A través de Congo Brazza, por José Eladio Santacara

14/05/2010 | Bitácora africana

El día más largo. Los niños de la guerra

La pista no mejora aunque se puede circular con precaución. De repente al doblar una curva veo a lo lejos a los últimos que hubiese querido encontrarme en el Congo. Dos jóvenes casi niños con sus metralletas al hombro y apostados en medio de la carretera me hacen señas para que pare. No me queda más remedio que hacerlo, bajo la ventanilla, esbozo una pequeña sonrisa que oculta mi preocupación y les pregunto:

.-Qué ocurre?-.

De sobra sé lo que ocurre; quieren dinero y espero tener la suerte de que se conformen con eso Por toda África pero sobre todo en el Congo, miles y miles de niños han sido reclutados a la fuerza y entrenados única y exclusivamente para matar. Después de un terrible lavado de cerebro que muchas veces incluye el ejecutar a sangre fría a sus propios parientes se convierten en maquinas de matar sin el más mínimo remordimiento ni escrúpulo. Algunos después de un largo proceso han conseguido ser rehabilitados, pero son muchos los que durante toda su vida arrastrarán las secuelas psíquicas de su pasado, y también muchos los que todavía siguen en ello sin tener ninguna otra razón para seguir viviendo. Nada se puede razonar con ellos y es mejor que les haga caso.

.- Baja del coche y vete a hablar con nuestro jefe- me dice uno de ellos. Así lo hago. El jefe está sentado bajo la sombra de un árbol al lado de la pista, y rodeado de bastantes jóvenes armados. Tendrá unos 40 años y cara de pocos amigos.

.- Para continuar deberás pagarnos 10.000 Cefas- y añade en plan conciliatorio:

.- Como ves tengo muchos jóvenes a mi cargo y debo cuidar de ellos-.

Sé que tengo que pagar, pero intento regatear:

.- Eso es mucho dinero!- y me quedo esperando su respuesta.

Los jóvenes casi niños están bastante excitados, esperando ver cómo termina esto, y se ve que son como el ejército privado del jefe que a pesar de haber terminado la guerra la sigue haciendo por su cuenta.

.- Bueno dame 5.000 (unos 8 E.) y puedes marchar-.

Dada la situación me parece razonable y todo. Le pago y me voy lenta pero firmemente hacia Ibiletxe. Aún un joven pretende sacarme más por su cuenta pero le digo:

.-El jefe ha dicho que puedo marcharme- y sin esperar su contestación acelero hasta contento de haber salido de esta situación tan bien parado.

Al poco rato otro joven por su cuenta me para en una zona embarrada: se tendrá que conformar con 500 (menos de 1 E) a pesar de sus protestas.
Cuando la pista se ha ampliado bastante y parece que va a mejorar me paran: .- No puedes pasar. A unos 500 m. la pista está totalmente embarrada y ni siquiera los todo terreno pueden hacerlo; los grandes camiones consiguen pasar pero con muchas dificultades-.

Ante tan halagüeñas noticias le pregunto:

.-Y qué puedo hacer?

.- Hay un camino que rodea el pueblo y vuelve a aparecer al otro lado del embarramiento-.
Un joven me acompaña y me indica. Al principio está pasable pero de repente un gran charco de barro. Creo que no puedo pasarlo, pero no me queda otro remedio. Como me temía Ibiletxe resbala y queda escorada. Varios jóvenes intentan empujar pero es imposible. Al rato llega un todo terreno y resulta ser el alemán! Me saca en un momento con su medio tanque, y arrancando de nuevo me dice .- Nos vemos en Brazzaville!.

Ni me da tiempo a decirle que me espere, pues veo mal el panorama. De todas formas no se le ve con ganas de hacerlo. Continuo solo y voy sorteando el barro a base de velocidad. En una de estas me vuelven a parar para pedir e Ibiletxe ya no puede continuar por sí sola. Aún tengo 3 atascos más, en uno de ellos quitando bajo Ibiletxe un barro negro nauseabundo proveniente de aguas fecales, pero poco importa eso ahora. El último es a escasos 200 m. de la general; voy andando a ella y veo a mi derecha un montón de camiones algunos atascados, y un gran tractor que previo pago les ayuda a salir. Hablo con el y aunque no es barato no tengo más remedio que aceptar su ayuda. Saca a Ibiletxe sin ningún problema para llevarnos a los dos hasta la carretera. Ibiletxe va dando tumbos como si fuese un muñeco, a veces deslizando sobre los bajos pues al tractor no le importa por donde se mete. Es una experiencia hasta excitante, y por fin estamos en la general. Sin embargo el panorama que tengo delante no es muy halagador que digamos, pues hay bastante barro. A duras penas llego a una pequeña gasolinera cercana y paro a dormir. Decido poner las cadenas de la nieve pues si no veo imposible continuar.

.- Eso te ayudará algo pero no creo que puedas pasar. Hay bastantes zonas con mucho barro y luego tienes la arena- así de optimista me recibe uno de los jóvenes que está allá.
Tal vez tenga razón pero no tengo otra salida. En el interior de Ibiletxe hay barro, el sitio donde he aparcado no me parece nada seguro, pero ha sido un día muy largo y estoy cansado. Mientras intento conciliar el sueño hago cuentas de lo que me ha costado el día, ha salido un poco caro pagando las ayudas, y voy pensando qué tendría que rescatar de Ibiletxe en caso de que no pudiese continuar: hay que ponerse en lo peor por si ocurre.

