Artículo de fondo sobre la Primavera árabe

8/07/2011 | AfroIslam

LA CROIX 21/06/2001

Por Denise Ammoun

El gran imam de Al-Azhar hace su revolución

Habiendo hecho una llamada para un Estado egipcio moderno y religioso, El Jeque Al Tayyeb sostiene implícitamente a los liberales y los coptos, partidarios de la redacción rápida de una Constitución que prevería la separación de los poderes.
Nadie se esperaba esta toma de posición vigorosa de la parte de la más Alta Autoridad del islam sunnita. El Jeque Ahmed Al Tayyeb, gran imam de la prestigiosa institución Al-Azhar, ha hecho una entrada espectacular en la escena política egipcia el 20 de junio diciendo que “sostenía el establecimiento de un Estado nacional constitucional, democrático y moderno”.
Ha subrayado la necesidad de la separación de los poderes, de la igualdad de los derechos entre todos los ciudadanos, de la protección de los lugares de culto de las tres religiones monoteístas… Pero sin embargo ha confirmado su apego al artículo 2 de la Constitución actual, que considera la charia islamiya (derecho canónico) como la fuente principal de la legislación. Los periódicos egipcios han reaccionado inmediatamente hablando de un “documente histórico”.

Al Ahzar se impone de esta manera en el debate que divide a los egipcios: la cuestión de saber si hay que dar la prioridad a la redacción de la Constitución o circunscribirse al hecho de mantener en setiembre las elecciones legislativas.

LA CONSTITUCIÓN, UN PROYECTO QUE SERA LARGO A SACARLO

Después del derrocamiento de Hosni Mubarak el 11 de febrero, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA), encargado de dirigir el país durante el período de transición, había organizado un referendum el 19 de marzo, previendo las elecciones antes de la Constitución. Los nuevos partidos no habiendo tenido tiempo todavía para ir ganando adhesiones, los laicos y los liberales eran partidarios del “no”, para evitar una victoria fácil de las dos formaciones mejor organizadas, el Partido Nacional Demócrata (PND entonces en el poder) y el Movimiento de los Hermanos musulmanes.

Animados por la consigna que decía que “un buen musulmán debe votar ‘sí’”, el 77% de los electores habían sostenido la proposición.

LA CORRIENTE ISLAMICA GANA PARTIDARIOS

La disolución del PND el 16 de abril por la justicia ha dado la preeminencia a los Hermanos musulmanes. El 30 de abril, fundan un nuevo partido político, “La libertad y la Justicia”. Afirmando que no buscarán más del 50% de los puestos de la futura Asamblea, declaran aceptar la democracia. Pero su discurso no convence a nadie. Los partidos liberales y las minorías cristianas coptas están muy preocupados por la subida de la corriente islámica.

Además de los Hermanos musulmanes, los fundamentalistas salafistas tienen también su partido, El Nur, y quieren fundar un segundo partido. La Yihad islámica tiene la misma ambición. Entonces, ¿cómo no temer la redacción de una Constitución con un fuerte sello islámico?
El primer ministro, Assem Charaf, ha tomado posición por atraso de las elecciones legislativas. Pero el CSFA, que quiere respetar los resultados del referéndum, no le ha sostenido.

EL GRAN IMAM SERÁ ELEGIDO POR LOS ULEMAS, SEGÚN LA TRADICIÓN

En esta situación de alarma general, la declaración del Jeque At-Tayyeb, que había la precaución de analizar el problema con los ulemas (teólogos) e intelectuales, tranquiliza a los partidos liberales y a los coptos. Recuerda a los Hermanos musulmanes, que son también sunnitas, que no poseen el monopolio de la interpretación de los principios del islam. Esta toma de posición tiene su peso específico, a pesar de que la acción caritativa de estos últimos partidos les abre el camino de los desfavorecidos del Egipto profundo.

Por otra parte, el Jeque At-Tayyeb ha vuelto a tomar la reivindicación de ver el gran Mufti elegido también por los ulemas y no ser nombrado por el jefe del Estado. Esta era la tradición, pero en 1961, Nasser, para poner fin al poder del Al- Azhar, había nombrado por decreto presidencial al gran imam así como al muftí de la República.

