Un aroma de jazmín penetra en Uganda

6/05/2011 | Opinión

La “primavera árabe” por ahora, no tiene fuerza para servir de ejemplo al sur del Sáhara. Pero los últimos acontecimientos en Uganda dejan vislumbrar la posibilidad de un cambio de poder a la “magrebina”.

Las manifestaciones en la capital ugandesa, Kampala, y la represión de ellas por las fuerzas del orden, han dejado una atmósfera de “Plaza Tahrir” en las calles de la ciudad. Museveni, el sexagenario autócrata que lleva en el poder 25 años, se encuentra aislado de los ciudadanos que le reprochan su falta de reacción ante la subida de precios y la violenta represión de la gente que salió a la calle a protestar.

Tres semanas de manifestaciones y de represión han dejado ocho muertos y más de 250 heridos, la mayoría de ellos en un solo día, el viernes 29 de abril en Kampala. Al menos 600 personas fueron arrestadas ese mismo día. Los manifestantes bloquearon calles con neumáticos en llamas y coches cruzados, las fuerzas de orden público dispararon con balas y gas lacrimógeno. La intensidad de las manifestaciones del viernes 29 de abril fue la consecuencia directa de la detención el día anterior del opositor Kizza Besigye.

Este es el sempiterno rival de Museveni en las elecciones presidenciales de 2001, 2006 y 2011, creador de la consigna “walk to work” (ir a trabajar a pie) cuya primera manifestación tuvo lugar el pasado 11 de abril. Los participantes dejan sus vehículos en casa los lunes y jueves para protestar contra la subida de precios de los combustibles. Esta marcha y las otra cuatro que siguieron fueron reprimidas a porrazos y cuando Besigye fue arrestado el jueves 28 de abril y maltratado por la policía, se convirtió en el mascarón de proa de la gente en la calle, siendo un ejemplo para otros opositores.

La inflación en Uganda gira en torno al 14% con un PIB per cápita de 500 dólares USA. Además de los problemas económicos, los ugandeses se rebelan contra el presidente autócrata Museveni que lleva en el poder desde 1986 y que consiguió la elección en febrero pasado, según sus detractores, gracias a la financiación de 350 millones de dólares procedentes del tesoro público. En lugar de subvencionar los productos básicos, el gobierno ha presupuestado 1,3 millones de dólares USA para la investidura oficial del presidente y 740 millones para la adquisición de aviones de combate. Al igual que en Túnez y en Egipto, la gente ve que los que están en el poder se enriquecen, mientras que el nivel de vida de la población se deteriora y las libertades continúan siendo violadas.

La oposición ugandesa se negó el lunes 3 de mayo a reunirse con Museveni para discutir una salida a la crisis. Lukyamuzi, presidente de una coalición de partidos en la oposición ha manifestado que la detención y el trato brutal recibido por Besigye ha sido la causa de la ira popular. Museveni podría parcialmente calmar la situación de momento bajando los impuestos, tal y como hizo el vecino gobierno keniata. Pero al igual que sucedió con Ben Alí y Mubarak antes, él siempre se ha creído el padre del pueblo y considera todo descontento como una traición. Mientras tanto, la calle ruge.

François Conradie, Ciudad del Cabo.

Publicado en “Les Afriques”, el 5 de mayo de 2011.

Traducido por Juan Carlos Solís Santander.

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