¡A favor y en contra del presidente!, por Hamid Bellahcene

11/12/2012 | Bitácora africana

Las imágenes que nos llegan de Egipto, con la Plaza Tahrir llena por completo, hacen pensar que la revolución es un deporte masivo que lo práctica la ciudadanía con mucha frecuencia desde que la primavera árabe empezó hace dos años.

Ayer(*), otro día más, los egipcios salieron a las calles de medio país, ésta vez los defensores de Mursi y en su mayoría islamistas y sus simpatizantes, pretendieron hacer una demostración de fuerza blindado apoyo al primer presidente del país elegido democráticamente en la historia, la razón de “las movilizaciones millonarias” (término usado por los organizadores) es “dar todo el apoyo al presidente democráticamente elegido y defender la legitimidad y la identidad de la nación”.

El lema elegido por los defensores de Mursi fue “la millonaria manifestación en defensa de la legitimidad y sharia”: el primer término está dedicado al presidente y el segundo es una reivindicación de las distintas tendencias islamistas que pretenden hacer de los valores del Islam la primera y principal fuente de legislación en la futura constitución del país.

El origen de la actual crisis que atraviesa Egipto tuvo lugar cuando el presidente del país tomó varias decisiones polémicas el pasado 22 de noviembre con el fin de proteger la asamblea constituyente contra una posible disolución por el tribunal constitucional, además de atribuirse amplias prerrogativas no sujetas al poder del constitucional. Muchos analistas han comentado estas medidas e intentaron explicar sus motivos, algunos afirman que es un “ataque preventivo” contra un “golpe de estado” que los jueces del constitucional estaban preparando y que culminaría con la declaración de inconstitucionalidad tanto de la asamblea constituyente como de las elecciones que llevaron a Mursi al poder.

Este argumento cobra su importancia sobre todo si se tienen en cuanta los hechos evidentes de que la mayoría del tribunal constitucional son de la vieja guardia y desempeñaron un dudoso papel en las más de tres décadas que duró la dictadura de Mubarak, además son los mismo que han declarado la nulidad de un parlamento elegido por el pueblo y son los que han dejado libre de cargos a los acusados de asesinar a los manifestantes durante la revolución (menos a Mubarak y su número uno) ahora de repente quieren aplicar la ley y defender la legalidad.

Por otro lado, los que se oponen a los decretos del Mandatario egipcio también tienen serias razones por las que se movilizan (al final todos los egipcios, tanto los que están a favor como los que están en contra de las decisiones del presidente están convencidos de que tienen serias razones para actuar). Éstos dicen que hay que actuar antes de que el rais se haga faraón y lo argumentan con que los poderes que se ha auto-otorgado el presidente son excesivos y se niegan a sentarse a dialogar con él si no da marcha atrás. De lo contrario ellos siguen ocupando Tahrir.

Lo que sucede en Egipto no es un problema de legitimidad vs legalidad sino que la cuestión va mucho más allá de la simple apariencia de un presidente que quiere acaparar el poder y unos opositores que se niegan a aceptar el hecho.

Mursi tiene un serio problema de comunicación que hace que sus decisiones y sus intenciones lleguen perturbadas a gran parte de la sociedad egipcia, si añadimos a esto que la mayoría de los medios de comunicación son contrarios y muy beligerantes, por definición, con Mursi y todo el islamismo egipcio, independiente de las intenciones éstos, el problema se hace más evidente aun.
Es irreal pensar que ha desaparecido todo un sistema que gobernó el país con mano dura a lo largo de décadas en tan poco tiempo, los hechos demuestran que los huérfanos de Mubarak siguen teniendo un peso enorme en la sociedad egipcia, tanto en los medios de comunicación como en la administración del estado, recuérdese que Egipto tienen un sector publico enorme con un cuerpo de funcionariado que ronda los 6 millones, muchos de los cuales con miedo de perder su privilegiado estatus adquirido con el anterior régimen.

A esto hay que añadir que el Cairo es una de las ciudades más pobladas del mundo, con la consiguiente facilidad de que las manifestaciones sean muy numerosas.

Aunque demuestren su enorme capacidad de movilización, los islamistas en Egipto no lo tienen nada fácil, no solo tienen que tranquilizar y convencer a occidente de que no tienen ambiciones de controlar todo el país y establecer una autocracia de corte islámica al estilo iraní sino que esto se lo tienen que explicar primero a sus ciudadanos.

(*) Escrito el 2 de diciembre

Original en: Descubrir el Mediterráneo

Autor

  • Bellahcene, Hamid

    Analista Político especialista en Oriente Medio y el norte de África.

    Estudió ciencias políticas en la Universidad Complutense de Madrid

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