Activismo y estado: cómo la sociedad civil africana responde a la represión

29/05/2017 | Opinión

7393-human-rights-first-350x219.3.jpgLos ciudadanos africanos, los activistas y las organizaciones están encontrando nuevas formas de resistir, organizarse y movilizarse ante las cada vez más importantes restricciones a sus derechos de libertad de expresión, asamblea y asociación

Las restricciones en las libertades civiles están incrementando en todo el mundo, pero especialmente en los paises africanos. De acuerdo con CIVICUS, una herramienta que califica las libertades civiles de distintos países, 43 paises africanos se sitúan a la cola de todas las categorías como represores, cerrados y obstructores, con solo dos países africanos calificados como abiertos. Para la mayoría de los países africanos, la libertad de expresión, asamblea y asociación no son respetadas por el estado y actores no estatales mediante leyes, amenazas y ataques físicos. Aunque estas restricciones ocurren generalmente cuando los grupos de la sociedad civil hablan en oposición a las políticas públicas, hay fuertes evidencias de que las restricciones se incrementan durante periodos políticamente sensibles como elecciones y cambios constitucionales.

Activistas, organizaciones y ciudadanos están respondiendo a estas medidas mediante la adopción de soluciones innovadoras como la formación de movimientos sociales difusos, lo que dificulta a las autoridades atacar a su estructura; sentadas pacíficas; mantener protestas duraderas sobre temas específicos; usar medios sociales y alternativos y la inclusión de actores regionales e internacionales en casos donde las libertades están restringidas a nivel nacional.

El siguiente análisis revisa las tendencias actuales en el continente que representan las mayores amenazas a los activistas y las organizaciones y a sus intentos para demandar cambios.

Los últimos años han presenciado un incremento de restricciones en las libertades civiles básicas de África mediante distintas formas. Aunque los estados siguen siendo los perpetradores principales de estas restricciones, actores no estatales como grupos armados y organizaciones terroristas también intimidan a las organizaciones de la sociedad civil y a los activistas de los derechos humanos para impedirles realizar su trabajo. En la mayoría de los casos los responsables no son juzgados, lo que propicia la impunidad. Estas restricciones están basadas en varios factores.

La mayoría de las elecciones recientes en el África Subsahariana han mostrado que la democracia es estrecha. Las elecciones han visto una creciente polarización y restricciones en el espacio cívico. Ha habido éxitos como las elecciones pacíficas en Costa de Marfil en 2015 o el cambio pacífico de presidentes en Nigeria, un país previamente notorio por ser incapaz de traspasar el poder de forma pacífica. Sin embargo, las elecciones en muchos países han sido ilegítimas o plagadas de violencia. Las elecciones pasadas en Chad, en abril de 2016, reafirmó la permanencia en el poder del general Idriss Déby desde 1990. Mientras se acercaban las elecciones, fue introducida una prohibición de todas las actividades públicas menos las campañas electorales, lo que denegó a la sociedad civil la capacidad de entrar en el debate, con numerosos detenidos antes y durante las elecciones.

Los estados a menudo incrementan las restricciones antes, durante y después de las elecciones para intimidar a los que apoyan a los partidos de la oposición y hacer difícil a los ciudadanos acceder a información objetiva. En algunos países los periodistas y las emisoras de radio privadas son acusadas de estar a sueldo de la oposición. Los defensores de derechos humanos sufren persecuciones judiciales al pedir reformas democráticas.

Los medios independientes han sido cerrados y los periodistas atacados por informar del proceso electoral. En Etiopía, un país donde la disidencia es reprimida duramente, el partido en el gobierno ha ganado todos los escaños disponibles en las elecciones de Mayo de 2015. Antes de las elecciones diversos periodistas fueron detenidos y empezaron a aparecer informes de candidatos de la oposición siendo asesinados. Durante las elecciones de 2016 en Uganda, las estaciones de radios privadas fueron prohibidas por dar voz a los candidatos de la oposición y los periodistas fueron atacados por cubrir a la oposición. Una política similar se hizo contra los periodistas burundeses que denunciaban las tendencias ultranacionalistas.