INSTAURAR EN EGIPTO UN ESTADO QUE SEA EL REFLEJO DEL IDEAL REVOLUCIONARIO DE ENERO ÚLTIMO

El 22 de junio, 48 horas después de la declaración del gran imam, el CSFA ha afirmado que sostienen en Egipto la instauración de un Estado civil, democrático, que concretizará la libertad y la justicia social, conforme al deseo de los revolucionarios del 25 de enero. Ya en abril, el ejército había advertido que no permitiría que Egipto fuera gobernado por “otro Jomeyni”, en referencia al líder de la revolución islámica en Irán.
Y el 25 de junio, 19 partidos (algunos de ellos que no estaban todavía legalizados) han pedido al partido de los Hermanos musulmanes de establecer una plataforma común relativa a los grandes principios políticos: la democracia, la igualdad, la libertad de culto.


LEMONDE.FR 06/07/2011

Por Michel Tubiana. Presidente de honor de la Liga de los Derechos Humanos

La constitución marroquí, entre universal y universalidad

El debate en torno al proyecto constitucional marroquí, se inscribe en una problemática que va más allá de la controversia recurrente entre reformismo y ruptura, e incluso va más allá de los límites geográficos de Marruecos. Esta nueva Constitución plantea, de hecho, la cuestión de las vías originales que cada pueblo elige para elaborar la universalidad de los derechos y libertades.

Dejemos de lado que este texto no cumpla con la totalidad de las aspiraciones democráticas. Además que no conocemos un caso de democracia « perfecta », los dos términos me parecen incluso antinómicos, lo cual nos llevaría a adoptar el precepto de Lampedusa: “Si deseamos que todas las cosas se quede en su estado actual, hace falta que todo cambie”. Dejemos también de lado el pretexto del pasado y de la tradición, siempre ligado al peor postor, para exonerar este texto de sus insuficiencias. Como si el estado anterior de las cosas justificara el inmovilismo bajo el pretexto que siempre es mejor menos malo que antes.
Estas dos vías, aparentemente antagónicas, maquillan, me parece, tanto los avances de este texto como las interrogaciones importantes que deja en suspenso.

El hecho mismo de reconocer a una religión, aún calificada de islam moderado, una legitimidad que pone en concurrencia necesariamente la religión reconocida por unas elecciones y del Parlamento, quiere decir que está ligada estrechamente al papel que reivindica el rey. Si debemos constatar que el rey abandona o concede algunos de sus poderes, sin embargo conserva los suficientes como para continuar gobernando. Habiendo perdido su sacralidad, todavía confunde en su persona una legitimidad religiosa y política que no puede menos de mantener su influencia sobre el régimen, que iría bastante más lejos que el del papel de árbitro supremo que se atribuye a sí mismo.

Sobre todo, esto deja entero el lugar y el poder de los consejeros, lúcidos o menos, pero sin ninguna legitimidad democrática. Se puede palpar, a través de los 180 artículos, en qué medida estos factores han podido pesar a menudo de manera contradictoria. Este juego de equilibrio entre la adhesión a la “universalidad” y a la “indivisibilidad” de los derechos y de las instituciones democráticas, por un lado, y una identidad que desearían que fuera inamovible, por otro, hace que las contradicciones que recela este texto resulten más fuertes.

No hay libertad de conciencia, pero un Estado que “garantiza a todos el libre ejercicio de los cultos”. La apertura al mundo está proclamada pero la referencia inicial a la “Umma árabe e islámica” no ha desaparecido. La preeminencia de las convenciones internacionales está admitida con tal que se ejerzan en “el respeto de la identidad nacional inamovible”, etc. Introduciendo en el significado constitucional la igualdad y la paridad entre los hombres y las mujeres, dando un lugar concreto a la diversidad de los diversos componentes y diferentes orígenes de la sociedad marroquí, prohibiendo toda discriminación incluso en razón “de cualquier circunstancia personal que sea”, enunciando los principios de funcionamiento de una democracia participativa, adiriendo a los derechos humanos en su universalidad y su indivisibilidad, liberando la justicia de ciertas trabas (no todas…) etc., la nueva constitución marroquí, utilizando a veces algunas ambigüedades, innova, no cierra nada y se abre a otras evoluciones.

