La guerra está a las puertas de la ciudad de Goma, en el este de la República Democrática del Congo (RDC), y la región está en un punto de ruptura, según han denunciado numerosos activistas y trabajadores humanitarios, mientras las Naciones Unidas hacen sonar la alarma sobre la situación en el país. La región oriental de la República Democrática del Congo ha estado plagada de violencia durante 30 años. Los intensos combates entre el ejército congoleño y el grupo armado M23 se han intensificado en la parte oriental del país desde febrero, obligando a cientos de miles de civiles a huir de sus hogares a medida que los rebeldes ganaban terreno. Las fuerzas rebeldes del M23, con el apoyo de Ruanda, han llegado a las afueras de Sake, una aldea a unos 25 kilómetros del centro económico regional de Goma, lo que supone un importante avance.
Alrededor de 250.000 personas huyeron de sus hogares entre mediados de febrero y mediados de marzo, según cifras de la ONU, y la gran mayoría buscó refugio en Goma y sus alrededores. Han aparecido campamentos de desplazados improvisados a lo largo de las carreteras o zonas desoladas sin acceso a ayuda básica. Los efectos también se están sintiendo dentro de Goma, donde los civiles han visto cómo el precio de los productos básicos se disparaba y los servicios de salud se veían afectados por un flujo constante de refugiados entrantes.
A medida que los combates se extienden, también se intensifican. Según ACLED, un grupo independiente de recopilación de datos, el uso de explosivos, bombardeos y ataques aéreos desde principios de este año se ha cuadruplicado en comparación con el promedio de 2023. Más de 200 grupos armados deambulan por la zona compitiendo por el control de sus recursos naturales, incluidos cobalto y coltán, dos elementos clave necesarios para producir baterías para vehículos y dispositivos eléctricos. La reanudación de los combates se produjo en un momento delicado para el país, ya que la Misión de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (MONUSCO) se retira del país después de 25 años a petición del gobierno congoleño. Se espera que la primera fase de la retirada esté completada a finales de abril y que todos los cascos azules se vayan a finales de año. Las debilidades estructurales en la gobernanza, la falta de presencia estatal en regiones remotas y las rivalidades interétnicas son algunas de las causas de la inestabilidad que el Estado no está abordando.
El martes 26 de marzo de 2024, representantes de dos grupos armados en el Congo firmaron un compromiso, tanto con su país como con la comunidad internacional, para proteger mejor a los civiles en el conflicto del este del Congo durante una ceremonia en Ginebra, Suiza. En el acto firmaron el presidente de Nduma Defensa del Congo Renovado (NDR-C), Jeremie N’Kuba, el portavoz Marcellin Shenkuku N’Kuba, el director general de Appel de Geneve (Llamamiento de Ginebra en francés), Alain Deletroz, y el representante de relaciones exteriores del Colectivo de Movimientos por el Cambio/Fuerzas de Autodefensa del Pueblo Congoleño (CMC-MDP), Jimmy Butsitsi. Los enviados de los grupos armados se comprometieron a que sus fuerzas trabajarían para poner fin a la violencia sexual, la inseguridad alimentaria y las condiciones de hambruna y para garantizar un mayor acceso a la atención médica en las partes del cada vez más violento este del Congo en las que operan y controlan. Sin embargo, el M23, el grupo más grande y violento, vinculado a la vecina Ruanda, no se ha comprometido con el Llamamiento de Ginebra.
Autores: Jamey Keaten – Virginia Pietromarchi
Fuentes: AP News – Al Jazeera
[Traducción y edición, Micaela Llona Bavestrello]
[CIDAF-UCM]