De un ciudadano en Nairobi

25/03/2011 | Bitácora africana

Ahora Kenya está tranquila, con bastante paz y seguridad. El mundo político en este país anda muy revuelto. La clase política está muy corrompida y la población está cansa de ellos, harta de tanta corrupción y abuso. Hace unos meses que se aprobó una nueva Constitución que aunque imperfecta abre nuevos horizontes. El problema es que supone que el parlamento se tiene que hacer el harakiri y esto les está costando mucho a los políticos. Acostumbrados a saltarse todas las leyes a su antojo, a ponerse el interés común por montera, ahora se les está llamando al orden, denunciando escándalos de todo tipo, llevando ministros a juicio por robo de fondos públicos, otros al tribunal de la Haya por crímenes cometidos contra la humanidad. Prácticamente nos desayunamos todas las mañanas con un nuevo escándalo en los periódicos. Hay un cambio en la opinión pública: ya no tolera más abusos y está hasta las narices de toda la clase política actual. Hay una especia de voluntad en el pueblo llano y soberano de hacer un cambio pacífico, sin violencia, siguiendo la nueva Constitución, pero drástico y profundo, que traiga una nueva generación de políticos jóvenes y a estructuras de gobierno limpias y eficientes. Es una esperanza que no quede defraudada. Si eso se logra, Kenya en cinco años será una nación nueva. Hay libertad de expresión y la gente habla y discute con toda libertad y sin reparos. Kenya está viviendo unos momentos muy importantes de su historia y es necesario comprender lo que ocurre y formarse una opinión, algo importante a la hora de votar; en un año y medio habrá elecciones generales y serán transcendentales. Entonces nos jugamos todo.

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