Bombardeo en Jos: ¿Podríamos ser por una vez sinceros?

14/01/2011 | Opinión

Un monstruoso asesinato masivo de almas inocentes se produjo en Jos otra vez, y como siempre, nuestros políticos, los medios de comunicación y el alto clero nos están insultando con tópicos de poca imaginación, sucios y soporíficos.

Casi todo nigeriano importante que ha comentado sobre esta cruel matanza masiva de alta tecnología ha mencionado una de estas tres típicas frases: Todo esto se debe a la política, no a la religión; es un fallo de la seguridad y de las autoridades; y es consecuencia de la pobreza.

Esta es la fruslería retórica más fiable y común que tienen preparada y regurgita nuestra élite sin ningún esfuerzo cuando tienen lugar este tipo de sucesos violentos en cualquier parte del país. Pero, por desgracia, se está convirtiendo en algo insufriblemente común. Si la hipocresía o pereza intelectual de estos desconsiderados, si estos fragmentos simplistas no tuvieran importantes consecuencias para la continuidad de nuestra existencia como nación y, de hecho, para nuestra supervivencia como personas, uno simplemente bostezaría en silencio y los ignoraría.

Sin embargo, lo que suele ocurrir después de la pronunciación de estas frases estereotipadas hipócritas, es que la nación se anestesia con una falsa sensación de seguridad y normalidad, los culpables nunca son descubren pillados y mucho menos castigados, y todo el mundo se va a dormir hasta que la próxima vez se nos quite esta tozuda autocomplacencia.

Una escena del bombardeo en Jos

Y entonces, estas banalidades adormecedoras de la mente y comedidas serán de nuevo invocadas por las autoridades para explicar lo que sucedió, y así continuarán una y otra vez, siempre igual. Esta fórmula retórica es segura porque exime a las autoridades políticas y culturales de la triple carga de tener que pensar, de tener que dar la cara y actuar. Por eso, los políticos son los primeros, irónicamente, en culpar a los “políticos” por la violencia episódica que, hoy en día, tiene lugar en nuestra vida nacional. Bueno, el término “político” es un simple significante que abarca a todo el mundo que pertenece al mundo de la política, y lo que se refiere a todo el mundo, como se dice, se refiere a nadie. Caso cerrado.

Para ser más precisos, la manipulación política, los líderes y responsables de seguridad ineptos, y la pobreza están profundamente implicados en el ciclo perpetuo de la violencia y las recriminaciones que se han convertido en parte de nuestro panorama sociopolítico. Pero, una influencia asesina en doctrinas religiosas y particularidades étnicas violentas e irreflexivas son mucho más culpables. Las personas a las que se les ha hecho creer que aquellos que no comparten sus creencias se merecen ser asesinados, o las personas que están tan comprometidas con su propia etnia que no tienen la capacidad de tolerar a otros, son igual de peligrosos y culpables, o más, que los políticos que los “manipulan”.

La pobreza, en sí misma, no predispone a las personas a la violencia. Existen países mucho más pobres en África que Nigeria que son increíblemente pacíficos. Pongamos como ejemplo, la República de Benín, nuestro vecino situado al oeste. O Senegal, un país con una población musulmana de un 90% que votó a un católico romano como su primer presidente. Y, por supuesto, los fallos en seguridad únicamente se convierten en un problema en las sociedades que tienen una predisposición a la violencia no provocada y sin sentido, como la nuestra.

Ahora, un grupo que se autodenomina Jama’atu Ahlus Sunnah Lid Da’awati Wal Jihad ha declarado ser responsable de las bombas mortales de Jos. También reivindica haber cometido un salvaje asesinato de inocentes, de los cuales muchos serían, de hecho, musulmanes, en nombre de musulmanes y el islam. Sin embargo, las reacciones predominantes a estas revelaciones perturbadoras entre líderes musulmanes y comentaristas, incluyendo agencias de seguridad, han sido la de desestimar impulsivamente las reivindicaciones del grupo, a pesar de no tener pruebas contrarias; como cuando Goodluck Jonathan y sus subordinados exculparon, sin pensar, al Movimiento para la Emancipación del Delta de Niger (MEND) del ataque terrorista del 1 de octubre cuando, de hecho, el grupo declaró ser responsable de los ataques. Mismas actitudes, pero personalidades diferentes. Esta es la historia de Nigeria.

