Africa está…obesa, por Rafael Muñoz Abad – Centro de Estudios Africanos de la ULL

12/06/2013 | Bitácora africana

Afirmar que la obesidad en algunas regiones del continente africano empieza a ser un problema significativo, es como presuponer que el corral político español es decente y leído: un ejercicio, cuando menos, surrealista. En la tan cercana y a la vez desconocida Mauritania, la práctica del engorde forzado, o también denominada leblouh, a base de tres o cuatro palanganas diarias de leche de camella y mantequilla, esconde a la par matices culturales y sociales donde las mujeres delgadas distan de ser un canon de belleza y son sinónimo de pobreza. Históricamente, las sociedades africanas han visto en la gordura femenina la mejor garantía de asegurar una descendencia numerosa; y es que mientras en el primer mundo es la antesala de la marginación social, en el continente vecino es el más evidente signo de riqueza y salud. En Argelia, Mauritania, y como era de esperar, en la occidentalizada Sudáfrica, hasta un 35% de la población masculina presenta sobrepeso. La proliferación de los establecimientos de comida rápida al estilo de las grandes cadenas norteamericanas ha supuesto un aporte calórico, que si bien excesivo, es económicamente ergonómico al escuálido bolsillo africano. La industrialización [sudafricana] ha generado bolsas de trabajadores sin recursos. Maná para las cadenas que ofrecen alimentos baratos pero de mala calidad. Es paradójico como Sudáfrica, presentando una activa industria alimenticia y una excelente huerta mediterránea, ostenta uno de los mayores grados de obesidad del continente. Situación que empieza a relacionarse con el no poder acceder a una alimentación sana; supliendo el aporte calórico con alternativas más económicas y por ende más perjudiciales. Popularmente y de forma macabra, la dolencia del SIDA se le conoce como “el virus del adelgazamiento”. Padecimiento físico y social que los estigmatizados gustan de ocultar tras las cifras de las calorías baratas y los fastfoods. Alguna vez ya hice referencia al pensamiento tradicional africano donde lo grande y numeroso, siempre es bienvenido. Juicio esperable cuando lo habitual es la escasez de todo. Sudáfrica es el rico entre los pobres; el primer mundo se enfrenta a la pandemia del sobre peso; y es que incluso en Africa, hay primer y tercer mundo.

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Autor

  • Doctor en Marina Civil.

    Cuando por primera vez llegué a Ciudad del Cabo supe que era el sitio y se cerró así el círculo abierto una tarde de los setenta frente a un desgastado atlas de Reader´s Digest. El por qué está de más y todo pasó a un segundo plano. África suele elegir de la misma manera que un gato o los libros nos escogen; no entra en tus cálculos. Con un doctorado en evolución e historia de la navegación me gano la vida como profesor asociado de la Universidad de la Laguna y desde el año 2003 trabajando como controlador. Piloto de la marina mercante, con frecuencia echo de falta la mar y su soledad en sus guardias de inalcanzable horizonte azul. De trabajar para Salvamento Marítimo aprendí a respetar el coraje de los que en un cayuco, dejando atrás semanas de zarandeo en ese otro océano de arena que es el Sahel, ven por primera vez la mar en Dakar o Nuadibú rumbo a El Dorado de los papeles europeos y su incierto destino. Angola, Costa de Marfil, Ghana, Mauritania, Senegal…pero sobre todo Sudáfrica y Namibia, son las que llenan mis acuarelas africanas. En su momento en forma de estudios y trabajo y después por mero vagabundeo, la conexión emocional con África austral es demasiado no mundana para intentar osar explicarla. El africanista nace y no se hace aunque pueda intentarlo y, si bien no sé nada de África, sí que aprendí más sentado en un café de Luanda viendo la gente pasar que bajo las decenas de libros que cogen polvo en mi biblioteca… sé dónde me voy a morir pero también lo saben la brisa de El Cabo de Buena Esperanza o el silencio del Namib.

    @Springbok1973

    @CEAULL

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