Un periodista eritreo-sueco, detenido durante 10 años sin cargos ni juicio

22/09/2011 | Crónicas y reportajes

Cuando se acerca el décimo aniversario del arresto de Dawit Isaak en Asmara, el periodista eritreo-sueco sigue encarcelado sin cargos ni juicio, a pesar de los incontables esfuerzos por lograr su liberación.

El único ciudadano sueco actualmente considerado prisionero de conciencia fue arrestado el 23 de septiembre de 2001, poco después de que el periódico eritreo que él fundó, publicase artículos pidiendo reformas políticas.

Isaak había huido a Suecia en 1987 durante la guerra de secesión de Eritrea contra Etiopía, pero volvió en 2001, para ayudar a conformar el panorama mediático en su país natal, recién independizado.

“Quiero estar donde están pasando las cosas… soy periodista y quiero trabajar como tal”, dijo a los amigos preocupados en Suecia, antes de volver a Eritrea.

El día de su detención, al parecer él pensó que sólo le arrestaban para ser interrogado, pero pronto descubrió que él y una docena de otros dueños, directores y periodistas de otros periódicos estaban acusados de ser espías de Etiopía y fueron encarcelados.

Suecia y la Unión Europea, junto con numerosos grupos de derechos y organizaciones de activistas, han demandado en repetidas ocasiones su liberación, y todos los grandes periódicos suecos han creado una campaña conjunta, dando cada día la cuenta de cuántos días Isaak, que ahora tiene 46 años, ha permanecido en cautiverio.

Hasta la semana pasada, el Parlamento Europeo demandó que fuera puesto en libertad, describiendo la situación de los derechos humanos en Eritrea como “deplorable”.

Pero después de una década de intentos fallidos, cada vez son más las voces que se elevan para exigir un cambio de la táctica de “diplomacia silenciosa”, elegida por Suecia.

“Hemos sobrepasado algunos límites durante estos diez años, debería haberse cambiado de estrategia”, dice Lars Adaktusson, uno de los periodistas más prominentes de Suecia, que se ha implicado personalmente en el caso.

Lo que se necesita, declara Lars a la AFP, es “algo más abierto, con medidas más fuertes, como sanciones y retirada de ayuda al desarrollo”.

El ministerio de Exteriores sueco, sin embargo, insiste en que el actual curso de trabajo en silencio, entre bastidores, es la única manera de tratar con Eritrea, que es considerada por muchos como la dictadura más represiva del mundo, y que se niega a reconocer la nacionalidad sueca de Isaak, obtenida en 1992.

“Suecia ha trabajado en este caso durante mucho tiempo, pero no podemos hablar de qué estamos haciendo exactamente porque eso no ayudaría a la situación”, declaró el portavoz del ministerio de Exteriores sueco, Anders Joerle. Aunque reconoce que “no sabemos mucho sobre la situación de Dawit Isaak”.

De hecho, el paradero de Isaak hace mucho que es desconocido y el caso no causó gran revuelo en Suecia al principio.

Pero después de que logró enviar una carta a escondidas desde la celda, a principios de 2005, se desató una tormenta mediática en el país escandinavo, y Estocolmo envió un diplomático a Asmara para negociar.

En noviembre de 2005, un alegre anuncio salió de la nada: Dawit Isaak era libre.

Incluso mandó unas palabras a su familia, que vive en la ciudad de Gotemburgo, en el sur de Suecia, diciéndoles que “los vería pronto en Suecia”.

Pero la alegría duró muy poco. Después de respirar el aire de la libertad durante tres cortos días, Isaak fue arrestado de nuevo y las autoridades de Eritrea anunciaron que sólo le habían dejado salir para una revisión médica.

El año pasado, los medios de Suecia publicaron las declaraciones de un antiguo guardia de prisión que decía que el periodista diabético estaba en la temida cárcel de alta seguridad de Eraeiro, cerca de Asmara, y parecía tener mala salud.

Los desgarradores detalles dados por el ex guardia, como la descripción del calor sofocante que es “peor que una tortura”, hizo que el periodista Adaktusson temiese que Isaak no estaba vivo.

“Cuando te hablan sobre las condiciones de la prisión y lo que ha sufrido estos últimos años, sinceramente, es difícil creer en un final feliz para esta historia”, dice.

Peter Englund, que dirige la academia Sueca del premio Nobel de Literatura, mientras tanto, declaró a la AFP en una reciente manifestación en Estocolmo en apoyo a Isaak, que el fracaso de Suecia a la hora de hacer cualquier progreso en este caso, durante la última década, es escandaloso.

“Es un enorme fracaso de la diplomacia sueca”, declaró.

Rita Devlin Marier

(IOL, 22-09-11)

Autor

Más artículos de Administrador-Webmaster