Durante los periodos de elecciones, las organizaciones de la sociedad civil que trabajan en reformas electorales, educación de los votantes, democracia y buen gobierno son obligados a detener sus campañas y amenazados con la desaparición. Los estados se han negado en diversas ocasiones a renovar algunas asociaciones. Los funcionarios del gobierno y los medios gubernamentales tambíen han iniciado campañas de desprestigio contra organizaciones opositoras. A pesar de que el derecho de reunión está reconocido en la mayoría de las constituciones de África, en la práctica este derecho no es respetado en la mayoría de los casos debido a que los gobiernos no dan permiso a los manifestantes a convocar y realizar manifestaciones pacíficas.

Los súper ricos y las compañías se benefician de ser codiciosas. Por esta razón, los grupos más afectados suelen ser aquellos que buscan la redistribución de la tierra y los derechos de los indígenas. Naciones Unidas ha remarcado que falta legislación que reconozca la propiedad tradicional de la tierra, y los abusos van a menudo contra la gente que ya está excluida de las dinámicas de poder. Los procesos alrededor de la tierra son altamente opacos, lo que facilita la corrupción.

Aunque fuerzas extremistas como Al-Shabaab y Boko Haram han tenido un impacto profundamente negativo en los derechos humanos de algunas parte de África, algunos estados están usando la justificación de combatir el terrorismo para restringir el espacio cívico. La respuesta al terrorismo es a menudo desproporcionada, y el impacto en la protección de los derechos humanos devastador.

Cuando una comunidad particular es el objetivo de medidas antiterroristas, se puede crear un sentimiento de estar bajo asedio, y de ser investigados por su identidad, lo que puede promover el terrorismo. En Kenia las fuerzas de seguridad han respondido de forma dura, atacando a diversos ciudadanos bajo la excusa de atacar el terrorismo, creando un campo fértil para que los terroristas recluten a nuevos miembros. Además, cuando algunos grupos exponen estos abusos, la respuesta de los gobiernos no es cuestionar las tácticas sino a los mensajeros.

Los desafíos a las élites son representados como una amenaza a la nación, y la expresión de la disidencia política es tratada como terrorismo. En Etiopía en 2015, 18 personas recibieron duras condenas bajo la ley antiterrorista por pedir libertad religiosa. Bajo la ley antiterrorista, el gobierno de Etiopía mantuvo que sus acciones estaban justificadas por ser similares a las de USA y Reino Unido.En Sudán, el serivicio de inteligencia es usado de forma regular para acabar con activistas de la sociedad civil que el estado encuentra problemáticos, ya que tiene extensos poderes y puede detener a gente durante meses sin intervención judicial y con completa inmunidad.

A pesar de estas restricciones, los grupos de la sociedad civil que trabajan en distintos asuntos continúan operando en estos países, algunas veces bajo un gran riesgo, para promover los derechos humanos y a sus defensores. Mientras algunos gobiernos siguen atacándolos, una respuesta ha sido la emergencia de nuevos movimientos de jóvenes que pidan reformas. En el caso de la República Democrática del Congo (DRC), el movimiento LUCHA fue formado en Junio de 2012. La estructura informal del movimiento y la extensión de su membresía por todo el país tiene el objetivo de esquivar la represión gubernamental. Los métodos de protesta también han cambiado para ser más simbólicos y efectivos para el público como sentadas pacíficas y manifestaciones masivas.

La respuesta de las autoridades a las acciones de LUCHA ha sido desproporcionada. Han arrestado a miembros durante las manifestaciones y les han acusado de desestabilizar el país, pero han sido incapaces de acabar con la administración.

En toda África activistas y organizaciones están volviendo a estar presentes. Nuevos métodos de desafiar al estado y a otros actores no estatales se pueden ver en todo el país. En la RDC la juventud y los movimientos sociales han crecido y se expanden, conectando con la diáspora congoleña global.

Aumentar la concienciación y crear alianzas a nivel regional e internacional con aquellos en el exilio ha llevado la atención a las crisis de Eritea y Burundi. El arte y las campañas creativas han sido un éxito en Uganda y hablar con los políticos directamente ha sido uno de los métodos usados para expandir y ejercer las libertades cívicas en Túnez. En África se usa todo lo que tienen para luchar. Y están luchando para ganar.

David Kode y Mouna Ben Garga

Fuente: Pambazuka

[Traducción y edición, Fernando Martín]

[Fundación Sur]


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