Sin duda alguna, la capacidad de la sociedad política y civil marroquí para transcribir en la obra titanesca que constituyen las leyes orgánicas que están por venir, los aspectos constitucionales, será esencial. De la misma manera, la composición, el funcionamiento y la independencia de los diferentes comités previstos a título del “buen gobierno” deberán ser objeto de un examen atento y de una vigilancia en todo momento. Estas reformas quedarán en letra muerta si, al mismo tiempo, responden rápidamente y con prioridad a las necesidades de justicia social, de la educación, de la lucha contra la corrupción y de la igualdad que traducen antes que cualquier otra cosa las manifestaciones actuales.

Esta urgencia justificaría la rapidez con la que se ha convocado el referéndum. Temamos al contrario que un lapso de tiempo tan corto no vaya a pesar bajo forma de sospecha. Con estas reservas, con sus límites y cortapisas, la constitución marroquí ofrece un punto de respuesta a esta contradicción temible entre un universal, que lima la diversidad de los pueblos bajo el pretexto de hacerles beneficiar de la misma libertad, y la universalidad, que sostiene las aspiraciones de los pueblos para construir su propio camino hacia la libertad.

El objetivo es aparentemente el mismo; la Historia demuestra que las sociedades se someten al universal mientras que la universalidad nace de ahí y se queda anclada en ella.


AFP
Por Khaled Desoukia

Después de la revolución, los egipcios se movilizan contra las tensiones interreligiosas.

El proceso de 48 personas acusadas de violencias en el ataque de dos iglesias en barrio de Imbaba (Egipto) debía abrirse el 3 de julio.

Durante los 18 días de las revueltas contra Hosni Mubarak, coptos y musulmanes olvidaron sus diferencias religiosas, pero después de la caída del rais, las violencias entre las dos comunidades han vuelto.

Hoy, egipcios cristianos y musulmanes tratan de luchar contra los enfrentamientos interreligiosos.

Unas diez personas están reunidas en una sala alumbrada por luces de neón. Las persianas han sido cerradas para protegerse del calor de junio y del ruido constante de los embotellamientos del barrio de Bab-El-Luq. El “Partido de la Alianza popular socialista”, uno de los nuevos partidos políticos en instancias de reconocimiento en Egipto, ha instalado sus locales en este apartamento del centro de la ciudad del Cairo.

Esta noche, son los miembros de la comisión de la lucha contra el confesionalismo los que se reúnen. Dina, Mohammed, Nader, Gihane… Algunos son coptos, otros musulmanes. Mujeres con velo, otras en tee-shirt. Jóvenes o cincuentones, todos han participado en la revolución del 25 de enero, que ha hecho caer el antiguo presidente Hosni Mubarak al término de 18 días de levantamiento popular.

“¡Cristianos, musulmanes, una sola mano!”, es uno de lo sloganes que han gritado, durante horas, en la Plaza de Tahrir. “Nuestro objetivo es hoy de sensibilizar los egipcios sobre la importancia de la unidad nacional. No ya el cliché mamido por el poder, sino la unidad nacional en su sentido real, que implica que todos los egipcios, cual sea su religión, son iguales en derechos”, martillea Aid Arus.
Porque después de la salida de Hosni Mubarak, la imagen de Epinal de una nueva Egipto liberada de las tensiones religiosas se ha diluido rápidamente. Varios acontecimientos nos recuerdan que las violencias entre coptos y musulmanes, en alza desde hace 10 años, no habían desaparecido con la revolución. Comenzando con el ataque de las dos iglesias en barrio pobre de Imbaba, que ha hecho más de 15 muertos y centenas de heridos en la noche del 7 y 8 de mayo, y por los que 48 personas debían ser juzgados en domingo 3 de julio.

