Estamos en una convulsión general al nivel mundial que podría terminar cambiando el tablero geopolítico global. Las diferentes guerras y los conflictos larvados están favoreciendo el surgimiento de los nuevos ejes donde gravitan los países. Los centros del poder se van desplazando y asistimos al resurgimiento de los nuevos polos de atracción y el debilitamiento de los antiguos. No cabe duda de que todo esto acabará con una nueva gestión de los asuntos del mundo. En esto, África no ha quedado atrás.
Hasta hace cinco años, África parecía estancada en la historia. Principalmente en los países antiguamente colonizados por Francia, nadie podía imaginar un cambio que no estuviera pensado y gestionado desde la Metrópoli. Tanto los golpes de Estado, el mantenimiento de los dictadores o el cambio de dirigentes por medio de las urnas obedecían al plan diseñado por las oficinas de Eliseo. Pues, en muy poco tiempo, todo esto está cambiando de manera drástica. Hemos de pensar que la situación mundial actual tiene algo que ver en esto, pero también podemos encontrar la razón en el cambio de mentalidad de una gran parte de la población que ya no soporta la tutela de los países occidentales. Las redes sociales están favoreciendo una mayor sensibilización sobre el panorama mundial y poco a poco, muchas voces panafricanistas se hacen escuchar sobre todo el continente.
Antes, era impensable un golpe de Estado en algún país de África sin que la preparación haya sido hecha en un país poderoso o al menos que el golpe haya sido bendecido de alguna manera por lo que se llaman sobre el continente “los poderes imperialistas”. Cualquier cambio de gobierno estaba siempre auspiciado por los países llamados democráticos. De igual manera, los dictadores longevos gozan del apoyo de las potencias que andan por el mundo predicando hipócritamente la democracia y los derechos humanos. Incluso, cuando había elecciones democráticas, los mismos poderes se las arreglaban para que saliera el candidato favorable a sus intereses. Así África ha funcionado durante las últimas décadas. Si durante la guerra fría había dos ejes de gravedad mundial, después del desmembramiento de la URSS, la mayoría de los países africanos estaban obligados a orientarse hacia Europa occidental.
Todo esto está cambiando de manera que sorprendería a más de uno. El viento del cambio empezó por el Sahel dónde algunos países, desafiando la amenaza de Francia, hicieron golpes de Estado revolucionarios. Los nuevos presidentes de Malí, Burkina Faso, Níger, no tomaron el poder, empujados por algún tutor extranjero sino motivados por una nueva mentalidad de autonomía. Empezaron denunciando los acuerdos militares con Francia y expulsando de sus territorios a los militares extranjeros presentes. Tocar a Francia o a sus intereses en los países considerados como su coto por su relación histórica de tipo colonial era hasta hoy visto como poner la mano en el fuego. Sin embargo, parece que los tiempos han cambiado
Más allá de los golpes de Estado por unos jóvenes militares con cariz revolucionario, ocurre otra realidad mucho más democrática. Se trata del resultado de las elecciones en Senegal. A pesar de las intimidaciones por parte del gobierno, el pueblo eligió a Bassirou Diomaye Faye, un joven de 44 años salido directamente de la cárcel. Encarcelado con el presidente de su partido, Ousman Sonko, por sus ideas de ruptura y de refundación de la nación, el pueblo senegalés se volcó masivamente en las elecciones y desafió al poder. El mundo pudo presenciar como los políticos que predican la soberanía económica, militar y política llegaron al poder en un país donde todo se hacía con el beneplácito de Francia. Ahora queda ver qué tipo de cambios introducirán, pero nadie duda de que el nuevo camino emprendido es irreversible.
En todos estos asuntos, el tema candente para los nuevos gobernantes será el franco CFA, una moneda relacionada con la colonización y gestionada en parte por el banco central francés. Es una verdadera patata caliente ya que, al parecer, el depósito de las devisas del CFA en el banco de Francia reportaría ingentes cantidades de beneficios para el país huésped. El día que los 14 países que utilizan el franco CFA retiren sus divisas para depositarlas en su propio banco, nadie sabe el impacto que esto tendrá en la economía de Francia.
En todo caso, es importante notar que el viento de cambien es imparable. Cabe pensar que otros países se atreverán a romper el tabú y plantear seriamente sus relaciones con los países occidentales en clave de las relaciones multilaterales. La época de una relación bilateral exclusiva está tocando fin. Rusia, China, Turquía, India y otros países están empujando para establecer relaciones privilegiadas con el continente africano y ya no será posible impedirlo.