¿El presidente de Malawi, Bingo Wa Mutharika, es consciente del riesgo de incendio social que corre su país, confrontado desde el 20 de julio a una primera marea de manifestaciones y protestas violentas?
LA PROTESTA SOCIAL Y POLÍTICA
En esta parte de África las convocatorias circulan con mayor dificultad que en los países de África del Norte, por la escasez de medios electrónicos. La “primavera árabe” encuentra dificultades cuando trata de reproducirse al sur del Sahara.
Malawi, pequeño país, enclavado en África Austral, rodeado por Mozambique, Tanzania, Zimbábue y Zambia, es una nación pobre, sin apenas recursos naturales, fuera de la agricultura y la pesca en el lago Malawi. Los dos únicos productos de exportación son el té y el tabaco.
Después del día de “la gran cólera”, cuando fue organizada una primera manifestación masiva por las calles de las tres ciudades principales: Lilongwe, la capital, Blantyre y Mzuzu, la “temperatura” ha subido por plazas y calles, el clima político está calentándose. Hubo 18 muertos en los enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas armadas.
El viernes, 22 de julio, se celebraron los entierros de las víctimas, bajo la protección de las fuerzas del orden, mientras que el presidente Mutharika amenazaba a la oposición, que él acusa de ser la responsable de las violencias:
“Voy a obligaros a salir de vuestras madrigueras con humo, en cualquier lugar que os escondáis, porque vosotros no tenéis derecho a destruir nuestra paz.”
Anteriormente, acusara a los contestatarios de estar “inspirados por Satanás.”
UN MOVIMIENTO MÁS POLÍTICO QUE DIABÓLICO
La manifestación del 20 de julio estuvo convocada por una coalición de 80 organizaciones de la sociedad civil próximas de la oposición, como el Comité consultivo de los Derechos Humanos (HRCC –de sus siglas en inglés) para protestar conjuntamente contra la degradación de las condiciones de vida por causa de las frecuentes penurias de carburantes y contra una serie de medidas recientes, que permiten prohibir las manifestaciones y los artículos de prensa y radio, “contrarios al interés general”.
Este movimiento parece más político que “diabólico”. De igual modo, que no hay que confundir los intereses del partido en el poder con el bien general del pueblo.
Las manifestaciones del 20 de julio fueron una ocasión para asaltar los comercios y expoliar los establecimientos pertenecientes a simpatizantes y miembros del entorno del presidente, el Partido progresista Democrático (DPP – en inglés).
La policía disparó con balas reales. El viernes, 22 de julio, el presidente Mutharika aseguró a las fuerzas de la policía de todo su apoyo, mientras que el ejército se desplegaba por las calles.
UN POCO DE HISTORIA
Malawi, independiente desde 1964, heredó en la persona del Dr. Hastings Kamuzu Banda, un autócrata discreto en el plano internacional, pero terrible dentro del país, que entregó su pueblo a las vejaciones y expolios de sus “jóvenes pioneros”, que actuaban como una milicia.
Después de 30 años de dictadura, el anciano presidente, que se distinguió tejiendo buenas relaciones con el régimen de apartheid de Sudáfrica, se vio obligado a ceder el poder en 1994, al realizarse las primeras elecciones pluripartidistas, como consecuencia de manifestaciones y huelgas, gracias a la intervención de la Iglesia Católica, muy influyente en Malaui.
El juego democrático estaba en adelante abierto. Su sucesor, Bakili Muluzi, fracasó en su tentativa de modificar la Constitución para presentarse a un tercer mandato. Forzado a retirarse, escogió entre sus seguidores a un tecnócrata juzgado mediocre e inofensivo. Poco a poco el delfín se fue emancipando y mostró voluntad de relanzar la economía de Malaui, basada en el cultivo del tabaco. Cuando fue elegido en 1999, Bingo Wa Mutharika parecía por tanto inscribirse en el largo proceso de salida de la dictadura heredada del Dr. Banda.
LA REVOLUCIÓN VERDE FRACASÓ
B. W. Mutharica se había comprometido en el lanzamiento de un “revolución verde”, que sacó al país del hambre y permitió a Malawi exportar maíz. Pero 5 años sucesivos de crecimiento económico del 7% no se han acompañado de una mejora sensible de las condiciones de vida de los ciudadanos.
Malaui depende mucho de la ayuda internacional, que representa un alto porcentaje de su presupuesto nacional.
El segundo mandato de Mutharika se ha señalado por navegar a la deriva bruscamente y a una ruptura reciente con los donantes internacionales de ayuda.
Falto de reservas de divisas, Malawi no consigue pagar las facturas de los carburantes, coincidiendo con la compra de un avión Boeing para los desplazamientos presidenciales.
Todos estos bandazos e incompetencias son los que han llevado al pueblo a salir a las calles para protestar.
Esperamos los meses próximos para ver como evoluciona Malawi dentro de las protestas democráticas de los países del cono Sur del continente.
CONCLUSIÓN
La semana pasada, estuve conversando con el P. Julio Feliu, misionero Padre Blanco, que lleva más de 40 años en Malaui y él no es muy optimista. Yo viví durante 8 años en el seminario de Zóbue, que estaba en la frontera de Mozambique con la región de Dedza y admiro a las gentes de Malaui, entre los que hice buenos amigos. Todo ese pueblo laborioso y acogedor merece mejores gobernantes. Es una ‘especie rara’ en peligro de extinción…