Burkina Faso: Los C.A.R. – Centros de Animadores Rurales, por Antonio Molina

29/04/2010 | Bitácora africana

En varias diócesis de Burkina Faso, entre las actividades, cuya finalidad es el desarrollo, existen centros de formación a la agricultura “moderna”, destinados a matrimonios jóvenes, con uno o dos hijos menores.

QUÉ SE ENTIENDE ALLÍ POR “MODERNA”

Partiendo de la base de una agricultura que se apoya en la fuerza brazal del campesino, que cultiva con la azada destripaterrones, el pico y la pala. La agricultura, que ellos llaman moderna es la que practicaban nuestros abuelos, a base de arados con tracción animal de bueyes, mulas o asnos.

Algunos se preguntarán ¿porqué no pasan directamente a los medios mecánicos? Hoy se cultiva con tractores, cultivadores y mulas mecánicas y cosechadoras… Pues muy sencillo: Hay que desarrollar conforme a las posibilidades de cada tiempo y lugar. Las infraestructuras necesarias para el mantenimiento de los medios mecanizados aún no existen fuera de la capital. Faltan talleres de reparaciones y mecánicos formados para reparar las máquinas, además los repuestos escasean y no hay dinero para comprarlos, aunque sean de segunda o de tercera mano. En una ocasión, tuve que escribir al Japón para conseguir una pieza de recambio para mi moto…

Aprender a domar los bueyes para las labores agrícolas y para tirar de una carreta es ya un paso adelante. Y si no, que lo digan las mujeres, que ya no regresan de los campos al atardecer, después de una jornada de trabajos, cargadas como burras, pues ahora son los borricos quienes traen la leña y la paja o los frutos de las cosechas a casa.

En estos terrenos del Sahel, la capa arable es muy delgada, por eso los arados tradicionales de Europa no se pueden utilizar. Justamente un misionero francés, agrónomo por más señas, colega mío, con la ayuda de un herrero local inventó un arado, llamado “la houe MANGA” – “houe” en francés= azada.

Más que un arado, es como un escarificador, que con sus púas araña la tierra, pues enseguida hay piedras o arena en los terrenos aluviales.

Cuando esas parejas jóvenes salen del Centro – CAR – después de dos años de formación, son capaces de formar a otros agricultores y así van evolucionando poco a poco, como penetra el agua mansa. Entre los campesinos es más eficaz la evolución que la revolución.

CAMBIO DE ESTRATEGIA

Cuando hace unos 50 años, en la época de las independencias, animados por la carta encíclica de Pablo VI “Evangelio praecones” , donde el Papa afirmaba que “desarrollar a las personas en todas sus dimensiones, también era evangelizar”, se fueron creando los CAR.

Al principio se pensó, que convenía difundir deprisa esta nueva forma de trabajar la tierra y se invitaban a las diversas comunidades a enviar parejas, que aceptaran el cambio de técnicas agrícolas, para introducirlas en su medio.

Al mismo tiempo se formaba a las mamás en la base de la puericultura, las enfermedades infantiles y los rudimentos de educación de los pequeños, mientras que los maridos aprendían el manejo de los animales y el cultivo.

Se atribuía a cada familia dos parcelas de terreno: En una podían cultivar como lo habían aprendido de sus mayores en sus pueblos, según la tradición de los antepasados, con las mismas semillas y azadas. En la otra parcela era obligatorio conformarse a lo aprendido con los monitores del CAR. Al cabo del primer año, comparaban la cosecha de una y otra parcela. Por lo general, al año siguiente más de un 95% abandonaban la manera tradicional de cultivar, para dedicarse a la agricultura aprendida en el centro. Al regresar a sus pueblos, al cabo del ciclo de dos años, con entusiasmo, querían poner manos a la obra, pero los ancianos de cada lugar se oponían a abandonar los métodos tradicionales de la región, para adoptar las maneras modernas del joven agricultor formado en el CAR.

Muchos se desanimaban de luchar aislados contra los “patriarcas” de los varios clanes, que constituyen cada pueblo. Fue entonces, cuando los responsables de los CAR, reunidos en asamblea plenaria con los antiguos alumnos, se percataron de la gran dificultad que suponía esta manera de proceder y cambiaron de estrategia: Ahora se trataba de invitar a seis familias de un mismo pueblo. El ritmo de extensión era menor, pero los resultados fueron mejores, ya que los seis jóvenes agricultores se apoyaban haciendo “piña” y el “consejo de ancianos” no tenía fuerza, para oponerse a los más activos de sus propios hijos, a veces los primogénitos, por tanto sus herederos.

