Burkina Faso: Los presagios del fin del «reinado» de Blaise Compaoré

18/04/2011 | Opinión

“Burkina Faso, el país de los hombres en cólera”, este es el evocador título de un artículo de la página web Afrik.com, relativo a los acontecimientos que se suceden imparables en Burkina, desde febrero de este año y que continuarán. En el espacio de cuatro días, tres manifestaciones de cólera: dos por parte de los militares, y una por parte de los civiles que protestaron violentamente, y con razón, contra el saqueo de sus comercios. A la vista de estos hechos, es imposible afirmar que la manifestación de los militares de Pô, que comenzó el sábado por la noche y continuó a lo largo del domingo, día 17 de abril, es la última expresión del descontento contra el actual régimen de Burkina Faso. Este nombre que significa “el país de los hombres íntegros” parece haberse convertido en “el país de los hombres en cólera”.

Desde el mes de febrero de 2011, han tenido lugar una docena de actos de descontento y de rebelión sobre un fondo de la violencia en el país. Comenzando por las manifestaciones de los alumnos y estudiantes que exigían el respeto de las instituciones escolares y universitarias, después las protestas por la muerte de algunos de ellos, pasando por la huelga de los profesores, la revuelta de los militares que protestan contra la encarcelación de 5 de sus compañeros, que terminó con los disparos lanzados la noche del jueves, día 14 de abril, al viernes, en el complejo de la presidencia de la república, acompañado de saqueos de los comercios, la violenta manifestación de los comerciantes que incendiaron la sede del partido en el poder… y por último el motín de los militares de Pô, seguido, como de costumbre, de saqueos.

Todos estos acontecimientos, que envenenan la vida en el país de los hombres íntegros desde hace más de dos meses y amenazan gravemente la cohesión social y la estabilidad del propio país, suponen una seria amenaza para el poder de Blaise Compaore, que dirige Burkina Faso desde hace 24 años, y que, en lugar de pensar en su salida, trama modificar el artículo 37 de la constitución, para quedarse el resto de su vida en el poder. Lamentable mediador que ignora el sentido común. Casi todos los sectores de la sociedad burkinesa están en la brecha: alumnos, estudiantes, profesores, comerciantes, prisioneros, magistrados, militares de la mayor parte de los cuarteles del país (Campamento de Guillaume Ouédraogo, el de Sangoulé Lamizana, el de Ouaga, el de Koupéla, el de Tenkodogo, Fada N’Gourma, Pô…). El sábado 9 de abril, docenas de miles de ciudadanos se manifestaron en la capital, Uagadugú, y en muchas otras ciudades del país, contra el régimen de Compaoré. Hay que señalar de paso, que el número 3 del partido en el poder, Simon Compaoré, ha resultado herido, según parece, por los militares. El domicilio del jefe de la guardia personal de Blaise Compaoré ha sido incendiado y destruido totalmente. El palacio de Justicia de Fada N’Gourma y el de Uagadugú han sido saqueados por los militares.

Los acontecimientos de la noche del jueves 14 de abril, que continuaron hasta el viernes, en los que los actores no eran otros que los elementos de la guardia presidencial, que reclamaban indemnizaciones pendientes de pago desde hace mucho tiempo se traducen, según los observadores, como un debilitamiento del control del jefe supremo de las fuerzas de seguridad sobre los militares. El miedo se apoderó de Blaise Compaoré, que salió precipitadamente y a toda prisa, para refugiarse en su ciudad natal. Los militares de élite destinados en Pô no han dudado en seguir el ejemplo de la guardia presidencial. También han sembrado el desorden y los saqueos entre la población. Aquí merece la pena preguntarse a qué se deben estos saqueos. ¿Qué tienen que ver los comerciantes con las reivindicaciones de nuestros militares que deben ajustar sus cuentas únicamente con sus jerarquías?

El gobierno se evade y los actuales problemas son gestionados por los secretarios generales de los ministerios. Se despide al general Djindjéré y se le reemplaza a la cabeza del estado mayor de las fuerzas de seguridad, por el coronel Nabéré Traoré. Estas medidas no son más que una distracción, con acuerdos entre los ministros, el general despedido y Blaise Compaore, para hacer creer a los militares que son otros los responsables de sus problemas. Si Blaise fuera sabio, debe pensar ya en su salida y en aplazar la modificación del artículo 37. De otro modo, acabará como Gbagbo [Costa de Marfil] o como Mamadou Tandja [Níger]. A buen entendedor…

Alain SIMOUBA

(Liberté Hebdo, Camerún, 18-04-11)

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