El etno-colonialismo africano

7/06/2011 | Opinión

Una disertación del Dr. Alexis Dieth profesor de filosofía en el Instituto de Francofonía de Viena.

El resurgir del discurso anticolonialista, anti-imperialista y de la ideología del panafricanismo en los Estados africanos propensos a tensiones internas, que parecen depender de una dinámica de transformaciones estructurales portadoras de la aparición de una nueva sociedad, todo este resurgir plantea una cuestión.

El anticolonialismo, el anti-imperialismo, el panafricanismo, parecen estar cada vez más instrumentados. Se presentan como ideologías de legitimación de una clase dominante africana endógena. Parecen servir para disimular una explotación endógena africana, clasista y asegurar su perpetuación. Parecen resaltar cada vez más de la esfera de las superestructuras. El anti-colonialismo, el antiimperialismo, el panafricanismo parecen haberse convertido en una visión del mundo y una filosofía relativas a una estructura socio política específica y original que se ha constituido en África después de las independencias sobre los escombros (o ruinas) de la colonización.

¿Qué es esta estructura de dominación socio política africana especifica que parece inscribirse ella también en la continuidad de la estructura de dominación económica y política de tipo colonial?

La colonización designa una acción de ocupación y de explotación de un país por un grupo de personas que vienen de un país extranjero. Esta explotación, obra de estos extranjeros, que se arrogan una posición dominante en el país ocupado, se efectúa en el interés de su país de origen, así como en su propio provecho. Es de esta manera como Costa de Marfil, Gana, Angola, Guinea Ecuatorial, la República Democrática del Congo y Libia, por ejemplo, fueron antiguas colonias de los países occidentales y que los colonos se nos presentan siempre, sobre todo después de las independencias formales, como extranjeros de raza blanca que ejercen una dominación sobre los africanos y los aborígenes, en todos los países del Tercer Mundo. Sin embargo, después de las Independencias, la experiencia de una dominación y de una tutela endógena en la cual, en los países de África, un grupo étnico de autóctonos se apropia el poder del Estado y lo gestiona como lo haría una potencia ocupante extranjera, nos obliga a revisar el concepto de colonización. ¿Podría hablarse de una colonización étnica interior africana que tendría lugar en los Estados multiétnicos, heredados de la colonización extranjera occidental, en las que las comunidades étnicas extranjeras, las unas a las otras, fueron agrupadas a la fuerza?

La sociedad multiétnica puede, en efecto, ser considerada como un espacio y un territorio extranjero por los grupos étnicos particulares que no se reconocen en ese tipo de sociedad.

Si se adopta este punto de vista, se puede concebir una dinámica de colonización étnica interior, inspirada en la colonización occidental extranjera y que pone en situación de lucha las comunidades étnicas con vista a la conquista del poder del Estado, condición para el acceso a los recursos, la riqueza y la seguridad de la existencia. En esta perspectiva, un grupo étnico se apropia el Estado, sus instrumentos y sus despojos, y explota el territorio por su cuenta dominando y sometiendo todas las otras etnias que habitan en el territorio en cuestión.

El principio de la economía familiar en el Centro del Estado

Designamos pues con el concepto de etno-colonialismo, la situación en la que una elite étnica, originaria de una sola región de un Estado multiétnico heredado de la colonización, toma posesión del poder del Estado y sus instrumentos para su provecho personal en detrimento de las otras etnias e inscribe en sus estructuras formales su principio familiar y patrimonial particular en forma de contenido. Provistos del arma del conocimiento y habiéndose beneficiado de la educación occidental que les asegura un cierto dominio de la modernidad, las elites étnicas de una misma comunidad dejan su región para conquistar el poder del Estado. Van a habitar y explotar, a partir de la capital, en provecho exclusivo de los suyos, el territorio extranjero que representa para ellos el Estado multiétnico del que rechazan la existencia. Van a apropiarse del poder de Estado en detrimento de las otras etnias, consideradas como poblaciones extranjeras que hay que someter, dominar o excluir del territorio. El recurso al nacionalismo étnico y al etnocentrismo, como ideología de legitimación, va a dar un contenido y consistencia a las estructuras formales del Estado postcolonial. Se redefinirá entonces una soberanía basada en la pureza étnica, las tradiciones y las solidaridades culturales a guisa de fundamento de una nueva legitimidad.

Este enraizamiento explica la gestión patrimonial del Estado por una familia, un clan o una etnia y la monopolización subsiguiente de la economía, de las Fuerzas Armadas, del ministerio del Interior, del ministerio de Asuntos Exteriores, de la alta administración y de la política en su conjunto. Esta apropiación patrimonial que pone en el centro del Estado el principio de la economía familiar así como el exclusivo, de la satisfacción del interés particular y personal de los miembros de la elite de la sociedad, esta apropiación es, entre otras causas, una de las explicaciones del fenómeno de la dominación de los Estados africanos por las corporaciones y las empresas comerciales y financieras privadas extranjeras, cuyos intereses son relevados por medio de las rentas, por las elites étnicas y de los clanes dirigentes. La ausencia de una sociedad civil endógena, la inexistencia de intereses particulares corporativos locales y de una estructura estatal autóctona que encarne la síntesis dialéctica en un interés general, abre en la república multiétnica formal, un espacio que está ocupado por la alianza de los intereses particulares del patrimonialismo familiar y tribal con los intereses privados de empresas y de Estados extranjeros. De todo ello resulta necesariamente, un liberalismo corrupto, pervertido en su esencia por el desarrollo desenfrenado del interés particular de una minoría étnica dominante en el nuevo cuadro jurídico de la propiedad privada o bien un totalitarismo étnico fundado en el reinado de una elite tribal.

