Negros, Árabes, Judíos, la vida sigue igual, por Oscar Yuste

17/05/2011 | Bitácora africana

Cuando era adolescente, quedé aterrorizado al ver en televisión como unos blancos asesinaban arrogantemente y a cara descubierta a un grupo de negros sudafricanos.

Era la vergüenza del apartheid. Mientras Mandela se podría en la cárcel por pedir un poco de libertad, el resto de negros se apiñaban en guetos donde a duras penas sobrevivían sin recursos ni ayuda externa. Sin embargo, los blancos sudafricanos vivían con todo tipo lujos en ostentosas mansiones ubicadas en las tierras que les arrebataron a los africanos con sangrientas y desproporcionadas batallas.

El destino hizo que mi primer contacto con el sexo opuesto fuera con una chica de “color”. Una chica afroamericana comprometida con la ayuda social y la lucha contra la opresión. Cuando terminó nuestro idilio, me regaló un “pin” de Africa con un grabado que decía “Sudáfrica libre”. Aunque la política internacional era algo totalmente ajeno a mis conocimientos, llevé ese emblema en mi chaqueta un par de años y luego lo conservé otros tantos en la caja donde guardaba otros recuerdos. Aquel slogan se me gravó en mi mente… “Sudáfrica Libre”

Una noche, viendo en las noticias como unos blancos sudafricanos asesinaban impunemente a un grupo de negros, los cuales se manifestaban pacíficamente, me prometí que haría algo para ayudar a los africanos negros, me dije también que no iría a Africa hasta que los negros fueran libres.

Pasaron los años y a mediados de los noventa no sólo se había acabado el apartheid, sino que además, cambió el gobierno pasando el poder político a manos de los negros. Fue entonces cuando programé mi primer viaje a Africa. Hice la mochila y sin objetivo alguno, ni rumbo fijo, viajé a Sudáfrica. ¿A qué iba? No lo sabía a ciencia cierta, buscaba libertad, aventura, realmente más que un destino buscaba un camino.

El tiempo y la historia me ofrendaron otro regalo, la caída del Muro de Berlín. Este muro creado durante la Guerra Fría se construyó en Alemania sobre los cimientos de otro muro, el muro del gueto creado por Hitler para controlar, marginar y exterminar al pueblo judío.

Trece años después de mi primer viaje al Africa negra, la vida me llevó a Israel, Tierra Santa. Desgraciadamente volví a experimentar, y en directo, el drama del apartheid. El pueblo palestino sufría hacinado entre muros, pero en esta ocasión, paradójicamente fue construido por el pueblo judío.

Poco ha cambiado en estos años, siguen habiendo apartheids, miles de personas siguen discriminadas en guetos por el tono de su piel o su credo, y aun siguen matándolos impunemente mientras el mundo entero lo ve impotente en las noticias.

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Negros, Judíos, Árabes, que más da… todo sigue igual.

DESGRACIADAMENTE, LA VIDA SIGUE IGUAL

Blog de Oscar Yuste

Autor

  • Yuste, Oscar

    Los intensos atardeceres africanos, los safaris por la sabana o las miradas de los niños parecen olvidados. De mis montañas y el valle del Kilimanjaro solo queda un vago recuerdo a hierba buena y el rumor del agua fresca, lo demás... historia olvidada.

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    Mirando al espejo, unas veces amigo otras Judas sincero, me muestra el precio de tantos viajes; arrugas en el rostro, cuero baldío en la azotea y polvo en los pulmones, polvo que a menudo cubre mis recuerdos.
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    Pero una vez desempolvados, afloran torpemente estos recuerdos a mi memoria, limpios e intensos, y cada vieja aventura me pide ser vivida de nuevo con la evocación de aquella otra vida que viví en aquel mundo negro. Aquí me encuentro, rindiendo homenaje a mis memorias con estas letras que cojas y torpes, jamás expresarán la intensidad de mis recuerdos.
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    Aunque con el transcurso de los años mi memoria ha perdido fuelle, hoy he tenido suerte. Entre las hojas de un viejo libro he encontrado unos escritos con algunos fragmentos de mi perdido diario. Ni siquiera narra un solo día, únicamente describe unos minutos durante el atardecer en una playa de Tanzania y entre líneas, una reflexión.
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    Mientras preparaba mi viaje al Congo, Nacho, un amigo asturiano me invitó a vivir en su casa de Dar es Salaam en la costa de Tanzania. Él tuvo que viajar a la India por trabajo y me quedé unas semanas viviendo y cuidando su casa y pertenencias. Desde su terraza mirando al mar, escribí:

    Oscar Yuste tiene el Blog Diarios de Zanzibar y le agradecemos que podsamos reproducirlo en Bitácora Africana
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