África: La cuna olvidada y marginada de la humanidad, por José Eladio Santacara

27/04/2009 | Bitácora africana

«En los mapas de África los geógrafos llenan sus lagunas con estampas de salvajes, y sobre inhóspitas colinas a falta de ciudades colocan elefantes»: así se expresaba un cronista de la época cuando en el invierno de 1884-5, y durante el Congreso de Berlín, las potencias coloniales Europeas ratificaban y justificaban el reparto de África entre ellas. Nada les importaba, ni se habían preocupado en saberlo, la rica historia de muchos pueblos y reinos habidos en este continente, ni por supuesto su distinta concepción de la vida, su cultura y sus tradiciones sociopolíticas. Debían de capitular ante la civilización Europea, y sobre todo ante su mayor poder: el militar. A principios del siglo XX, Europa se había repartido y conquistado a sangre y fuego toda África excepto Etiopía.

En realidad para entonces África (al menos la parte subsahariana) era una sombra de lo que había sido en el pasado, cuando en la edad media algunas zonas tenían reinos y ciudades con desarrollo similar al existente en Europa. La llegada de los Europeos a América cambió por completo la situación, pues ante la alarmante disminución de la población autóctona Americana fruto de la explotación, malos tratos y enfermedades llevadas por el hombre blanco, se recurrió a la mano de obra de los esclavos traídos desde África. La esclavitud como tal existía en África desde muchos siglos antes, pero la idea Europea de ella era mucho más degradante si cabe: en el concepto Africano el esclavo tenía ciertos derechos cívicos e incluso podía tener propiedades, pero para el Europeo era una simple cosa o mercancía cuyo único fin era trabajar en las minas o en las plantaciones de caña o algodón. Su vida no valía nada, y cuando moría sencillamente se le cambiaba por otro pues no se le consideraba un ser humano. Durante casi 400 años, hasta bien entrado el siglo XIX, la mayoría de Europa fue generando parte de su riqueza sobre los cadáveres de los esclavos Africanos, y todavía hay mucha reticencia a hablar y asumir una de las mayores infamias de la humanidad, si no la mayor: entre 20 y 30 millones de esclavos llegaron a América, y teniendo en cuenta que la mitad o más morían durante la travesía, los que morían mientras esperaban el embarque hacinados en condiciones infrahumanas y los asesinados durante las cacerías-capturas, algunos autores elevan hasta 100 millones el total de los afectados por este horrible crimen. Al parecer en África nació la humanidad, y nuevamente África fue obligada a dar sus más vigorosos y fuertes hombres y mujeres para alimentar las calderas de la incipiente industrialización Europea de la que ella fue excluida.

En efecto, según todos los indicios fue en África donde los homínidos se diferenciaron de los grandes monos dando nacimiento a la humanidad, hace ya unos cuantos millones de años, y desde aquí se extendieron por todo el mundo originando los distintos pueblos y razas existentes (esto se me hace difícil de entender pero así parece que ocurrió). El norte de África, de población blanca, se integró desde hace varios milenios en el área mediterránea, y la paulatina desertización del Sahara ahondó más la separación entre el África blanca y la negra, aunque los contactos entre ambas nunca se cortaron: las caravanas atravesaban el desierto para intercambiar productos y el alma de África seguía latiendo a su modo. En el este la situación era muy peculiar pues el río Nilo blanco, el más largo de África y el segundo mayor del mundo, nacía negro en Burundi, el Nilo azul lo hacía de un color aceitunado especial en Etiopía, y después de unirse ambos en Jartum (Sudán) para formar el Nilo con mayúsculas, continuaba por la que fuera tierra de los faraones negros en Nubia para más al norte regar las fértiles tierras que posibilitaron el nacimiento del imperio faraónico Egipcio, ya en zona de blancos. Al sur del Sahara el África negra imponía sus culturas, sus costumbres y su forma de entender la vida y su relación con los dioses animistas: en absoluto era una zona aislada del resto del mundo, pues entre las ruinas del gran Zimbawe (en Zimbawe siglos XI-XIV) se han encontrado hasta piezas de cerámica China. Grandes reinos como los de Mali, Ghana, Congo o Songhai, las esculturas y máscaras de Benín o los magníficos templos escavados en la roca, de Lalibela en Etiopía dan fe de un rico pasado cultural.

