No faltan motivos para pensar que los libros de viajes tuvieron un gran cultivo en el Siglo de Oro en la Península ibérica en general, y en España en particular. En efecto, los siglos XVI y XVII tuvieron una gran relevancia en el mundo occidental en términos de apertura hacia el exterior, de modo que esa apertura de los mares y de los espacios hasta entonces desconocidos convirtió esos siglos en los más productivos de la expansión oceánica europea en general y española en particular. Aventuras, descubrimientos, conquistas y misiones religiosas motivaban entonces los desplazamientos de quienes se lanzaban en la empresa viajera facilitada por esa apertura. Ese fenómeno dio lugar, sin duda, al desarrollo de una producción literaria basada en temas eminentemente geográficos, porque los escritos sobre los viajes así realizados venían a ampliar y a enriquecer el espacio literario y el público lector ya existentes. De hecho, y aunque el tema del viaje no era muy novedoso en la literatura española, los escritos sobre las actividades de navegación y descubrimientos, y la necesidad de registrar rutas, condiciones atmosféricas, accidentes de la costa y el deseo de rastrear todos los elementos que pudieran facilitar la repetición o el proseguimiento de los recorridos efectuados darían lugar a la ampliación de una producción literaria que ya versaba sobre la geografía desde hace siglos. Coincidiendo con el esplendor de las letras ibéricas y las primeras manifestaciones de la literatura colonial americana, el Siglo de Oro estuvo marcado por un gran cultivo de ese género, con especial incremento de la escritura de las relaciones de descubridores o conquistadores, los escritos de los evangelizadores y de los cronistas de las Indias.
Editorial: Construir juntos una sociedad más acogedora
Existe un clamor popular, cada día más extenso, para construir juntos una sociedad cada día más humana y acogedora. Por un lado, están los...