“SON EGIPCIOS “LAMBDA”LOS QUE SE AFRONTAN EN ESTAS VIOLENCIAS”

“Son los antiguos responsables del antiguo régimen los que han hecho esto, quieren provocar una guerra civil y hundir el país en el caos”, clamaban numerosos habitantes de Imbaba al día siguiente de estas violencias.

Pero para Ilhem y sus amigos activistas, esta explicación es demasiado fácil. Piensan que en Egipto existe un problema real entre coptos y musulmanes, y que ya es hora de mirar las cosas de cara. “Varios de nosotros éramos miembros de la asociación “Egipcios contra la discriminación” antes de la revolución. Este grupo había sido creado en 2006, cuando unos cristianos habían sido apuñalados en unas iglesias en Alejandría. Después de los acontecimientos de Imbaba, hemos decidido de constituir esta comisión dentro del partido, para actuar concretamente”, explica Nader Enani, un ingeniero copto jubilado.

El grupo organiza discusiones allí donde hay problemas, como en Imbaba. Ejercen también la prevención en los barrios donde existen simplemente tensiones. “Recientemente hemos ido a los barrios de Ain Chams, donde la construcción de una iglesia plantea problemas”, cuenta Ilhem. Hablamos con la gente, invitamos a crear grupos locales encargados de promover la aceptación del otro”. Siendo musulmana ella misma, Ilhem está persuadida que la solución no puede venir más que de la mayoría musulmana.

La mayoría de los egipcios musulmanes no logran sin embargo reconocer que existe un verdadero problema interreligioso en su país. “Se les señala con el dedo diciendo que son los salafistas, los hombres del antiguo régimen, los extranjeros los que son responsables… Pero hay que comprender que son egipcios “lambda” que se afrontan cuando hay violencia”, repite Hossam Bahgat, director de la iniciativa egipcia pare el derecho de las personas (EIPR), una ONG de defensa de los derechos humanos que sigue de cerca las tensiones interreligiosas.

“CADA VEZ MÁS JÓVENES COPTOS QUIEREN EXPRESARSE POLITICAMENTE INDEPENDIENTEMENTE DE LA IGLESIA”

El grado de gravedad, desde hace diez años, tiene causas muy profundas: propagación de ideas negativas sobre los cristianos bajo los efectos de la re-islamización de la sociedad; y, en reacción, cierre sobre sí mismo de la comunidad copta, que está cada vez más permeable a un cierto pensamiento islamófobo. A esto se añade un malestar social y económico que constituye un terreno fértil para las tensiones confesionales en las zonas agrarias y en los barrios pobre, y sin que hablemos del laxismo de las autoridades.

“Los afrontamientos se repetirán cada vez más en tanto que el Estado no aplique la ley y no condene los culpables de las violencias contra los cristianos”, afirma Isaac Ibrahim, estudioso del EIPR.

De parte de los coptos, el miedo va ganando terreno después de la revolución: muchos se sienten más vulnerables que nunca, cuando a penas la policía apenas se muestra en las calles y que los grupos islamistas reprimidos bajo Mubarak se expresan ya libremente en los medios de comunicación. “Pero nosotros también tenemos ahora la posibilidad de manifestar libremente para reclamar nuestros derechos”, subraya Bishoi Vita, 24 años, comprometida en la Unión de los jóvenes de Maspero, consultado después de los incidentes de Imbaba.

Contra la opinión del papa Chenuda III, que les pedía de entrar en sus casas, algunos coptos han manifestado durante varias semanas, en mayo, delante del edificio de la televisión pública, en Maspero. Siendo los responsables de la Iglesia copta los aliados del régimen de Mubarak, la revolución ha redistribuido las cartas. “La Iglesia mira con malos ojos los cambios en curso, porque el riesgo es que se pueda disminuir su poder sobre la comunidad: cada vez más jóvenes coptos quieren expresarse políticamente y esto independientemente de la Iglesia”, afirma Bishoi. Para el joven militante, es un primer paso para que los coptos se conviertan totalmente en ciudadanos del nuevo Egipto.

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