Transición política rima en Ruanda con violencia. ¿Podrá Paul Kagame evitarlo?

19/05/2011 | Opinión

Se trata de una constatación: los cambios políticos en Ruanda se han hecho por medio de la violencia, desde tiempos inmemoriales. En los ritos de la realeza, ningún monarca podía ser entronizado si vivía su predecesor. Los ritualistas de la corte obligaban a ingurgitar al viejo o impedido rey gran cantidad de leche, tapándole la nariz. Moría sofocado y se decía eufemísticamente “El rey ha bebido” para significar que había sido abrevado mortalmente.

Cuando había rivalidades entre pretendientes, estallaba la guerra en toda regla y el vencedor eliminaba a todos los miembros de la familia rival y a sus partidarios. Si el rey moría de muerte natural, debía ser “acompañado”.

Más cerca de nuestro tiempo, la historia ofrece ejemplos claros de la supervivencia de esta violencia política, que se ha convertido en un modo de gobierno.

El rey Kigeri Rwabugiri (1853-1895), al enterarse de que Kabare, uno de sus jefes militares, engendraría un rey, lo mandó castrar. Su sucesor Rutalindwa será quemado con toda su familia y la banda de Kabare aniquiló a todos sus jefes militares y cortesanos. El nuevo rey fue Muyinga II, que fue exiliado al Congo. Su hijo Mutara Rudahigwa (1931-1959) murió en Bujumbura en circunstancias no aclaradas. Kigeri Ndahindurwa, su sucesor, fue expulsado por la revolución social de noviembre de 1959. Grégoire Kayibanda (1924-1976) perdió el poder por un golpe de Estado protagonizado por Juvénal Habyarimana (1937-1994) en julio de 1973, y murió como consecuencia de las malas condiciones a las que se le sometió. Más de 50 ministro y cuadros murieron en la cárcel. Paul Kagame se hizo con el poder en julio de 1994, tras el asesinato de Juvénal Habyarimana.

¿Qué hace Paul Kagame, que ha renovado por segunda vez su mandato presidencial, para que su sucesión se haga sin efusión de sangre? Nada. En democracia el partido que gana las elecciones dirige el país y los partidos que las pierden van a la oposición. En Ruanda, Paul Kagame organiza simulacros de elecciones que gana con el 90% de los votos y, como antes, se dedica a perseguir a sus opositores políticos. Faustin Twagiramungu, que en las elecciones de 2003 se le enfrentó, abandonó el país para salvarse vida. Otro candidato perdedor, Théneste Niyitegeka pasó varios años en la cárcel. El predecesor de Kagame en la presidencia, Pasteur Bizimungu, fue encarcelado por haber cometido el crimen de fundar un partido político de oposición.

Pau Kagame, reelegido en 2010, con los mismos resultados estalinianos que en 2003, se ha ocupado de nuevo de sus opositores. Bernard Ntaganda ha sido condenado a graves penas de cárcel. Déo Mushayidi ha sido condenado a cadena perpetua. Victoire Ingabire, que quería presentarse frente a Kagame a la suprema magistratura, corre el peligro de ser condenada a la pena de 30 años, ya que su dossier está en manos de la jueza Angeline Rutazana, conocida por su celo en estos temas.

Paul Kagame va a seguir utilizando la violencia contra los que podrían sucederle democráticamente para mantenerse en el poder. Quien quiera sustituirle no puede sino recurrir, él también, a la violencia para apartarlo del poder. ¿Se da cuenta Paul Kagame, tan alabado por algunos medios occidentales, de lo que le espera? Tiene opositores y nada pequeños. Déo Mushayidi es un superviviente del genocidio. Los que le apoyan y apoyan también al antiguo presidente del parlamento, Sebarenzi Kabuye, otro superviviente, están al acecho. Su antiguo Consejero, Théogène Rudasingwa, el ex Fiscal general Gerald Gahima, exiliados, tienen importantes apoyos en el interior del país. Su antiguo jefe de estado-mayor, general Kayumba Nyamwasa, y el coronel Patrick Karegeya, son populares en el interior del ejército. Su antiguo ministro de defensa, general Emmanuel Habyarimana, se activa políticamente desde Suiza. La opositora Victoire Ingabire es ya un icono político en el país y gentes venidas de todas partes se apelotonan a la puerta de la cárcel para verla. Habría que añadir a algunos hombres de negocios como Tribert Rujugiro y Valens Kajeguhakwa, que han abandonado el régimen. Dos antiguos primeros ministros en exilio, decenas de ministros y parlamentarios que se han escapado. Todo este conglomerado de personas y sus partidarios constituyen un volcán presto a explotar.

Si Paul Kagame se obstina y sigue concitando la unanimidad contra él por medio de la eliminación de los opositores políticos, no cederá el poder más que tras un baño de sangre.

¿Soy un pájaro de mal agüero?

Ghislain Mikeno

Echos d’Afrique, 18 de mayo de 2011.

Traducción de Ramón Arozarena.

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