Portugal fue el primer país Europeo en establecer enclaves costeros hacia mediados del siglo XV, pero al principio su único objetivo era comerciar e intercambiar productos con el interior del continente. Sin embargo cuando en el siglo XVI comienza la captura a gran escala de Africanos negros por los Europeos (los árabes hacían lo propio en la costa este pero a mucha menor escala) para ser vendidos como esclavos en las nuevas colonias de América todo cambia. Muchos pueblos huyen hacia el interior para no ser capturados con el consiguiente abandono de grandes zonas agrícolas, las sociedades se colapsan, y la esclavitud se convierte en el «negocio» más lucrativo de África (para los Europeos claro), en el que de buena gana o a la fuerza participan hasta los propios Africanos: África se desangra al perder a sus hijos más fuertes y vigorosos, y la convierten en un gran mercado de carne humana. Hacia la década de los 70 del siglo XIX las grandes potencias Europeas habían llegado a un tenso equilibrio de poder, y como válvula de escape a sus respectivas ambiciones decidieron repartirse África, pasando olímpicamente de los Africanos. A comienzos de la primera guerra mundial en 1.914, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Portugal y España se habían repartido toda África, a excepción de Etiopía. Este país tenía un ejercito moderno y pudo hacer frente a Italia (incluso le infringió una gran derrota), que era la potencia Europea a la que caprichosamente se le había asignado el derecho de conquista; pero las demás zonas aunque se resistieron nada podían hacer ante los nuevos poderes militares. Europa que se repartió África con la excusa de llevar la «civilización», se dedicó a expoliar sus riquezas tanto materiales como humanas, implantó sus formas de gobierno, confiscó las mejores tierras para los nuevos colonos blancos, y orientó las economías de acuerdo con las necesidades de las metrópolis. Según palabras de otro cronista de la época: «En África nos hemos comportado como locos, arrastrados por esa gente irresponsable a los que llaman colonialistas». Tal vez el caso más escandaloso fue el del Congo belga que en un principio era una propiedad particular del rey Leopoldo II de Bélgica, y que en sólo 20 años, de 1890 a 1908, se calcula que entre trabajos forzosos, malos tratos, hambre y asesinatos masivos murieron entre 5 y 10 millones de Congoleños: hasta se les cortaban las manos si a juicio de sus nuevos amos no rendían lo suficiente. La esclavitud ya abolida en teoría, se había vuelto a colar por la puerta trasera, más cruel e inhumana si cabe.. En 1908 el carnicero rey Leopoldo II, ante el escándalo producido cuando se supo de estos comportamientos y la presión internacional de laopinión pública, cedió- vendió (y a un muy buen precio) la colonia a Bélgica, pero ni ésta (que a buen seguro tenía que saber de los desmanes que estaba cometiendo su rey en el Congo y que luego ella siguió haciendo pero eso sí mucho más atenuados), ni el rey Leopoldo ni ningún otro de los poderes coloniales han pedido nunca perdón por todas esas atrocidades cometidas en África.

En la década de los 60 del siglo XX se inició el gran proceso de descolonización de África: en unos pocos años 54 nuevos países independientes nacieron en África. Pero a excepción de la zona mediterránea y Etiopía (y esto también en parte), todos los demás nuevos países eran producto del capricho de las antiguas potencias coloniales. Se calcula que antes de la partición, en África (sobre todo en la Subsahariana) había unas 10.000 distintas entidades, llámense pequeños reinos, agrupaciones tribales etc. El hombre blanco ni siquiera les dio la oportunidad de que se agrupasen según sus conveniencias o afinidades, sino que en sus nuevos y flamantes 54 países con sus fronteras hechas a tiralíneas, lo mismo une a pueblos que no desean vivir juntos, como separa tribus enteras entre varios países. Pocos son los países que no han tenido una o varias guerras civiles a pesar de su corta vida, y es que por mucho que la UA ( Unión Africana sucesora de la OUA), diga que las nuevas fronteras son inamovibles, los movimientos secesionistas están a la orden del día, pues muchas veces las lealtades no van más allá de la afinidad tribal. En este contexto conflictos como el de Darfour, Somalia, los latentes en Etiopía, Angola, Congo, Uganda, Costa de Marfil, etc parecen de difícil solución al menos con los parámetros actuales. El colonialismo Europeo ha sido muy pernicioso para África pues lo único que le guiaba era la codicia, pero de poco sirve mirar para atrás. Lo hecho hecho está, e independientemente de culpabilidades propias o ajenas será África la que tenga que hacer el mayor esfuerzo para salir del marasmo total en el que se encuentra. Lo que a Europa le costó más de mil años de constantes guerras hasta que sus gentes se han «acomodado» entre si (y todavía no está terminada la tarea…), se le pide a África en su conjunto que lo haga en un par de generaciones; además Europa les ha puesto la trampa de previamente «acomodarlos» como ha querido. Seguramente lo conseguirán, pero aunque tarden tres o cuatro generaciones, habrán demostrado ser más listos que nosotros los Europeos (Lo cual tampoco es muy difícil).

