Voces de mujeres se alzan en Costa de Marfil para denunciar la situación que vive el país, la politización de la sociedad y de los medios de comunicación, la violencia que reina y especialmente de la que son víctimas las mujeres.
Costa de Marfil está viviendo, desde hace varios meses, una situación crítica: dos presidentes, dos ejércitos, politización de la sociedad y de los medios; violencia creciente que obliga a huir a la población civil y violaciones de las que muchas mujeres son víctimas.
Las noticias que vamos recibiendo desde hace varios meses, justifican el temor de que se instale de nuevo la guerra en el país, y de que aumente el lote cotidiano de muertos y de desplazados.
Después de las elecciones de finales de 2010, el discurso político se ha ido radicalizando, hasta poner al país al borde de la guerra civil.
El 8 de marzo, el periódico L´Observateur de Burkina Faso nos hablaba del caos hacia el que se encamina Costa de Marfil: “Enfrentamientos en el interior, personas quemadas vivas…Los combates al oeste, en la frontera de Liberia desde febrero, hacen temer la vuelta a las hostilidades a lo largo de la antigua línea del frente de 2003-2004…”.
La sociedad marfileña, cada vez más politizada, está dividida en dos bandos, el de Ouattara que fue reconocido como ganador de las elecciones del pasado noviembre por la Comisión Electoral, la UE y la UA y el de Gbagbo, reconocido por el Consejo Constitucional y que se autoproclamó presidente. El ejército, una parte de la población y las milicias de jóvenes patriotas lo apoyan. Estas milicias, durante muchos años aterrorizaron a los opositores y hoy parecen jugar un papel importante en la violencia que reina.
Posiciones irreconciliables entre los “dos presidentes” han hecho naufragar todas las mediaciones. La clase política, instalada en el poder desde hace diez años, domina los medios de comunicación. Basta con echar un vistazo a los periódicos publicados en Abiyán, para ver el grado de politización de los medios y la desinformación que trasmiten: Desinformación por una parte y silencio sobre los problemas reales de la gente, por otra.
Voces de mujeres denuncian la situación.
“En ningún sitio oímos hablar de las necesidades de la población. Cuando se mira la TV o se leen los periódicos, no se oye hablar del aumento del coste de la vida, ni de hospitales, ni de escuelas que no funcionan. No es aceptable que haya gente que muera, que pase hambre y que sólo se hable de política”, dice Margueritte Yoli-Bi, coordinadora regional de la Red por la Edificación de la Paz.
“El problema no es saber quien ha ganado o perdido las elecciones. El problema es que tengamos dos ejércitos enfrentados, uno que sostiene a Ouattara y otro a Gbagbo. La población se encuentra en medio. Hay heridos y muertos”. Añade otra militante, Raymonde Coffie Goudou, miembro de la coalición de Mujeres Lideres de Costa de Marfil.
Aunque por el momento es difícil conocer cifras exactas, a primeros de marzo ya se calcula que había más de 400 personas muertas. El número de personas que habían tenido que huir de sus hogares no estaría lejos de 500.000. De ellas más de 75. 000 habrían huido a Liberia.
Human-Rights-Watch ha recogido testimonios de mujeres violadas en barrios de la capital que habían votado a Ouattara. Entre las victimas hay niñas y mujeres embarazadas. Una de ellas, de 25 años cuenta cómo, después de la manifestación del 16 de diciembre, de apoyo a Ouattara, fue violada y su marido asesinado:
“A las diez de la noche, tres soldados y un joven patriota del barrio, irrumpieron en mi casa, echando la puerta abajo. Yo corrí para coger a mi hijo de tres años. Gritaba con todas mis fuerzas mientras apaleaban a mi marido. Uno de los soldados me dio un golpe en la cabeza con la culata de su fusil y rasgó mi camisa. Cuando vieron que llevaba una camiseta con la foto de Alassane (Ouatara) se pusieron locos de rabia, me arrancaron al niño de los brazos, lo arrojaron contra la puerta, me arrastraron a la habitación y como me resistía uno de ellos me pegó con su cinturón. Los cuatro me lo hicieron. Cuando terminaron salí de la habitación, vi que habían puesto a mi marido de rodillas y que le dispararon en la espalda en presencia de mis hijos. Al irse uno de ellos dijo: ‘puedes ir a decir a Alassane que somos nosotros los que te hemos hecho esto’”.
“Cada noche mis hijos, que vieron matar a su padre, se despiertan llorando”
Después de la manifestación pacífica del 3 de marzo en la que murieron acribilladas siete mujeres, el Movimiento Marcha Mundial de las Mujeres del Comité nacional de Costa de Marfil, junto con otras organizaciones femeninas, realizaron un sit-in en la Catedral Saint Paul, de Abiyán. Tomaron la palabra para decir “No” a la guerra y alto a los asesinatos de mujeres. En un comunicado enviado al responsable de Asuntos Políticos de la UA en el que denuncian: “El asesinato de mujeres con las manos vacías que solamente reivindicaban el derecho legítimo a vivir en paz, en la verdad y ver crecer a sus niños y niñas con seguridad” y el tratamiento parcial de la información en la cadena de televisión dicha nacional que permaneció insensible y muda con relación a esta barbarie”.
Terminan reafirmando la solidaridad con todas estas mujeres y pidiendo el apoyo de la comunidad nacional e internacional para esclarecer estas atrocidades, para que los responsables sean conocidos y sean sometidos a los rigores de la ley.
La voz de las mujeres de Costa de Marfil merece ser oída. El conflicto que pone el país al borde de una guerra civil es un conflicto olvidado del que a penas han hablado nuestros medios, ya que los focos de la información estaban orientados hacia otros escenarios más próximos: Túnez, Egipto, Libia.
El 10 de marzo, El Consejo de Paz y de Seguridad de la UA volvió a reconocer a Alassane Dramane Ouattara presidente electo de Costa de Marfil y lo invitó a formar un Gobierno de unidad nacional. Como se esperaba, el bando de Gbagbo no aceptó la propuesta, que considera un complot de las potencias occidentales para controlar las riquezas de Costa de Marfil, sobre todo el cacao y el petróleo, recientemente descubierto en el país. ¿Qué pasará? Esperemos que el “No” de las mujeres a la guerra y a la violencia sea oído y que la razón haga triunfar la democracia y la legitimidad