Londres: encuentro con una ruandesa que molesta

31/05/2011 | Crónicas y reportajes

Desde hace un mes, la actualidad en la diáspora ruandesa está dominada por las informaciones provenientes de Londres según las cuales Ruanda hostiga a varios ruandeses residentes y que incluso habría planeado eliminar a alguno de ellos. ¿Quiénes son esos ruandeses que molestan a Kigali; cuál ha sido su recorrido, por qué molestan, qué desean?

Joven refugiado hutu que huyó de las atrocidades del FPR, mujer tutsi superviviente del genocidio de 1994, hombres y mujeres que combatieron en las filas del FPR, sus perfiles son diversos, pero comparten el hecho de participar regularmente en las actividades de una asociación denominada “PAX”; su última actividad fue la organizada el 19 de abril de 2011 que ha sido la que ha molestado en especial al régimen.

Jambonews ha mantenido un encuentro del Prudentienne Seward, presidenta y cofundadora de la asociación: su historia simboliza la complejidad de la tragedia ruandesa. Nació en Ruanda al inicio de los años 1960 de un padre tutsi y de una madre mitad hutu mitad tutsi; en la tradición ruandesa Prudentienne es una tutsi, ya que es el padre el que transmite la etnia. Con una sonrisa nostálgica nos cuenta cómo la población vivía en simbiosis y nos da el ejemplo de la tradición anual de “Ubudehe”, que consistía en llamar en ayuda al vecindario para la recolección del “amasaka”. Los que tenían grandes propiedades, como su familia, invitaban a los vecinos a que vinieran a cultivar los campos y luego “compartíamos juntos el “ikigaye” ofrecido por el propietario en forma de agradecimiento, todo el vecindario compartía este momento de alegría”.

Cuando el FPR desencadenó la guerra, el 1 de octubre de 1990, las relaciones no cambiaron, “pero, se me pedía más a menudo mi carné de identidad”. Cuando el 6 de abril de 1994 fue derribado el avión del presidente Habyarimana, Prudentienne se encontraba en Butare y esa misma tarde el pánico era generalizado. Todos debían regresar a su zona de origen. Nos cuenta que del 6 al 21 de abril se constituyeron barreras conjuntas por parte de hutu y tutsi que temían que “miembros de la CDR vinieran a asesinar a hutu del sur y a miembros del partido PSD”. Prudentienne nos cuenta que fue el 21 de abril cuando comenzaron las masacres sistemáticas de los tutsi, “con un discurso pronunciado por el presidente interino Rediré Sindikubwabo”. Nos dice que alberga dudas sobre la existencia de una planificación, ya que “se calentó a la gente a última hora, fue a partir del 21 cuando las mentes se calentaron”.

A partir de esta fecha, ella se sintió amenazada y temió que en cualquier momento milicianos interahanwe dieran con ella y la asesinaran. Fue el burgomestre de Nyaruhengeri, Charles Cabeza, quien le salvó la vida; este hombre, no cuenta, fue posteriormente matado por el FPR en el Congo. El 24 de junio, gracias a Oxfam, a la asociación “Terre des hommes” y sobre todo a Chris, su marido, ciudadano británico, pudo ser evacuada hacia Burundi con un grupo de extranjeros.

En Burundi recibió la noticia de que todos los miembros de su familia por parte de su padre, así como sus sobrinas, habían sido masacrados por los interahamwe. En agosto de 1994, tras la toma del poder por `parte del FPR, Prudentienne decide retornar a Ruanda para reencontarse con su madre y su hermana mayor. Pensando que la paz había regresado, vivió una verdadera desilusión: “cuando yo pensaba encontrar la paz, vi cosas horribles; el FPR estaba colocando a la gente en campos; se olía por todas partes a cadáver y comprobábamos que los hombres eran sistemáticamente masacrados”. Llegó a su aldea natal y sólo encontró ruina y desolación. “Los milicianos habían destruido nuestra casa”.

