La precariedad de la democracia en África

16/12/2024 | Opinión

El estudio de los procesos democráticos en África es complejo. Lo efectuaremos por regiones geográficas: África Occidental, África Central, África Oriental, África del Norte y África Austral; siguiendo el informe de Africa Center sobre el estado de la democracia en el continente.

2024 ha sido un año turbulento en África Occidental por varios motivos. Primero, la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental sufrió la retirada de tres de sus miembros (Níger, Mali y Burkina Faso), que buscan constituir una Alianza de Estados del Sahel, antagónica a la normativa formal de gobernanza democrática. Segundo, los jefes de Estado recurrieron cada vez más a golpes constitucionales para prolongar sus mandatos. Tercero, se creó un entorno de inseguridad como consecuencia de las actividades terroristas de grupos yihadistas. Y cuarto, el descontento por la pobreza, la corrupción y la desigualdad generó un ambiente social hostil hacia los gobiernos.

Sin embargo, estos fenómenos negativos van acompañados de otros de signo positivo. Son los casos de Senegal (donde las protestas ciudadanas y el Tribunal Constitucional impidieron el aplazamiento de las elecciones de marzo 2024), Liberia donde se produjo la segunda transferencia pacífica consecutiva del poder presidencial, Ghana con la alternancia democrática resultado de las elecciones recientes y Nigeria en el que los candidatos recurrieron a los mecanismos de disputa electoral en los tribunales en lugar de a la violencia.

En todo caso, el año 2025 se presenta en África Occidental en medio de tensiones geopolíticas derivadas de posiciones antifrancesas (expulsión en los últimos días de las tropas de Francia de Chad y Senegal, a los que hay que sumar los ya citados Níger, Mali y Burkina Faso) y antioccidentales, la instrumentalización de los gobiernos africanos por Rusia para consolidar regímenes militares y la mayor conciencia de que las elecciones por sí solas no son suficientes para satisfacer las necesidades democráticas. Añádase, además, que la presencia china subordina la democracia al acceso a los recursos naturales africanos y a su posicionamiento como líder del Sur Global.

La región de África Central se caracteriza por regímenes autoritarios de larga duración (Guinea Ecuatorial, Camerún, República del Congo), por las sucesiones dinásticas de padres a hijos en la presidencia (Gabón, Chad y Togo), por la represión de las libertades y los apagones de internet, juntamente con las campañas de desinformación (en República Centroafricana y Chad) contra la presencia occidental y las misiones de Naciones Unidas. Por tanto, las elecciones presidenciales en Camerún, Gabón y la República Centroafricana en 2025 serán una oportunidad para restaurar la confianza de los ciudadanos en los procesos democráticos y en la rendición de cuentas de los dirigentes.

En la región de África Oriental, la democracia está en declive por regímenes autoritarios. Esto sucede en nueve de los diez países de la región, mientras que el décimo (Kenia, el más avanzado políticamente) todavía sufre agudas polarizaciones étnicas y fuertes estructuras clientelares.

El desprecio de los derechos humanos afecta básicamente a opositores y periodistas críticos (Burundi, Ruanda, Somalia y Sudán del Sur, entre otros) y a manifestantes pacíficos tiroteados en las calles con resultados mortales (Kenia y Uganda). Asimismo, está a la orden del día el uso de software espía por parte de los gobiernos (Sudán del Sur y Ruanda) y los cierres de acceso a sitios web. Por otra parte, los conflictos armados (Somalia, Etiopía, Sudán) agravan las violaciones de los derechos humanos, refuerzan el poder de los clanes y desencadenan verdaderas crisis humanitarias junto con limpiezas étnicas. Aun así, los ciudadanos (tres de cada cuatro) confían- incluso enfrentándose a la represión – en que las elecciones son la mejor manera de elegir a sus dirigentes. Por eso, las próximas elecciones parlamentarias (Burundi, Uganda y Sudán del Sur) seguirán siendo fundamentales para el estado de la democracia en África Oriental.

En la región de África del Norte, el lector recordará que las luchas en favor de la democracia permitieron derrocar a sus dictadores (Túnez, Libia y Egipto, años 2010 y 2011), pero sin cambios de régimen. En Túnez, el pasado mes de octubre, el presidente consiguió un segundo mandato, pero con una baja participación y el encarcelamiento de muchos candidatos. Libia sufre profundas divisiones internas, la presencia de grupos extremistas armados y el deterioro de la seguridad; aparte de la incapacidad para organizar un marco electoral que funcione. Y en Egipto, el presidente mantiene atenazado al poder judicial, la oposición carece de competencia real y el gobierno actúa con mano de hierro. Por su parte, Argelia sigue bajo el poder del Frente de Liberación Nacional desde su independencia, los partidarios de la oposición boicotearon las elecciones debido a la represión y los resultados electorales fueron considerados fraudulentos. En Marruecos, el rey Mohamed VI mantiene poderes excepcionales para disolver el parlamento, los procesos electorales carecen de transparencia, la represión es una realidad y la tensión con Argelia se mantiene desde la anexión del Sahara en 1975.

En resumen, África del Norte ve empobrecerse a sus débiles democracias, la crisis económica destaca como problema principal y el extremismo inclina la balanza hacia regímenes autoritarios.

La región del África Austral da muestras de regresión democrática. Mientras Botsuana, Sudáfrica, Namibia, Mauricio, Zambia, Malawi y Tanzania exhiben democracias estables, otros como Angola, Lesoto, Mozambique, Zimbabue y Suazilandia experimentan déficits democráticos importantes.

En consecuencia, los desafíos para una gobernabilidad democrática son todavía considerables. Un problema administrativo serio es la falta masiva de documentación de identidad que impide el derecho al voto, la pasividad de la Comunidad de Desarrollo del África Austral ante la descomposición democrática de sus miembros (Zimbabue, por ejemplo) y la violencia postelectoral de 2024 en Mozambique.

En fin, la precariedad de la democracia en África exigirá una voluntad política firme para la elevación del nivel de educación y las condiciones de vida de los africanos.

José María Mella Marquez

CIDAF-UCM

Autor

  • Catedrático emérito de Estructura Económica y Economía del Desarrollo de la Universidad Autónoma de Madrid. Es autor de un gran número de libros e investigaciones especializadas en su área profesional y miembro de la red euroafricana de universidades AFRIQUEUROPE, así como colaborador del CIDAF-UCM. @josemariamella

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