SITUACIÓN ACTUAL

En los lugares donde se cultivan los cereales tradicionales: mijo, maíz, sorgo, arroz pluvial, que no necesita campos inundados y el “millet” y el sésamo, etc…en régimen de secano. Es hacia el mes de mayo cuando los campesinos comienzan a preparar las tierras, para que las primeras lluvias del mes de junio penetren profundamente en las tierras y las blandeen. Luego marido y mujer realizan la siembra. En el Sahel no se lanzan las semillas al voleo, sino que se trazan líneas paralelas con los cordeles y ayudándose con la rueda dentada se van marcando los puntos donde el hombre con la picaza irá haciendo hoyitos en donde la mujer deposita 3 o 4 semillas. Después pasa el marido y los cubre suavemente y a esperar la lluvia.

El primer año es esencial para el éxito del proyecto. Si llueve regularmente de junio a octubre, las cosechas de cereales serán óptimas, asegurando la alimentación humana con el grano y de los animales con la paja.

AUMENTO DEL TAMAÑO DE LOS CAMPOS

En la agricultura tradicional, cada familia monogámica cultiva entre una a dos Ha. que en caso de cosecha normal es suficiente para asegurar la alimentación durante el año, siempre que la esposa no caiga en la tentación de distraer mucho mijo para fabricar el “dolo”, la cerveza casera tradicional.

Una de las razones de la poligamia rural es para tener más mano de obra, ya que cada mujer cultiva su campo y la unidad familiar es más amplia. Al trabajar con bueyes o asnos. Las mulas aún no se conocen en la región. El área de cultivo puede se diez veces mayor. Un campo de unas 10 Ha. si el año es bueno, da para cubrir las necesidades domésticas con holgura y vender los excedentes a los comerciantes locales, con lo que las familias consiguen el dinero necesario para comprar ropa, pagar los gastos de salud y de educación de los hijos, pues justamente en estos países en vías de desarrollo nada es gratuito, ni el hospital, ni la escuela. Los agricultores no tienen ni sindicatos, ni cooperativas, ni pensión de vejez.

LOS GRANDES PLANES DE DESARROLLO

Los gobiernos africanos con la ayuda de otros gobiernos y de algunas instituciones internacionales, como el BAD procuran poner en valor grandes extensiones de terreno para regadío.

En la región de Tugán, noroeste de Burkina faso, está el perímetro del río Suru, afluente del Volta, que irriga unas 50.00 Ha. Allí han acudido campesinos de todas las regiones del país, dispuestos a integrarse en la cooperativa y trabajar las tierras según las directrices de los agrónomos, que dirigen el conjunto. En el perímetro se cultiva con tractores o por lo menos con “mulas mecánicas”, pues poseen un taller general de mantenimiento y reparaciones, facilitadas por todas las máquinas son de la misma marca.

En el Suru, se han especializado en la producción de judías verdes durante el invierno de Europa. Los cargamentos son llevados hasta Uagadugú, la capital, en camiones, por una carretera de unos 300 kms. embarcan en aviones cargo de Air France y aterrizan en el aeropuerto de Orly, vecino del gran mercedo cantar de París, en Rungís. Esta producción podría desarrollarse mucho más, pero quienes más se lucran con las judías verdes del Sru son los intermediarios: los camioneros, la Cía. AIR FRANCE y luego los mayorista importadores de Rungís y finalmente los comerciantes minoristas de las verdulerías y supermercados de París.

Total que el agricultor recibe unos 50 céntimos de €. Y las amas de casa francesas pagan 10€/kg o sea 20 veces más. Como siempre el valor añadido no llega al productor, como acontece también aquí. Esperemos, que algún día no muy lejano, esas cooperativas dominen todo el circuito con la instalación del ciclo completo de la agroindustria en sus diversos campos: Congelación de las verduras y las conservas vegetales.

Autor

  • Antonio José Molina Molina nació en Murcia en 1932. Desde 1955 es Misionero de África, Padre Blanco, y ya desde antes ha estado trabajando en, por y para África. Apasionado de la radio, como él relata en sus crónicas desde sus primeros pasos en el continente africano, "siempre tuve una radio pequeña en mi mochila para escuchar las noticias". Durante septiembre 2002, regresa a Madrid como colaborador del CIDAF. En octubre de 2005 aceptó los cargos de secretario general de la Fundación Sur y director de su departamento África. Antonio Molina pertenece -como él mismo dice- a la "brigada volante de los Misioneros de África", siempre con la maleta preparada... mientras el cuerpo aguante.

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