La victoria en Libia, cuestionada

22/09/2011 | Crónicas y reportajes

Muamar Gadafi sigue en libertad. Sus seguidores están muy bien armados. Los combates se desarrollan furibundos en tres frentes, incluso cuando los aviones bombarderos de la OTAN lanzan más bombas.

Esto no suena mucho a victoria. Pero esto no se le puede decir a la multitud que se aglomera cada noche en la plaza de los Mártires en Trípoli, con la explosión de disparos de celebración como sonido de fondo.

Un mes después de que los combatientes revolucionarios reclamasen como tomada la capital y la mayor parte del resto del país, las fuerzas leales a Gadafi no han dado ni una sola señal de rendición, dando lugar a una perspectiva de una insurgencia a largo plazo.

Los nuevos gobernantes de Libia restan importancia a estos temores y dicen que el tiempo está de su parte, insistiendo en que los que resisten en la ciudad natal de Gadafi, Sirte, en Bani Walid y en Sabha son los seguidores más reaccionarios, incluso muchos que escaparon al bombardeo de Trípoli y creen que no tienen más opción que resistir o enfrentarse a acusaciones de crímenes de guerra contra ellos.

“¡Esta gente luchará hasta la muerte!”, dice Sadeq al Kabir, un representante del Consejo Nacional de Transición de Trípoli, que lideró la rebelión y es lo más parecido a un gobierno que tiene Libia.

Al Jabir dice que los rebeldes creen que algunas de las principales personalidades del régimen todavía están escondidas en la zona, incluido el hijo de Gadafi, Saif al-Islam.

“Esto los hace más fieros y están utilizando a civiles como escudos humanos, lo que hace todavía más difícil para nosotros entrar en las ciudades, mientras se intenta evitar un baño de sangre”.

La caída de Trípoli, que tuvo lugar después de que las fuerzas revolucionarias tomaran por asalto la ciudad de unos dos millones de habitantes el 21 de agosto obteniendo el control después de días de enfrentamientos, ocurrió con una rapidez sorprendente, tras meses de estancamiento en otras zonas.

La insurrección contra Gadafi comenzó a mediados de febrero, en la ciudad del este de Benghazi, y rápidamente se convirtió en una guerra civil, con combatientes inexpertos, la mayoría civiles voluntarios que tomaron las armas porque se enfrentaban a una brutal represión del régimen, que fueron superados por las fuerzas de Gadafi, mejor entrenadas.

Paz justa y duradera

El presidente Barack Obama dice que la comunidad internacional debe continuar apoyando a los libios en la consolidación de sus objetivos alcanzados.

“Desde Trípoli hasta Misrata y Benghazi, hoy Libia es libre”, dijo en un discurso ante la Asamblea General de la ONU. “Ahora todos nosotros tenemos la responsabilidad de apoyar a la nueva Libia, al nuevo gobierno libio, ya que se enfrentan al reto de convertir este momento de promesas en una paz justa y duradera para todos los libios”.

Gadafi dependía fuertemente de los lazos tribales, del clientelismo y del dinero para reforzar sus apoyos y mantener el poder durante casi 42 años, haciendo de él el líder árabe que más tiempo ha estado en el poder. Ni siquiera confiaba en su propio ejército y utilizaba milicias dirigidas por sus hijos Khamis, Muatassim y Al-Saadi, como una fuerza de protección adicional.

Muchos de los combatientes de Gadafi huyeron a Sirte, donde está su propia tribu, Gadhadhfa, y otros bastiones de apoyo, desde donde ha llevado a cabo una feroz resistencia.

Frederic Wehrey, un experto en Libia con la corporación RAND, dice que es muy probable que los seguidores de Gadafi estén desesperados.
“Es lealtad real, pero también puede ser miedo a represalias”, explicó. “Puede que sinceramente crean que no hay sitio para ellos en el nuevo orden”.

La comunidad internacional también ha expresado preocupación por la proliferación de armas, con EEUU afirmando que adoptará un rol activo en la recuperación de miles de lanzacohetes, minas y armas ligeras del que un día fuera el vasto arsenal de Gadafi.

Incompetencia

Las fuerzas revolucionarias están más capacitadas después de casi siete meses de combates, pero todavía no han sido capaces de derrotar a los leales en sus bastiones. Un doble asalto a Sirte y Bani Walid la semana pasada, fue repelido con artillería pesada, misiles y otras armas pesadas.

Las fuerzas revolucionarias han reivindicado progresos en el bastión del desierto de Sabha, que es la última gran ciudad en la carretera hacia Níger.

Wehrey dice que la principal razón por la que estas ciudades no han caído es por la continua “incompetencia” de los rebeldes en el campo de batalla, su agotamiento, y en algunos casos, porque el terreno favorece a los defensores.

La persistencia de las fuerzas de Gadafi ha sido comparada con la acuciante insurgencia en Irak, después de la invasión liderada por Estados Unidos en marzo de 2003, que derrocó a Saddam Husein, quien nueve meses más tarde fue encontrado escondido en un agujero de araña.

Libios y expertos señalan diferencias fundamentales en Libia, principalmente la falta de tropas extranjeras. Aunque la OTAN comenzó a apoyar a los rebeldes con ataques aéreos casi diarios, bajo un mandato de la ONU de marzo, para proteger a los civiles, y una ampliación de 90 días para la misión aprobada el pasado día 22 de septiembre, el levantamiento libio fue propio u original.

Además, Libia no se enfrenta a la misma división sectaria entre sunís y chiitas, y no tiene países vecinos con un interés en avivar la violencia.
“El pueblo libio y yo nos negamos a ser comparados con Irak”, dice Hassan Essghayr, asesor político del Consejo Nacional de Transición. “Fuimos tomados por la ocupación. Empezamos la revolución”.

Inestabilidad e insurgencia

Wehrey dice que cree que la caída de los bastiones de apoyo a Gadafi es solo cuestión de tiempo, pero añade que el gobierno de transición debe actuar rápido para restaurar la normalidad en el país, o se enfrentará a una mayor oposición.

“En las filas de los rebeldes hay otra fuente de inestabilidad e insurgencia”, dijo, sugiriendo que jóvenes que han estado combatiendo durante meses podrían entrar a formar parte de ejércitos privados si no estuvieran satisfechos con los nuevos líderes del país.

El gobierno interino todavía tiene que anunciar un calendario para las elecciones y las luchas internas políticas han bloqueado la formación de un nuevo gabinete.

“Derrotar a esos focos de Resistencia es un paso final importante para cerrar”, dice Wehrey. “Pero la verdadera prueba de legitimidad es: ¿pueden suministrar electricidad y otros servicios y vaciar las calles de armas?”.

(News 24, 22-09-11)

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