Una situación incómoda a la que las autoridades del norte de Nigeria no han sido capaces de enfrentarse de manera significativa y sin miedo es la preocupante crisis que vivimos con el nocivo fundamentalismo religioso. Por fundamentalismo religioso me refiero a la lectura perezosa, literal y descontextualizada de los textos religiosos, por la cual el actual director del banco central, Sanusi Lamido Sanusi, luchó a solas durante muchos años escribiendo artículos de periódicos cuando era un simple banquero. He notado mucho odio y llamamientos descarados a asesinar por parte de clérigos religiosos locales, frecuentemente ignorados, a través de sus sermones. Estos son sermones innombrables que dejarían helada la sangre a cualquier persona en su sano juicio y harían preguntarse a uno mismo si comparten la misma humanidad que estos clérigos ignorantes y asesinos. El video del líder Boko Haram justificando y reivindicando la responsabilidad de los bombardeos de Jos es un inquietante ejemplo de estos odiosos sermones.

Sin embargo, sé que estos sermones son perversiones atrozmente grotescas de la enseñanza básica del Islam porque soy hijo de un erudito musulmán, que conoce tan bien el Islam como cualquier otro musulmán educado. Mi padre, de ochenta y pico años, me enseñó a escribir y leer en árabe incluso antes de aprender a leer el alfabeto romano. Y el padre de mi padre era cristiano, al igual que muchos de sus hermanos y hermanas, en una comunidad predominantemente musulmana. Aún así, vivíamos en paz. Mi padre siempre se encargó de recordarnos, como todos los eruditos musulmanes cultos hacen o deberían hacer, que las referencias que se hacen en el Corán a los “no creyentes” no van dirigidas a los cristianos o judíos, sino a los idólatras árabes del siglo siete, que lanzaban ataques no provocados contra la religión islámica emergente.

En el Corán se llama a los judíos y cristianos “ahlul kitaab” (pueblo del libro). A pesar de que la relación entre los primeros musulmanes en el siglo siete y los cristianos no estaba exenta de problemas, en gran parte, se caracterizaba por la tolerancia como se muestra en muchos de los versos del Corán.

Como, por ejemplo: “Aquellos que de verdad tienen fe, sean judíos, cristianos, o sabeos; cualquiera que crea en Dios y el Último Día y haga el bien, será recompensado por su Señor. Y no habrá miedo para ellos, ni sufrimiento”. (2:62, 5:69, y muchos otros versos similares); “Y entre aquellos que están cerca y entre ellos, que aman a los creyentes, encontrará a los que dicen: Somos cristianos, porque entre éstos hay hombres dedicados al aprendizaje y hombres que han renunciado al mundo, no son arrogantes” (5:82).

En el segundo verso, puede imaginarse al reverendo nigeriano Hassan Matthew Kukah y otros sacerdotes (católicos).

Pero los ignorantes, llenos de odio y retrógradas integristas religiosos han despojado a los seguidores de otras religiones abrahámicas de su condición de “pueblo del libro” y los han vestido con las ropas prestadas de “no creyentes”. Y están esforzándose para que la gente crédula crea que todos los versos de las escrituras sobre agresión en represalia contra los “no creyentes” en el Corán se refieren a cristianos y judíos.

Desafortunadamente, estos hasta ahora extremistas pervertidores del mensaje del Corán están empezando a disfrutar de una posición de dominio en el discurso religioso de Nigeria del norte, y mucha gente en su sano juicio tiene miedo de contradecirles, no vayan a ser tildados de “hipócritas” o “simpatizantes de los no creyentes” y por ello asesinados.

Ahora hablo por millones de nigerianos musulmanes callados cuando digo que estas bestias homicidas y sedientas de sangre, que asesinaron a hombres, mujeres y niños inocentes en el nombre del Islam no nos representan. Pero hasta que un número suficiente de líderes musulmanes no denuncien abiertamente a estas personas y la ideología de odio que les guía, seguirán secuestrando y haciendo suyo el orden establecido, y seremos nosotros los que paguemos caro por ello, literal y simbólicamente.

Pero antes, los culpables deben hacer frente a las consecuencias de sus asesinatos. Desafortunadamente, Goodluck Jonathan no tiene el suficiente capital moral para llevar a estos asesinos ante la justicia ya que él también protegió públicamente a sus propios familiares, MEND, de las consecuencias de su propio terrorismo salvaje contra Nigeria.

La pregunta es: ¿Podemos permitirnos el seguir así, sobre todo ahora que estamos en una peligrosa fase de aniquilación mutua a través de bombardeos? Cómo no, las habituales, automáticas y vulgares reacciones de la clase gobernante a la violencia común acelerarán nuestra propia ruina. Pero debemos recordar siempre que las consecuencias de una ruptura violenta de Nigeria no serán agradables para todo el mundo.

Tolerancia, comprensión, y el reconocimiento de nuestra diversidad son los únicos valores que nos pueden sostener como nación.

Por Farooq A. Kperogi

Publicado en Sahara Reporters, el 2 de enero de 2011-

El autor tiene este blog: www.farooqkperogi.blogspot.com

Traducido por Alicia Roca Canales, alumna de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid Traducción/Interpretación, colaboradora en la traducción de algunos artículos.

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