“Un Camerún desdentado empata con una Guinea de diez jugadores”; “Argelia comienza Afcon23 empatando con Angola”; “Cavo Verde amarga a Ghana en el tiempo de descuento”; “Salah consigue que Egipto empate ante Mozambique”, “Marca Osimhen para que Nigeria pueda igualar con Guinea Ecuatorial”. Afcon23 está en pleno desarrollo, y esos son algunos de los titulares de la BBC y de France24 para sus lectores africanos. La 34ª edición de la competición más importante del fútbol africano, la Copa de África de Naciones, tenía que haberse celebrado en Costa de Marfil, del 23 de junio al 23 de julio de 2023. Pero las condiciones meteorológicas obligaron a aplazarla a enero/febrero de 2024, conservando el nombre y la sede iniciales, “Afcon23” y Costa de Marfil. Participan 24 naciones repartidas en seis grupos. Los encuentros están teniendo lugar en cinco ciudades: Korhogo, Bouake, Yamoussoukro, San Pedro y Abijan. La Fase de Grupos se inició el pasado 13 de enero con la victoria de los anfitriones, “Los Elefantes”, sobre la Guinea Bissau (3-0) en el estadio Alassane Ouattara (el nombre del actual presidente del país) de Abiyán. La final se jugará en ese mismo estadio el próximo 11 de febrero.
Superadas las guerras civiles de 2002-2007 y 2010-2011, y faltando menos de dos años para las próximas elecciones presidenciales, Costa de Marfil busca que esta competición muestre y sostenga el desarrollo que el “modelo marfileño” ha conseguido en los últimos diez años. El PIB ha pasado de $43.000 millones en 2013, a $70.000 millones en 2023, gracias a una inteligente política de inversiones por parte del gobierno, un préstamo de $3’5 billones del FMI, y el buen comportamiento de sus dos principales exportaciones, el café y el cacao, con Costa de Marfil como el mayor exportador de cacao del mundo. Según el gobierno, se han invertido unos $1.000 millones en la organización del torneo. Han sido construidos cuatro nuevos estadios y renovados otros dos. Y se han construido o mejorado aeropuertos, carreteras, hospitales y hoteles en las cinco ciudades que albergan los encuentros.
Aunque no soy muy futbolero, me suelen llamar la atención las noticias en torno al business del fútbol. “La Copa de África desinfla La Liga”, titulaba Javier Hernández un artículo del pasado 24 de diciembre en as.com. “33 jugadores de 16 clubes españoles pueden ser convocados. Se perderían más de un mes. Sólo Madrid, Barça, Getafe y Osasuna no perderán a ninguno”. Es notorio que muchos jóvenes africanos emigran a Europa soñando con ser estrellas del fútbol. Y algunos terminan siéndolo. En La Premier inglesa juegan 54 africanos, y en LaLiga española unos 60 (en 1ª y 2ª división). Por la selección nacional francesa han pasado 27 jugadores de origen africano, de los que 2 nacidos en África, y juegan en Francia 21 miembros de las selecciones de Argelia, Marruecos, Senegal y Túnez. En la liga italiana compiten 54 africanos, y han pasado por la selección nacional 28 jugadores de origen africano. Victor Osimhen, el delantero nigeriano que metió el gol del empate contra Guinea Ecuatorial juega en el Nápoles y es uno de los jugadores más prometedores de la Serie A italiana. Frank Mario Magri, autor del gol camerunés contra Guinea es un futbolista profesional que juega como delantero en el Toulouse francés. Aliou Cissé entrenador del combinado senegalés que derrotó 3-0 a Gambia, es un exfutbolista que se retiró siendo centrocampista en el Nîmes Olympique de la Ligue 2 francesa. Y en la selección de Ghana que cayó ante Cabo Verde, juega el navarro del Atlético de Bilbao Iñaki Wiliams.
Si Europa los atrae con su prestigio, Qatar y Arabia lo hacen con su dinero. Baghdad Bounedjah, el argelino que marcó el gol contra Angola juega como delantero en el Al-Sadd qatarí. El Liverpool y su estrella Mohamed Salah están siendo tentados con enormes sumas para que el jugador egipcio desembarque en la Pro League saudí. Se uniría así a los 25 jugadores africanos procedentes de clubs saudíes que compiten en la Afcon23, entre los cuales dos de Senegal, equipo favorito de la Afcon23: Kalidou Koulibaly, defensa en el Al-Hilal, y el dos veces futbolista del año Sadio Mane, delantero en el Al-Nassr. El Public Investment Fund Saudi financia muy generosamente a los clubs de la Pro League, que han podido así atraer a Cristiano Ronaldo, Neymar y Karim Benzema entre otros. Lo cual, dada la reputación saudí en derechos humanos, ha dado lugar a acusaciones de «lavado deportivo».
La Liga Profesional Saudí, la “Pro Ligue”, ha anunciado cambios a partir de la temporada 2024/25. Cada club seguirá teniendo 25 jugadores en su plantilla, de los que 10 podrán ser extranjeros (en lugar de los 8 actuales). 8 extranjeros podrán participar en los encuentros ligueros, y 10 en las competiciones coperas. Los romanos dieron su nombre al “Panem et Circenses”, y ahora los saudíes lo alimentan con petrodólares. Pero quienes entienden de fútbol ven en los cambios anunciados por la Pro League la intención saudí de atraer, no ya a viejas estrellas, sino a jóvenes talentos, muchos de ellos africanos, sobre todo si se están formando o han sido formados en las escuelas europeas de fútbol. ¿Es tal vez porque, según esos mismos expertos, la calidad que se alcanza en Europa supera con creces a la que se consigue en Arabia? No necesariamente, responden algunos de los participantes en la AFcon23 que están jugando en equipos saudíes. “La gente espera que mi nivel haya bajado (desde que juego en Arabia), o que los niveles de otros jugadores africanos hayan bajado«, declaró a BBC Sport Africa Junior Fashion Sakala, futbolista zambiano del Al-Fayha. “Creo que mi rendimiento ha mejorado aún más”. El ex internacional camerunés Sebastien Bassong, que con sus 37 años juega en el Tottenham londinense, cree que los jugadores africanos “saudíes” están mentalmente bien preparados para competir en la Afcon23 que tiene lugar en África Occidental. Es más, quienes compiten en Arabia se aclimatarán mejor que los que provienen de Europa a las condiciones climáticas de Costa de Marfil. Entonces, africanos “europeos” versus africanos “saudíes”. Pude. Y el resultado lo sabremos el 11 de febrero.
Ramón Echeverría
[CIDAF-UCM]