Los líderes africanos demuestran que sí hay muchos países para viejos “Many countries for old men”

1/03/2010 | Opinión

“Que coman pastel”. Este hubiera podido ser un titular para la gala de cumpleaños de Robert Mugabe, el autocrático presidente de Zimbabue, que duró toda la noche, hasta la madrugada del sábado. Mugabe, que cumplió la semana pasada 86 años, en un país donde la esperanza media de vida es de 45 años, es el hombre de estado más anciano en un continente donde la edad rara vez es un obstáculo para estar en el poder.

Pero los acontecimientos a que se han tenido que enfrentar tanto los nigerianos como los nigerinos la semana pasada han demostrado que la próxima generación de líderes africanos puede encontrar un tanto más duro aplastar a los demás interesados por el puesto.

El presidente Mamadu Tandja de Níger, que había modificado la constitución en vez de dejar el poder cuando se le terminó el mandato, sufrió su castigo cuando los soldados irrumpieron en el palacio presidencial y lo echaron con un golpe de estado. Los diplomáticos eran ambivalentes sobre si condenar los medios o alabar los resultados.

El presidente Umaru Yar’Adua de Nigeria, que creó un vacío de poder cuando desapareció en noviembre para ser atendido por los médicos en Arabia Saudí, volvió hace unos días por la noche a un país en el que los políticos, los legisladores, los medios y los ciudadanos de la calle habían pedido responsabilidad y transparencia. El segundo de Yar’Adua, Jonathan Goodluck, sigue a la cabeza mientras que siguen en el aire las preguntas sobre el estado de salud del presidente.

En los últimos tiempos, las objeciones puestas a gente como Menzies Campbell y John McCain en las recientes campañas electorales de Gran Bretaña y Estados Unidos, rara vez quitan el sueño a los políticos de aquí.

El club de líderes de África en edad de jubilación está formado por Hosni Mubarak, de Egipto, que tiene 81; Paul Biya, de Camerún, que tiene 77; Zine al Abidine Ben Ali, de Túnez, que tienen 73; Moammar Gadafi, de Libia, que tienen 67; Eduardo Dos Santos, de Angola, que tiene 67; Denis Sassou Nguesso, de Congo Brazzaville, que tiene 66, y Yoweri Museveni, de Uganda que se cree que tiene 65. [Entre otros como Abdoulaye Wade, de Senegal, que se cree que tiene en torno a los 80]

Todos estos hombres juntos han gobernado durante casi 250 años y ninguno parece tener prisa por someterse a una voluntad libre y democrática. Hizo falta la intervención de la señora de la guadaña para apartar a Omar Bongo, de Gabón, que tras 41 años era el presidente más veterano de la historia de África, de los comandos del poder, el año pasado, a los 73 años de edad.

Sin señales de una retirada tranquila

Se esperaba que el surgimiento de organizaciones de la sociedad civil por toda África, que proliferan por internet, demostrasen que son un poderoso contrapeso para futuros grandes hombres que se convierten en hombres viejos. Pero debemos revisar este optimismo. El premio Mo Ibrahim al liderazgo africano, que pretende premiar la buena gobernabilidad, no fue concedido el año pasado porque no pudieron encontrar candidatos que lo merecieran.

Mugabe, por nombrar a uno, no da señales de una retirada tranquila. En abril, cumplirá 30 años en el poder, desde que Zimbabue obtuvo su independencia de Gran Bretaña, convirtiéndose en uno de los líderes que más tiempo ha gobernado del mundo. Abundan los mitos urbanos sobre cómo este hombre de 86 años conserva el celo de un hombre de la mitad de su edad.

Muchos desearíamos que siguiera el ejemplo de Nelson Mandela, que ahora tiene 91 años, cuya decisión de retirarse de la presidencia de Suráfrica, después de un mandato, le ha garantizado un lugar especial en la posteridad.

David Smith

Mail & Guardian

Fundación Sur

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