Tras la cancelación de la extradición de Hissene Habre a Chad, las víctimas de sus atrocidades cuentan su historia

14/07/2011 | Crónicas y reportajes

Arrestos, desapariciones, torturas y asesinatos: las atrocidades del pasado han reunido a algunas de las víctimas del represivo gobierno de Hissene Habré en Chad, acusado de crímenes contra la humanidad.

Fatima Mando fue arrestada en su puesto de trabajo, en Yamena, en 1983, con otras tres mujeres, por gendarmes paramilitares, que las acusaron de haber tomado parte en una manifestación pro-rebelión.

Ella es una de las víctimas del gobierno con puño de hierro de Habré, que ha contado su historia este pasado fin de semana.

“Para hacernos hablar, hacernos confesar, nos golpeaban, nos golpeaban duramente. Nos obligaron a desnudarnos. Yo dije “no pienso desnudarme”, pero ellos me desgarraron la ropa y me la quitaron… Afortunadamente, sólo estuvimos allí diez días”, cuenta Mando, que cree que su liberación tiene que ver con la intervención de un superior de su trabajo.

“Mi marido es la única víctima entre los 40.000 (el número estimado de los muertos en detención, según el informe de una comisión de investigación de 1992) cuyo cuerpo fue devuelto”, cuenta Zenaba Galyam, viuda de uno de los máximos colaboradores de Habré, que fue arrestado en 1983, por dos de sus propios amigos y murió el 22 de abril de 1984, en el campo militar llamado “de los mártires”.

“Fui encerrado el 11 de mayo de 1989”, dice Jean Noyoma Kouvounsouna, que tenía entonces 28 años, cuando fue interrogado durante tres días. “”Me tuvieron atado y echaban agua a presión en mi boca, para obligarme a decir que yo era un agente de Libia en Chad”, recuerda.

Chad estaba en guerra con la vecina Libia del coronel Muamar Gadafi, en los años 80. Transferido al cuartel de los mártires, Kouvounsouna pasó siete meses y seis semanas encerrado.

Éramos seis en una celda de 1 metro y medio por dos. “Estábamos tan apretados que para darme la vuelta, todos los demás debían darse la vuelta”.

“Después de acostarme, cedía mi lugar a otra persona para descansar un rato, cuando yo me cansaba, él se levantaba para dejarme el sitio y descansar”, cuenta Clemente Abaifouta, que fue arrestado el 12 de julio de 1985, en Yamena, y estuvo en varios centros de detención, durante casi cuatro años.

Abaifouta fue obligado a ser sepulturero, en determinado momento llegó a enterrar entre ocho y diez cuerpos de media al día. Los carceleros llamaban a los cuerpos “bolsas”.

“Luchamos por averiguar por qué estabamos siendo tratados de ese modo”, pero él y sus compañeros de sufrimiento no obtuvieron ninguna respuesta.

El 13 de agosto de 1984, las tropas de una unidad de élite llegaron a recoger al hermano mayor de Pierre Ngolsou, entonces un niño de escuela, y a un amigo que supuestamente escondían a un personaje de la oposición de la vecina Nigeria.

“Desde aquel momento y hasta día de hoy, no sabemos qué pasó a esas dos personas”, cuenta Ngolsou.

Antoinette Mandjere, tenía 42 años y vivía en Sarh, en el sur, en septiembre de 1984, cuando su hermano pequeño desapareció. Su cuerpo fue encontrado unos días más tarde, abandonado en el bosque. “No enterraban a los muertos, dejaban que los cuerpos se descompusieran”, la gente del pueblo la ayudó a enterrarlo discretamente. No sabe por qué fue ejecutado.

Pero después fue el turno de Mandjere, que fue llevada ante el jefe de la policía local, apaleada con ramas y finalmente puesta en libertad, gracias al administrador del distrito. Si él no hubiera intervenido, “iban a atarme y a tirarme al río Chari”, explicó.

Ginette Ngarbaye fue capturada en 1985, en Yamena, por un hombre que dijo que había encontrado a una tía suya desaparecida, pero a donde la llevó fue a la policía de seguridad. La recibió un hombre “grande y gordo con la camisa manchada de sangre”.

Cuando le anunciaron que iba a ser expulsado, Habré reaccionó con “asombro y sorpresa” por la decisión del gobierno senegalés de enviarle de vuelta al país que un día gobernó, según cuenta uno de sus abogados senegaleses.

El abogado declaró ante la prensa que el propio Hissene Habré utilizó la palabra “secuestro”, al decir que “esto no es una expulsión ni una extradición, esto es una toma de rehenes”.

El equipo defensor de Habré está preparando una queja por violaciones de los derechos humanos, para presentar contra el presidente de Senegal, Abdoulaye Wade.

“Si algo le hubiera ocurrido al señor Habré, si hubiera sido finalmente trasladado en avión a Chad, el día 11 [como anunció el gobierno de Senegal que haría, aunque finalmente ese mismo día, retrocedió y decidió no extraditar al ex dictador a Chad], el presidente Wade sería demandado por complicidad en asesinato y actos de tortura”, explicó el abogado.

GAEL COGNE

(Daily Nation, Kenia, 13-07-11)

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