“Para erradicar el hambre, tratad a las pequeñas explotaciones agrícolas como negocios”

6/06/2011 | Crónicas y reportajes

La alimentación de los hambrientos del mundo es el desafío de nuestro tiempo, dice el Dr. Kanayo Nwanze, un enérgico defensor de los pobres, especialmente las mujeres de zonas rurales. Nwanze es presidente del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (IFAD), un organismo especializado de las Naciones Unidas que trabaja para erradicar la pobreza entre los 1,4 miles de millones de personas que viven en las zonas rurales de los países en desarrollo. Un informe reciente del IFAD dice que la producción mundial de alimentos debe aumentar un 70% en los próximos 30 años para alimentar a unos nueve mil millones de personas en el mundo. La reportera de Allafrica, Juanita Williams, habló recientemente con Nwanze en Ciudad del Cabo, donde asistía al Foro Económico Mundial para África. A continuación presentamos un resumen de aquella conversación.

Nos centramos en la agricultura y el desarrollo rural, por lo que solo trabajamos en las zonas rurales de los países en desarrollo. Actualmente tenemos programas y proyectos en 90 países. Hemos invertido cerca de 12,5 mil millones de dólares apoyando a cientos de programas y proyectos. Creo que es justo estimar que hemos contribuido a la reducción de la pobreza de unos 350 millones de pobres. La línea internacionalmente aceptada entre la pobreza y la no pobreza está entre 1 y 1.25 dólares. En la mayoría de las comunidades en desarrollo, la gente habla de elevar los ingresos hasta 2 dólares. Creo que el mover a alguien desde 1 dólar a 2, no significa que lo saquemos de la pobreza. Esencialmente se está gestionando la pobreza. Cuando se llega a 3, 5 o 10 dólares, entonces las personas pueden comprar alimentos, pero pueden, incluso, hacer mucho más. Pueden comprar medicamentos cuando su hijo está enfermo o se puede enviar a los hijos a la escuela. En eso consiste la erradicación de la pobreza.

Nuestra experiencia es que los pobres de las zonas rurales no están a la espera de una limosna del gobierno. Ellos quieren ser capaces de tener la oportunidad de entrar en la actividad económica.

En las comunidades rurales, donde la agricultura es la principal fuente de ingresos y empleo, no solo tenemos que crear oportunidades para que los agricultores aumenten su producción y productividad. Deben tener salidas a los mercados. A menudo, cuando los agricultores son capaces de aumentar su producción y productividad, el acceso a los mercados se ve obstaculizado por las carreteras.

En las últimas dos décadas, hemos sido capaces de ayudar a los pobres a mejorar sus medios de vida, proporcionándoles el acceso a los servicios financieros, a suministros, a mejores instalaciones de almacenamiento, a información sobre los mercados para que tengan mayor poder de negociación con los compradores, y, en algunos casos, a la infraestructura. Así es como el espacio rural empieza a transformarse.

Los excedentes de la producción agrícola también pueden impulsar las actividades no agrícolas: micro-procesamiento, micro-finanzas. Las comunidades comienzan a invertir en su propio desarrollo. He visto que esto sucede en muchas comunidades en todo el mundo cuando apoyamos a los gobiernos y a las comunidades rurales.

El sesenta por ciento de la población africana es menor de 24 años. Así que nos centramos en los jóvenes con la premisa de que si se invierte en la agricultura y el desarrollo rural, transformando, de esta forma, el espacio rural en un espacio económicamente viable, no solo se está transformando la comunidad, sino que se está frenando la migración de los jóvenes hacia las áreas urbanas.

En África, la mayoría de las actividades agrícolas las llevan a cabo las mujeres, por lo que hay que centrarse en el empoderamiento de estas. Invertimos en la mejora de las capacidades de las comunidades y de los individuos –principalmente en las asociaciones de agricultores y organizaciones de mujeres- para construir un marco institucional y unas estructuras de gobierno, para que ellas mismas puedan participar en la promoción de los líderes de su comunidad. Eso es poder.

Debido al éxito de los proyectos financiados en Benín, en 2006 el gobierno estableció un Ministerio de Finanzas Rurales dentro del Ministerio de Hacienda, dirigido por una mujer. En muchas comunidades de los países en desarrollo –no solo en África- las mujeres no tienen derecho a la tierra. En Etiopía se trabajó con el gobierno para apoyar a las comunidades donde las mujeres pueden poseer tierras, igual que sus maridos.

Nos centramos en la gestión de los recursos naturales, lo cual es clave en las zonas rurales en términos de cambio climático. Ayudamos a las poblaciones de las comunidades rurales para que sean capaces de adaptarse a los efectos del cambio climático.

Estos es un resumen de las actividades de transformación en las que estamos metidos: la transformación de la mentalidad y hacer que la gente, especialmente las mujeres, puedan tener acceso a los servicios financieros, a la tierra, a los recursos, y al agua para el riego.

Lo que está claro es que intervenimos en la política de medio ambiente de un país a través de resultados concretos sobre el terreno –convenciéndolos de que se trata de una inversión que es buena para el país, para el futuro.

Quiero concluir diciendo que para nosotros es primordial el papel de la pequeña agricultura en la seguridad alimentaria. El 80% de los agricultores de los países en desarrollo, África incluida, son pequeños agricultores que poseen menos de 2 hectáreas. No se puede producir una transformación de la agricultura y de la seguridad alimentaria, sin que los pequeños agricultores sean parte de la solución. Debemos dejar de considerar a la agricultura a pequeña escala como una forma de vida donde las personas están condenadas a la pobreza.

Los pequeños propietarios, ya sean agricultores, pescadores o forestales, tanto hombres como mujeres, desarrollan una actividad económica a nivel de subsistencia. Pero debemos ver esa actividad como un negocio que necesita obtener un beneficio, por tanto nuestra función es decir “¿Cómo podemos transformar esto en un negocio rentable?”

Para mí es gratificante el que desde hace algunos años la gente haya empezado a hablar de la agricultura a pequeña escala como un negocio. En el Foro Económico Mundial para África, he visto cómo los altos funcionarios de los gobiernos y el sector privado han llegado a reconocer que la seguridad alimentaria mundial no puede conseguirse sin la participación de los pequeños agricultores. Creo que este es el mensaje: los gobiernos deben invertir en la agricultura como si se tratase de un negocio y crear el ambiente para que los pequeños productores se sumen a las actividades económicas que son rentables.

Fuente: Allafrica. 06.11.2011

Traducción: Chema Caballero.

Autor

Más artículos de Administrador-Webmaster