Un contrabandista de inmigrantes llamado Gadafi

9/06/2011 | Opinión

Cada día se le aprietan más las tuercas al “guía” libio Muamar Gadafi. Con la puesta en escena de los helicópteros de combate “Apache” y “Gacela” el conflicto ha entrado en una fase decisiva. Algunos expertos querrían que con la intervención de los helicópteros de combate comienzase una intervención militar terrestre. Aunque una cosa es segura, el vuelo de los helicópteros sobre Brega y Trípoli demuestra que la defensa antiaérea del ejército del “guía” se ha reducido a la mínima expresión, lo que permite ataques precisos sobre algunos objetivos en lugar de bombardeos aéreos que causan daños colaterales graves.

Gadafi y los que aún le apoyan cada vez están más expuestos al fuego enemigo. Sólo depende de él mismo decidir su forma de salir del conflicto. Morir como un mártir en uno de sus numerosos bunkers o dejarse detener como Laurent Gbagbo. No está muy lejos el final. En un momento en el que el “guía” libio ha elegido de nuevo zafarse con una carta inesperada en su juego. Debilitado militarmente por los bombardeos occidentales, acorralado por los radares y hostigado por las fuerzas rebeldes del Consejo Nacional de Transición (CNT), Gadafi intenta llevar a cabo un nuevo combate “honorable”.

Se ha convertido en un improvisado contrabandista de inmigrantes ilegales hacia Europa, especialmente hacia Italia. Los candidatos no perderán ciertamente el precio promocional que proponen los ojeadores del dirigente libio. Una ocasión de oro para algunos, aunque para muchos de estos candidatos a una nueva vida es un contrato con la muerte, instrumentalizados por un político que ladra y que, recluido en su escondrijo, intenta inundar Europa de clandestinos como represalia a la guerra que él mismo hace por su interés. El cinismo de la operación es tal que necesita ser su propio ideólogo.

La guerra en Libia y los cambios que se están llevando a cabo en los países del Magreb han puesto en el exilio a muchos africanos. La presión es por ello muy fuerte en las fronteras del Mediterráneo. Los inmigrantes ilegales podrían ser un buen método de chantaje para Gadafi si no tuviera una rodilla en tierra. Al hacerlo, da una razón adicional a sus adversarios para precipitar su derrocamiento. Como Laurent Gbagbo, que quiso hacer el máximo de daño antes de marcharse, aferrándose al poder hasta el final sin importarle el precio a pagar por su pueblo, al cual dice amar. El “guía” con esta nueva estrategia muestra hasta qué punto quiere mantenerse en el poder. El hombre fuerte de Trípoli se ha convertido en un vulgar contrabandista de inmigrantes ilegales, con la intención de sembrar el caos en occidente. El “guía”, tengo que decirlo, ha caído muy bajo.

Abdoulaye Tao

Publicado en “Le Pays” Burkina Faso, 6 de junio de 2011.

Traducido por Juan Carlos Solís Santander, para Fundación Sur.

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