Al ver las caras negras de los nuevos gobernantes, a veces me pregunto si detrás no hay un alma blanca que en realidad aspira a ser el heredero del antiguo poder colonial. De hecho las antiguas metrópolis ahora pueden explotar y manejar mejor a sus ex colonias que antes, sin tener que gastarse nada en el funcionamiento de ellas:
Los precios de los monocultivos impuestos se deciden en Europa o América, las grandes riquezas del subsuelo siguen estando en las manos de los de siempre, los negros ahora se matan entre ellos por conseguir una parte del pastel del poder, la corrupción es uno de los mayores problemas de estos nuevos países pero es hábilmente manejada por occidente para comprar dirigentes, favores etc. Se suele decir que pocas cosas se mueven en el África Francófona sin que París lo sepa y apruebe, y el dictador Mobutu estuvo en el poder en el antiguo Zaire (ex Congo Belga) hasta que interesó a occidente: se le calculaba una fortuna (robada claro) de unos 5.000 Millores de $, es decir como toda la deuda externa del país. Murió plácidamente en una gran clínica de Suiza. (Esto del Neocolonialismo se parece como a las subcontratas que hoy en día están tan de moda: te quitas responsabilidades de encima y ya tienes a alguien a quien echar la culpa de lo que salga mal).

África en muy rica en materias primas, pero en general por su falta de infraestructuras adecuadas son otros los que más se aprovechan. Como ejemplo extrae mucho petróleo, pero apenas hay refinerías por lo que debe de importar la gasolina; para colmo se han empezado a construir más, pero también van a construir bastantes en Asia, con lo que temen que otra vez pierdan el tren y se vuelvan a quedar fuera del circuito económico mundial. Mientras la deuda externa hace que muchos países deban dedicar gran parte de su presupuesto al pago de ella, sobre todo de los intereses, con lo que tienen su futuro hipotecado (en este concepto el África Subsahariana entrega-dona, a la fuerza claro, a Occidente la friolera de 150.000 millones de $ al año; una auténtica barbaridad para estas economías tan débiles que siguen de esta manera financiando el desarrollo de Occidente: todo un mundo al revés), y ven cómo ni siquiera pueden exportar sus productos del campo en los que son más competitivos, debido a las ayudas encubiertas que conceden a sus agricultores los gobiernos de los países que tanto presumen del libre comercio (prácticas por otra parte condenadas hipócritamente por la OMC: Organización Mundial del Comercio).

Por lo demás África es en general una gran meseta situada en su gran mayoría en zona tropical, con un inmenso desierto al norte dos veces mayor que Europa, más al sur selvas en las costas y en zonas del interior sometidas a una gran explotación que están haciendo que aumente la desertización, grandes lagos y ríos, entre ellos el Nilo (el más largo del mundo), y zonas de grandes precipitaciones contrastan con otras de prolongadas sequías.

Cuenta Kapuscinski en su libro Ébano que estando cenando en un claro de la selva con unos dignatarios de Tanzania, apareció de repente un gran elefante. Todos se quedaron como petrificados mientras el elefante daba vueltas y les observaba. Al final se marchó, y uno de los Tanzanos le dijo:
.- Has visto?-.

.- Si, ,era un elefante,- contestó Kapuscinski aún medio muerto de miedo.
.- No, era el espíritu de África, que siempre se encarna en un elefante. Porque al elefante no le puede vencer ningún otro animal-.

Tal vez sea pretencioso por mi parte, pero es el espíritu de África lo que voy a buscar en este viaje, tal vez presente en esa maravillosa luz que dicen emite toda África (yo sólo he estado en Túnez y Libia), en sus magníficos paisajes y naturaleza, y sobre todo en sus gentes todavía acomplejadas y atemorizadas de cómo ha sido tratada por sus vecinos del norte la madre de la humanidad; estoy seguro que el hombre blanco no lo ha podido matar, y que en buena medida andará escondido entre sus músicas.
Á finales de Octubre parto en su búsqueda.

Crónica escrita en Carcastillo (Navarra)


www.munduatamusika.com

Autor

  • Santacara, José Eladio

    José Eladio Santacara nacido en la localidad navarra de Carcastillo, es ingeniero de telecomunicaciones y viajero impenitente, entre otras hazañas cuenta con un viaje alrededor del mundo y posteriormente un viaje recorreiendo muchos paises africanos, Marruecos, Sahara, Mauritarnia, Senegal, Guinea, Malí, Costa de Marfil, Ghana, Togo, Benin, Nigeria, Camerún, Gabon, Congo, Angola, Namibia, Sudáfrica, Mozambique, Bostwana, Zambia, Malawi, Tanzania, Kenya, Etiopía, Sudán y Egipto. Probablemente se nos habrá quedado alguno.

    José Eladio Santacara en su página web www.munduatamusika.com fue relatando las jornadas de este periplo por África que ahora encontraremos en la Bitácora Africana

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