Conviene subrayar aquí que el término de colonialismo interior se justifica aun más puesto que generalmente los beneficios financieros de la explotación de los recursos del Estado multiétnico no son distribuidos a la totalidad de los miembros de la etnia des-colonizadora. Si la distribución se efectuara en provecho de la totalidad de los miembros de esta etnia, esta apropiación étnica del Estado podría comprenderse como resultado de la desconfianza atávica originaria que las poblaciones alimentaron hacia el estructura extranjera agresiva, que representó el Estado colonial represivo y divisor. El control del Estado podría aparecer entonces como la mediación por la cual una etnia asegura la seguridad y la existencia de su comunidad en el contexto de la competencia y de la lucha por el poder en los Estados multiétnicos. No se puede tampoco hablar de colonialismo étnico interior, cuando una elite étnica, asociada a la totalidad de las otras elites étnicas en el cuadro del partido unido dentro de la comunidad multiétnica, hace una distribución de las riquezas en provecho del conjunto de la sociedad y lleva a cabo realizaciones e inversiones de interés público en todas las regiones del territorio.

Conviene precisar que el concepto de colonialismo étnico interior designa el caso especifico de una toma del poder y de una gestión patrimonial del Estado multiétnico por una sola elite étnica que se desentiende del interés general y del bien público, una oligarquía interesada exclusivamente por ella misma y su bienestar personal en detrimento del bienestar del conjunto incluso del de su etnia de origen.

El estado etno-céntrico nacionalista de Costa de Marfil de los años 2000 y hasta hoy mismo, ilustra perfectamente este caso. Otra versión del colonialismo interior africano es en el que el dirigente político étnico pro-occidental rodeado de los miembros de su familia, de su clan y de su tribu se constituye resueltamente en el transmisor de intereses de las empresas privadas de los Estados occidentales en detrimento de los intereses de su propio Estado y de los de las poblaciones residentes. Es el caso de los tunecinos, de los gaboneses, de los togoleses, de los cameruneses, los angoleños y los ecuatoguineanos, por ejemplo.

Pillaje de las riquezas

Tanto en su versión etno-céntrica nacionalista como en su versión pro-occidental, el colonialismo étnico interior se caracteriza por un pillaje de las riquezas y de los productos territoriales, pillaje que se hace exclusivamente en provecho de la gran familia de las elites étnicas colonizadoras y de sus clientes. El colonialismo étnico interior designa una colonización que se efectúa en el interior del cuerpo social, una especie de cáncer que resulta de la hipertrofia de egos unidos en la gestión patrimonial del poder del Estado y de la “concupiscentia dominandi”, el orgullo de la dominación de la posesiona y del honor. El cuerpo social se desvitaliza entonces desde el interior por la acción de las pulsiones de muerte proveniente de una de sus células y que regresan al cuerpo de la sociedad. El cuerpo social está sometido a un control totalitario ejercido sobre el conjunto de sus órganos situados bajo el principio de la violencia y de la muerte. Los recursos son despilfarrados en gastos ostentosos que deban dar visibilidad a los lugares del poder y a asentar el prestigio de los que ejercen, a los ojos de las masas. Los capitales son transferidos al extranjero y asegurados en paraísos fiscales. Se organiza la pobreza generalizada, garantía de la sumisión colectiva. Los recursos son saqueados por las elites étnicas predadoras en detrimento de su propia comunidad de origen, a la que engañan recurriendo a la ley consuetudinario de la solidaridad étnica que impone ponerse siempre a favor de los suyos hagan lo que hagan. Tienen siempre sin embargo cuidado de asegurar esta solidaridad étnica con prebendas juiciosamente distribuidas a los jefes tradicionales cómplices y a ciertas clientelas tribales . Engañada, la comunidad étnica, se enorgullece de tener a uno de los suyos, dueños del poder de Estado, la comunidad étnica instrumental izada es utilizada como ganado electoral durante los sufragios populares en el Estado multiétnico y como clientela política en el multipartidismo africano.

En la versión etno céntrica nacionalista del colonialismo interior africano, el recurso a la retorica anti-colonialista, al panafricanismo, a la teoría del complot internacional en caso de oposición y de revuelta popular, es un instrumento de disimulación de las razones endógenas de la revuelta, un instrumento de diversión que justificará la represión de la revuelta. En caso de conflicto de interés con el mundo occidental, es un camuflaje del que se sirven las elites étnicas dirigentes para proteger y perpetuar su dominación colonial autóctona captando el apoyo popular contra el adversario occidental, más fuerte militarmente, que les disputa la dominación del territorio.

Bajo el pretexto de la solidaridad tercermundista, de la defensa de la soberanía nacional, del panafricanismo y de la lucha anti-colonialista, la alianza con las potencias orientales como China y Rusia, el chantaje ejercido sobre la atribución de los mercados públicos y las concesiones de explotación económicas es un artificio de protección de la colonización étnica interior. El pedigrí de estos aliados estratégicos circunstanciales que codician con glotonería su parte del pastel de los recursos nacionales testimonia de una alianza que no motiva en nada ni la preocupación por la defensa de la soberanía nacional ni la sagrada de los propietarios del mundo entero y aun menos la filantropía hacia los países del tercer mundo.

Alexis Dieth

De origen franco-marfileño, Alexis Dieth es titular de un doctorado sobre “La ética formal de Kant”, defendido en la Universidad de Poitiers. Es profesor en el Instituto de la Francofonía en Viena.

Publicado en Afrik.com, sección La otra África, el 5 de Abril de 2011.

Traducido por Inmaculada Estremera, H.m.n.s.d.a.

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