refutado estas acusaciones, y ha señalado que desde 1996 en todos los casos de fugas ha habido investigaciones independientes en las que han participado miembros del ministerio de energía y de las comunidades que viven en las zonas de explotación. Pero el director de Amigos de la Tierra en Nigeria, Nnimmo Bassey ha dicho que esta ONG realiza seguimientos regulares cada vez que hay casos de fugas y que sus propios datos contradicen la versión de la Shell.
Otro informe publicado casi al mismo tiempo ha salido de Human Rights Watch. Esta ONG norteamericana afirma que los principales países productores de petróleo en África se libran de las críticas de la comunidad internacional en materia de derechos humanos, a pesar de que en muchos de ellos tiene lugar una corrupción endémica y prácticas represivas. Human Rights Watch cita partiicularmente los casos de Nigeria y Angola, países que rivalizan por el primer puesto en la lista de productores de crudo en el continente. Ambos producen alrededor de dos millones de barriles de crudo al día.
Según Human Rights Watch, en Angola reina una corrupción endémica y durante los últimos años cada vez se respetan menos derechos fundamentales como la libertad de expresión y de información. En Nigeria hay abusos generalizados por parte de la policía y muchos de los ingresos por el petróleo acaban en bolsillos de autoridades locales y nacionales. A pesar de esto, ambos países, dice la ONG, no suelen ser objeto de críticas por parte de países occidentales para proteger sus intereses comerciales. Se cita también el caso de Guinea Ecuatorial, donde según el informe « reinan la corrupción, la pobreza y la represión ». En el caso de este país Washington se ha contentado con tomar algunas medidas pero sin llegar a presionar mucho. Human Rights Watch concluye diciendo que la comunidad internacional no debería renunciar a sus principios democráticos por motivos económicos.