Cuando buscaba el rastro de su madre, topó con un hombre que le informó que su madre, su hermana mayor y su tía, a las que ella buscaba, habían sido matadas unos días antes por el FPR. “Acababa este hombre de darme esta noticia tremenda, cuando se acercó un soldado del FPR que había escuchado lo que el hombre me había dicho y exclamó: ‘hemos venido a salvaros y decís que os hemos matado’ “, y este soldado le pegó un tiro ante sus ojos. Chris, su marido, presente en esta escena, se expresó con cólera: “¿pasáis por ser los salvadores de la gente y la estáis masacrando?. El soldado trató de justificarse: “Tu madre ha sido matada porque era una interahamwe, no matamos a gente normal (abantu bazima)”. Al oír al marido que hablaba francés, los soldados entraron en estado de agitación y repetían: “es un francés”. Atrapados por el pánico, subieron al coche y fueron perseguidos por un jeep que disparaba hacia ellos, “pero, gracias a Dios, pudimos escapar de ellos”.

Huyeron de Ruanda y fueron a vivir a Angola, donde su marido fue nombrado representante de Oxfam. En 1995, Prudentienne decidió regresar a Ruanda para enterrar a sus familiares dignamente. Ya en el aeropuerto comenzaron los problemas y los agentes le hicieron preguntas de modo agresivo: “¿cómo has sobrevivido?”, “¿tu familia vive todavía?”, “si has sobrevivido es que eres interahamwe”. En cuanto pudo enterrar a su madre, abandonó Ruanda.

El 3 de abril de 1996 falleció su marido en una emboscada. El 6 llegó a Inglaterra, donde vive actualmente con la familia de su marido, que la ha acogido. Nada más llegar, Prudentienne fue abordada por un grupo de ruandeses que habían conocido su historia y le pidieron que formara parte de una asociación de supervivientes tutsi para ofrecer el testimonio de su historia. “Querían que fuera a testimoniar regularmente y yo acepté, pero les dije que mi madre había sido matada por el FPR”, ante lo cual me respondieron que “yo no tenía derecho de hablar de ello, que se trataba de un accidente debido al enfado de los jóvenes del FPR que habían llegado a Ruanda”. Les contestó que en ese caso no podía ofrecer su testimonio ya que “nadie me impedirá poder hablar de todos los seres queridos que he perdido”. En ese momento tomó conciencia de la gravedad del problema de la memoria ruandesa, “yo no quería que el genocidio fuera utilizado para dividir a los ruandeses; no quería que mi historia pudiera servir para oprimir a otras víctimas”.

En 1998, tomó contacto con René Claudel Mugenzi y fundaron juntos PAX, proyecto cuyo objetivo es promover la paz, la justicia, el perdón y la reconciliación entre los pueblos de los Grandes Lagos. Observó que muchas asociaciones ruandesas son a menudo mono-étnicas, y desde su origen Pax incluye a todas las etnias; organiza regularmente conferencias sobre la memoria o conmemoraciones comunes de todas las víctimas. Prudentienne considera que en Ruanda el problema grave está en que no hay justicia. “Todos se fijan en el Mapping Report mientras de las personas muertas en Ruanda, asesinadas por el FPR, nadie habla”. Lo que le indigna es que “hay una parte de las víctimas a las que se ha acallado, que no tienen derecho a evocar a sus seres desaparecidos, a sus muertos; esta situación debe acabar, ya que impide la efectiva reconciliación”.

Desde que comenzó con las actividades de PAX, la embajada ha tratado por todos los medios de reclutarla. “Al principio trataban de seducirme para que trabajara con ellos, luego, ante mi rechazo, el tono fue más duro y se mostraron más amenazantes”. La última conmemoración, la celebrada el 19 de abril, desagradó especialmente al régimen. Se recordaba a “todas las víctimas del genocidio y de todas las atrocidades que desde 1959 han afectado a los ruandeses”. Lo que más ha enfadado a varios ruandeses pro-régimen es una frase incluida en la invitación a participar en la que se decía “los supervivientes hutu y tutsi ofrecerán sus testimonios y compartirán su experiencia para que cada uno comprenda el dolor del otro y se camine hacia el perdón y la reconciliación”. Varios ruandeses le llamaron y le dijeron “que estaba fuera de lugar hablar de supervivientes hutu”. La ceremonia se desarrolló sin incidente y fue retransmitida por la BBC Gahuza Miryango. Hutu y tutsi, sucesivamente, relataron y escucharon sus historias personales.

