África está perdiendo su voluntad de prohibir las semillas transgénicas

20/10/2016 | Crónicas y reportajes

Con el anuncio y llegada de las semillas y productos transgénicos, muchos países del mundo entre ellos la mayoría del Continente africano, manifestaron sus reservas y prohibiciones ante tal tecnología que lleva inmersa un afán capitalista de monopolio y dominación agroalimentaria de parte de las casas matrices occidentales. Sin embargo el acecho y extorsión de estas transnacionales con el objetivo de lograr que las presuntas cosechas resistentes nacidas de la ingeniería genética se extiendan en el mundo, han logrado que varios países ya le hayan adoptado sin reservas.

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Tanzania acaba de empezar a sembrar algunas semillas como parte de su primer ensayo con cosechas modificadas genéticamente. El proyecto Tanzano es altamente publicitado y busca ser el caballo de troya para la región, iniciativa que tildan publicitariamente de «rayo de esperanza para el uso de la tecnología en el continente».

Este año, las temperaturas anormalmente altas y un efecto de El Niño más fuerte de lo normal han provocado devastadoras sequías en muchas partes de África. Esta situación ha generado situaciones de escasez alimenticia, aprovechada ahora más que nunca, por las transnacionales que alegan que sus semillas y cosechas pueden sobrevivir a la sequía y representarían un valioso recurso para garantizar la seguridad alimentaria. Bill Gates ha hablado públicamente sobre su creencia de que las cosechas modificadas genéticamente podrían ayudar a acabar con el hambre en África.

Pero la ingeniería genética y los cultivos modificados genéticamente (o transgénicos) son tan controvertidos en África como lo son en Occidente. Cuando Uganda arrancó sus primeras pruebas con matoke, un clásico de la ingeniería genética, se generó una intensa oposición política. En 2012, Kenia prohibió la importación de cosechas modificadas genéticamente. Sudáfrica es uno de los pocos países del continente en adoptar abiertamente cosechas modificadas genéticamente, pero lo ha hecho bajo estrictas limitaciones. De hecho, se necesitó la sequía de este año para que ablandara algunas de esas regulaciones.

Esto ha sido así hasta que Tanzania, uno de los países más reacios a los transgénicos, ha decidido realizar un ensayo con una cosecha modificada genéticamente. «Hasta el año pasado, influido por organizaciones sin ánimo de lucro europeas, el país mantenía unas leyes tan estrictas en contra de la ingeniería genética de plantas que los científicos no eran capaces de seguir realizando sus trabajos». explicó el activista medioambiental Mark Lynas tras el anuncio de las noticias. «Eso ahora ha cambiado», añade.

El ensayo quiere demostrar si un híbrido de maíz blanco modificado genéticamente puede resistir a la sequía, dicho ensayo desarrollado por el proyecto WEMA (Water Efficient Maize for Africa) podrá ser cultivado de manera eficaz en el país. Las semillas desarrolladas por WEMA son libres de regalías, lo que significa que son asequibles para agricultores que trabajan terrenos relativamente pequeños.

Si las pruebas iniciales salen bien, una variedad resistente a las plagas podría probarse el año que viene, manifesto el ceintifico y representante gubernamental encargado.

Otros países también parecen estar replanteándose su enfoque frente a las cosechas modificadas genéticamente. Este año, Zambia anunció que las adoptará, mientras se cree que Kenia está a punto de levantar su prohibición. Puede que los alimentos modificados genéticamente sí lleguen a ayudar alimentar a África según una multitud de nuevos expertos evidentemente patrocinados por transnacionales del monopolio de semillas como MONSANTO, lo que no tiene respuesta en los diferentes foros y desarrollos hasta ahora realizados en el mundo es el lapso de gratuidad durante el cual van a otorgar a África dicha tecnología, o si por el contrario se trata de una estrategia más de mercadeo en la cual otorgaran al continente un desarrollo y proyectos solo en una fase inicial para posteriormente someterlos a una exclusividad y dominio absoluto de su soberania alimentaria.

Sin duda cualquier duda u oposición a la adopción de los productos transgenicos se disiparia si dichas transnacionales otorgaran la transferencia tecnologica, algo que nunca ocurrira.

Fuente: technologyreview.es / Observatorio de Medios del Centro de Saberes Africanos, Americanos y Caribeños

Fundación Sur

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