Monedas Africanas Tradicionales

14/04/2008 | Bitácora africana

FINALIDAD DE LA EXPOSICIÓN
Al conocer las monedas tradicionales africanas, podemos reivindicar su lugar en la historia del dinero y de los sistemas monetarios y de este modo comprender mejor los pueblos, que las utilizaron; pues la moneda es, en cierto sentido, reflejo de la sociedad con sus creencias, costumbres, economía e incluso el desarrollo tecnológico de cada pueblo. Así nos damos cuenta que lo que da valor a la moneda, no es tanto su “valor intrínseco” del metal con que está fabricada, sino el “símbolo del dinero” y la función común ejercida siempre.
A lo largo de la historia de la humanidad, los diferentes pueblos se han servido de los más variados objetos y materiales, hasta productos agrícolas y animales, para pagar sus deudas, equilibrar sus intercambios y realizar sus ofrendas religiosas, donativos y regalos. Estos objetos variaban en función de las tradiciones de cada etnia, pero tenían en común la significación dada por la comunidad humana que los usaba. El símbolo de valor económico, social o sagrado puede ser idéntico, aunque los objetos sean diferentes: El hierro, el cobre, la plata y el oro, acuñados por nuestros pueblos, poseen el mismo símbolo que los objetos, animales y minerales utilizados por los ancestros de los africanos actuales. Todos son denominados “dineros”, formas de pago. Hoy utilizamos en los países más desarrollados papel y plástico como moneda: Cheques, tarjetas de crédito/débito, “letras de cambio”, el “bonobús”,etc…

CONTENIDO DE LA EXPOSICIÓN
Bien clasificados en preciosas vitrinas, encontramos herramientas, collares, armas, brazaletes y joyas, que antes de entrar los pueblos africanos en contacto con los navegantes, aventureros y colonizadores europeos y asiáticos, servían para sus operaciones comerciales, ordinarias o importantes.
A partir del siglo XVI, en el África subsahariana, estas monedas conviven con las monedas acuñadas en Portugal, España, Francia e Inglaterra, hasta la primera mitad del siglo XX. A medida que se estableció el sistema colonial, los europeos generalizaron e impusieron la circulación de las monedas de las diversas metrópolis.
En las colonias subsaharianas fue desapareciendo el trueque. En lugar de cambiar un animal por cereal, los frutos del bosque por pescado o os remedios vegetales por pieles, era más práctico “vender” cada cosa y recibir su precio en “moneda” que nos permite comprar lo necesario, sin tener que buscar la persona interesada por nuestro producto. Los pioneros fueron los navegantes portugueses en sus exploraciones de circumnavegación del Continente a camino de la India. Los portugueses llevaban quincallería, alcohol, armas obsoletas, objetos vistosos y baratos como espejos y herramientas que cambiaban por oro y marfil y al poco tiempo por esclavos para América, esa trata de negros, vergüenza de la humanidad, que duró unos tres siglos y empobreció el Continente, privándolo de sus fuerzas vivas.
En los mercados, el pequeño comercio utilizaba como “calderilla” unas pequeñas conchas o caracolillas, llamadas “caurís” (en Brasil dicen “buzios”), que también sirven a los adivinos para echar las suertes, según las figuras que formen las caurís al caer en el suelo, lanzadas de una cierta forma.
Cuando hace más o menos medio siglo, las caurís dejaron de ser la calderilla, pasaron a servir para adornos de los cinturones, brazaletes, calabazas musicales, maracas, pulseras y colgantes. Siempre recuerdan que son símbolo de prosperidad y riqueza: fueron dinero.
Los países de cultura musulmana de África mediterránea y del Este, como Egipto, Etiopía, Libia, Argelia, Marruecos y Túnez conocían desde muy antiguo las monedas, introducidas por los fenícios, casi un milenio antes de nacer el Islam. Cuando los ejércitos musulmanes invaden estos pueblos allí encontraron las monedas romanas y de Bizancio, además de monedas beréberes y visigodas de Hispania: Monedas de cobre, bronce, plata y oro.
El “denarium” dio origen a la palabra genérica “dinero”, que los árabes adoptaron algo modificado, bajo la forma de “dinar” o “dirham”, aún hoy utilizado como base de muchos sistemas monetarios de países islámicos. Hago alusión a esta parte de África, porque no es objeto de esta exposición.

Madrid abril 2008 Antonio Molina Molina
Fundación SUR – África

Autores

  • Antonio José Molina Molina nació en Murcia en 1932. Desde 1955 es Misionero de África, Padre Blanco, y ya desde antes ha estado trabajando en, por y para África. Apasionado de la radio, como él relata en sus crónicas desde sus primeros pasos en el continente africano, "siempre tuve una radio pequeña en mi mochila para escuchar las noticias". Durante septiembre 2002, regresa a Madrid como colaborador del CIDAF. En octubre de 2005 aceptó los cargos de secretario general de la Fundación Sur y director de su departamento África. Antonio Molina pertenece -como él mismo dice- a la "brigada volante de los Misioneros de África", siempre con la maleta preparada... mientras el cuerpo aguante.

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