África francófona y la indispensable independencia monetaria

12/05/2010 | Opinión

Las ex-colonias francesas de África celebran a lo grande este año el 50 aniversario de su independencia. Es decir, que los dirigentes están satisfechos del camino recorrido hasta ahora. Sin embargo, se pueden exponer un montón de reservas sobre los logros de esta África de las post independencias, en todos los planos de la vida de los países concernidos. En el ámbito económico y financiero, el estrecho vínculo del franco CFA con el Tesoro Público francés continúa siendo un cordón umbilical persistente que nadie osa romper. Todavía uno de los últimos vestigios de la era colonial, puesto que su historia es consustancial a la colonización francesa.

La sigla CFA significó primero “Colonias Francesas de África”, después “Comunidad Francesa de África” y por último “Comunidad Financiera Africana”. Los nombres han cambiado, pero la realidad sigue siendo la misma, la de los países subsaharianos obligados a entregar gran parte de sus reservas de cambio al Tesoro Público francés y a rendir cuentas de su gestión dos veces al año al ministro de Economía y Finanzas francés. Es la famosa reunión de los ministros de la Zona franco cuya última cita fue el 20 de abril. Y sin embargo, la independencia tan aclamada debería ir acompañada de la total posesión de la moneda, como ocurre en los países africanos de habla inglesa o lusófona, a los que no ha ido mal, por otro lado. Desde luego, una de las ventajas del Franco CFA, es que funciona en varios países y facilita así su integración monetaria. Es una ventaja segura que no se puede negar cuando se observa la balcanización monetaria de otros países.

Moneda única no significa desarrollo. Porque los países que acuñan su propia moneda, especialmente los de habla inglesa, han resistido también los diferentes choques económicos que el continente ha sufrido en estos últimos años. Incluso han logrado proezas económicas que son la envidia de los dirigentes que manejan el CFA. Por lo demás, después de su devaluación en 1994 y el recurso de los operadores económicos al dólar para sus transacciones, el CFA ha perdido mucho de su lustre. En la subregión oeste africana, Ghana y su moneda, el cedi, son la prueba de que un país que no es miembro de la Zona franco no está condenado a muerte. Es más, Ghana cuya moneda no está relacionada con ninguna institución financiera del país ex-colonizador, se sitúa a la cabeza en cuanto a resultados en materia de crecimiento en África. Se puede comprender a los dirigentes de los países del África francófona en su apego casi fetichista al CFA y al regazo francés.

Más allá de los temas puramente monetarios, esta situación se traduce en una dependencia política. El coto privado francés no es una entelequia. Numerosos dirigentes africanos todavía creen que para ganarse su puesto deber seguir siendo complacientes con respecto a París. En estas condiciones de sumisión, la moneda se ha vuelto un instrumento político en manos de unos y otros, tanto de los africanos francófonos como de los franceses, para sus intereses particulares. Por eso, reunión tras reunión, los ministros de Finanzas de la Zona franco hablan de todo menos del tema tabú de la ruptura de la atadura con Francia. Cincuenta años después de las independencias, la moneda sigue siendo un elemento de humillación en las relaciones franco-africanas. Sin duda, el miedo de lo desconocido explica las indecisiones africanas.

Como un niño incapaz de vivir sin su padre, estos africanos se preguntan si superarán la posible ruptura monetaria con la antigua potencia colonizadora. Puede que este temor sea avivado también por la parte francesa, poco inclinado a pasar esta página poco gloriosa para los africanos pero que le aporta prestigio y divisas. Está claro que no es por la cara bonita de los africanos por lo que Francia garantiza su moneda. Ella obtiene ventajas. Corresponde a los africanos saber crecer. En esto, el presidente senegalés tiene el mérito de ser uno de los pocos dirigentes africanos que han solicitado la emancipación monetaria. ¿Pero qué puede conseguir él solo frente a una decena de jefes de Estado que prefieren contentarse con la vergonzosa pero mullida tutela francesa?

Mahorou Kanazoe

Le Pays, Burkina Faso, 19 de abril de 2010.

Traducido por Teresa De Agustín, alumna de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid Traducción /Interpretación, colaboradora en la traducción de algunos artículos.

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