Después del testimonio de Prudentienne, un antiguo soldado del FPR, que fue escolta de Paul Kagame, Noble Marara, tomó la palabra y pidió perdón “por haber formado parte del grupo que tanto daño os ha hecho”, antes de abrazar, bajo los aplausos, al resto de participantes conmovidos. Los hutu, los tutsi, así como antiguos militares del FPR tuvieron la oportunidad de contar su historia con el objetivo de permitir que cada uno comprenda mejor al otro.

Después de esta ceremonia las amenazas se intensificaron y Prudentienne recibió varias llamadas telefónicas tratándola de interahamwe. Tres semanas después de esta celebración se enteró también que la vida de René Claudel estaba amenazada. Cuando le preguntamos si no tenía miedo, su respuesta espontánea fue inmediata “« Ntawatinya gupfa, urupfu yararunze» (No se puede tener miedo a la muerte cuando uno ya ha superado el estadio de la muerte). Prudentienne pertenece a ese clase de mujeres cuya historia le empujaría a naufragar en el odio pero que, sin embargo, día a día lucha por la paz y el perdón.

Ante las respuestas virulentas que el gobierno de Kigali ha dado para desmentir las amenazas y hostigamientos, hay una pregunta que podría hacerse, ¿por qué Kigali la toma con ciudadanos ruandeses “no conocidos”?. El régimen del FPR es un régimen etnista, responsable de la muerte de centenares de miles de hutu, pero también de un número indeterminado de tutsi. El régimen basa su legitimidad internacional en el genocidio perpetrado en 1994 contra la minoría tutsi. En cuanto algún socio internacional evoca la más mínima crítica sobre las violaciones de los derechos humanos o sobre los crímenes perpetrados por el FPR, la respuesta surge inmediatamente: ¿Dónde estaba usted durante el genocidio contra los tutsi?”, y, intimidados y sin respuesta, los interlocutores internacionales se callan al instante y cambian de tema.

Desde el punto de vista de la sociedad ruandesa, el régimen ataca con virulencia a quienes se atreven a evocar a las víctimas que dicho régimen ha causado; “Genocida, interahamwe, negacionista, partidario del genocidio, ibigarasha”, constituyen el lote de insultos que recibe cualquier ciudadano ruandés o extranjero que osa evocar los crímenes del FPR.

Los ataques más cínicos son los recibidos por los supervivientes tutsi, como Prudentienne o Déo Mushayidi, que perdió a casi todos los miembros de su familia en el genocidio de 1994, para el que el fiscal reclama una condena por “negacionismo”.

Los proyectos que tratan de unir a tutsi y a hutu hacia una verdadera reconciliación representan a ojos del régimen una verdadera amenaza frente a la versión de la historia que ha ido imponiendo y sobre la que está asentado. Es dividiendo la sociedad en dos campos, estigmatizando a los opositores, calificando a toda la población hutu como genocida, como el régimen logra mantener esta versión de la historia.

Una paz duradera en Ruanda, alejada del espectro de un nuevo conflicto mortífero, pasa obligatoriamente por la reconciliación efectiva de la sociedad ruandesa consigo misma; y esta sociedad necesita que se reconozcan todas las víctimas, que haya justicia para todos, y, quizás sobre todo, que aparezca la verdad sobre las causas del drama que ha enlutado el conjunto de la población. El régimen rechaza tomar este camino porque teme que los altos dirigentes del FPR deberán responder de sus actos.

Por estas razones, más que a causa de los diferentes grupos de oposición, con sus querellas tan frecuentes como cansinas, asociaciones como PAX son consideradas por el gobierno como una amenaza que hay que aniquilar a cualquier precio, ya que ponen en cuestión los cimientos mismos del poder.

Ruhumuza Mbonyumutwa

Jambonews.net, 28 de mayo de 2011.

Traducido por Ramón Arozarena.

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