Otro día más largo

Al menos esta noche no ha llovido. Salgo a primera hora y enseguida veo a unos 500 m. el primer gran embarramiento que va de lado a lado de la ahora amplia pista. No creo que por el puedan pasar ni siquiera los camiones!. Me quedo un rato parado al borde de la carretera pensando tal vez en volver al pueblo para ver de subir Ibiletxe encima de algún camión. pero no, no me gusta la idea pues atrás he dejado a un montón de jóvenes-buitres que están esperando que llegue alguien con problemas para abalanzarse sobre él, e Ibiletxe y yo olemos a carroña pues a la vista está que tenemos problemas. Sin embargo lo que tengo delante no es halagüeño. Al final decido continuar pensando que tendré algún lugar para vadear la zona, pues el alemán por algún lugar habrán pasado. En cuanto llego al lugar se me acerca un joven y me indica que por la derecha hay un pequeño sendero con menos agua y barro. Ibiletxe con las cadenas se agarra muy bien y no necesito pasar tan rápido. En cuanto cruzo al otro lado ,me pide dinero; entiendo que viven de esto y le ofrezco 3 E. en monedas de 50 cm. pero las rechaza.

-Dame 10.000 Cfas!- me dice de malas maneras.

Me parece una barbaridad así que arranco con el colgado de la ventanilla. Al cabo de unos metros consigo que se suelte. Un obstáculo menos. A unos km. aparece otro embarramiento y la misma operación, pero esta vez el joven no es tan codicioso y se conforma con lo que le doy. Aún tengo 2 grandes obstáculos más y después empieza la maldita arena. Está muy humedecida y debo andar con mucho cuidado de elegir la huella correcta, por lo que a veces me tengo que bajar a mirar. En una de estas calculo más y para cuando me quiero dar cuenta Ibiletxe esta totalmente atascada (empanzada). Son más de 3 horas de tirar de pala quitando la arena y menos mal que me ayudan unos jóvenes. Más adelante cojo la huella equivocada y me quedo atascado en una zona muy peligrosa. Menos mal que un todo terreno que iba delante se ha dado cuenta, vuelve y me saca aunque con muchos apuros. Cuando llego a Kankale ni me lo puedo creer. Quito las cadenas pues a partir de aquí hasta Brazzaville es una carretera nueva recién hecha por los Chinos. A la salida del pueblo en un control policial me avisan:

,. A unos 50 km tendrás un control de los rebeldes y posiblemente te pidan dinero-.

Los acuerdos de paz en estas zonas son tan frágiles que se considera normal que haya controles de los rebeldes para sacar dinero!.Es todo un relax circular por una carretera recién hecha, aunque supongo que para Ibiletxe aún lo será mucho más pues no sé ni cómo ha aguantado estos días

Me paro a un lado de la carretera a ducharme y cambiarme de ropa pues voy lleno de barro y arena: hay que entrar bien en la capital. Mañana le tocará a Ibiletxe ponerse guapa.

Brazzaville

Se me hace extraño que después de las zonas por las que he circulado pueda haber aquí una gran ciudad, pero hoy 5 de Abril entro en ella. Muchos de sus edificios
coloniales aparecen con las huellas de la metralla producto de las últimas e interminables guerras civiles. Sin embargo ahora mismo Brazzaville parece ser una ciudad muy segura, a lo que seguramente contribuirá la gran cantidad de policías y guardias de seguridad que se ven por todas partes. Ceno en un restaurante Chino (hay muchos), y mientras me tomo una cerveza en la terraza de un bar van desfilando por mi
cabeza los últimos azarosos y a veces complicados días vividos.

Al Congo- Kinshasa

Debo permanecer un par de días más en Brzazza, pues es fin de semana y el lunes tengo que hacer la visa para el otro Congo. En cuanto la obtengo me voy al puerto para pasar en Ferry a Kinshasa. Debo esperar un par de horas que aprovecho para hacer los papeleos de salida sin tener ningún problema, y mientras llega el alemán!: un poco extraño pues iba delante mía. Me comenta que el también se quedó atascado en la arena y tuvo que tirar de pala durante más de 4 horas!. Cuando llega el ferry empiezan a salir de su interior muchos inválidos montados en sus destartalados carritos movidos a mano, llevando latas de refresco y chucherías para vender. Al parecer hay un acuerdo entre ambos Congos para que puedan ganarse la vida con estos pequeños negocios. Dado que hay una cuesta para llegar a la salida tienen que ser ayudados para superarla, y entre ellos y los porteadores descargando mercancías hay momentos que aquello parece un caos total. Al final nos hacen un pequeño pasillo y entramos los vehículos en el destartalado ferry, que a duras penas se mantiene a flote, y al que han retrasado su jubilación para que preste sus últimos servicios en África. Al otro lado del río Congo está Kinshasa, capital de otro de los atribulados gigantes de África.

Autor

  • Santacara, José Eladio

    José Eladio Santacara nacido en la localidad navarra de Carcastillo, es ingeniero de telecomunicaciones y viajero impenitente, entre otras hazañas cuenta con un viaje alrededor del mundo y posteriormente un viaje recorreiendo muchos paises africanos, Marruecos, Sahara, Mauritarnia, Senegal, Guinea, Malí, Costa de Marfil, Ghana, Togo, Benin, Nigeria, Camerún, Gabon, Congo, Angola, Namibia, Sudáfrica, Mozambique, Bostwana, Zambia, Malawi, Tanzania, Kenya, Etiopía, Sudán y Egipto. Probablemente se nos habrá quedado alguno.

    José Eladio Santacara en su página web www.munduatamusika.com fue relatando las jornadas de este periplo por África que ahora encontraremos en la Bitácora Africana

Más artículos de Santacara, José Eladio
Africana nº 220: África Hoy

Africana nº 220: África Hoy

  El informe que presentamos pretende ser la foto real de África hoy. Un reto complicado. El autor del mismo, el P. Bartolomé Burgos,...