Desde que se produjo el terrible terremoto de Haití, los medios de comunicación están dando amplia cobertura a lo acontecido. Hemos contemplado la capital, Puerto Príncipe, en ruinas, nos hemos alegrado cada vez que los bomberos y otros grupos de voluntarios con la ayuda de los perros, han libertado de los escombros a personas con vida, algunas después de dos semanas enterradas. ¡Auténticos milagros!
Sabemos donde está fondeado el navío español “Castilla” y donde trabajan los policías, guardias civiles, médicos y otro personal sanitario, hemos visto cargar en la base de Torrejón los aviones repletos de ayuda humanitaria, que al principio se distribuía caóticamente y por fin se hace con más orden y procurando que llegue a todos.
Cada TV que se precia y algunos periódicos más importantes han destacado sus enviados especiales, que nos cuentan el día a día de los acontecimientos…
En resumen, ninguno de nosotros ignora lo que pasó, lo que está aconteciendo en Haití y como consecuencia, el corazón se conmueve hasta tocar la cartera y una cadena de solidaridad se establece, incentivada por los conciertos, los partidos de fútbol y otras intervenciones altruistas de los “famosos y famosas”. Hacemos un donativo y nuestras conciencias se tranquilizan. Podemos dormir en paz.
Aunque siempre queda un recelo: ¿Se utilizarán a favor de los más pobres y necesitados los donativos recogidos? ¿Cuáles serán las prioridades? ¿Construir barrios decentes donde antes había chabolas? ¿Establecer a los campesinos que emigraron a la capital en sus tierras de origen en condiciones dignas, para que puedan cultivar esas tierras fértiles y conseguir la soberanía alimentaria para el país?
O por el contrario ¿Será levantar un nuevo Palacio Presidencial? o ¿Reconstruir la Catedral? Esta desconfianza no es vana, pues se trata de uno de los países campeones de corrupción del mundo.
LA OTRA CARA DE LA MONEDA
DOS DESASTRES NATURALES SILENCIADOS:
– LAS INUNDACIONES DE BURKINA FASO
– EL OTRO TERREMOTO EN MALAUI
1º- A primeros de septiembre, diversas regiones de este país del Sahel, tras lluvias de inusitada intensidad, caídas por toda la región subsahariana, diversas zonas de los alrededores de la capital, Uagadugú y las ciudades de Manga y Kaya sufrieron cuantiosos daños materiales. Las construcciones con adobes, -ladrillos de barro y paja secados al sol-, se derritieron con las aguas. Se calculó que las 40.000 familias más damnificadas perdieron junto con sus casas, los enseres y cosechas guardadas en sus graneros. Los afectados por daños materiales alcanzan los 160.000. Hubo pocas desgracias personales.
El padre Bernard Compaore, secretario ejecutivo de Caritas de Burkina Faso declaraba unas horas después de recorrer las áreas afectadas: “Muchas viviendas se han desmoronado, bastantes vehículos han sido arrastrados por las corrientes y torrenteras. Muchas familias lo han perdido todo, las vemos buscando refugio con unos pocos enseres a la cabeza y circulando con el agua al cuello.”
La Caritas nacional de Burkina lanzó un pedido de auxilio de poco más de medio millón de euros a las Caritas Nacionales de la Unión Europea. Horas después del siniestro, caritas Burkinesa en colaboración con el Departamento Gubernamental de Intervención en las Emergencias y con el apoyo de voluntarios y personal técnico de las Caritas locales comenzaron a socorrer y remediar lo más urgente. Distribución de alimentos no perecederos, suministro de agua potable en cisternas, productos de higiene y asistencia médica a los damnificados. El hospital principal de la capital también quedó inundado, lo que hizo más difícil organizar los socorros sanitarios.
La prioridad fue establecida así: Primeras a ser atendidas, las mujeres cabezas de familia, los niños con cuadros de desnutrición, las personas de tercera edad sin recursos y las familias sin ingresos, por estar el padre en paro.
Otros países vecinos, como Senegal y las ciudades de la zona desértica del Níger han sufrido también con las mismas lluvias. Los países costeros como Ghana y Sierra Leona han soportado mejor el diluvio, pues su orografía está surcada por numerosos ríos, que evacuan mejor el agua y sus bosques y florestas retienen con facilidad grandes cantidades de agua.
Ahora yo os pregunto. ¿Vieron algunas imágenes de estas inundaciones en los telediarios? ¿Publicó la prensa escrita crónicas de sus “ausentes” enviados especiales? ¿Se hicieron colectas en las iglesias para ayudar a nuestros hermanos del Sahel? En nombre de todos, yo respondo un rotundo ¡NO! Los haitianos son tan negros como los burkineses. Éstos están más cerca de nosotros. Ambos pueblos fueron colonias de Francia. Tanto en un país como en el otro el francés es lengua oficial junto a otros idiomas nacionales. ¿Por qué nos afecta más Haití que Burkina Faso? La orquestación ha sido mejor hecha en el Caribe por la “cofradía mediática”…
2º – El terremoto de Malawi. Los que conocemos la geografía africana sabemos que existe una grieta continental al este del continente, que empieza en el sur en la desembocadura de los ríos Púngüe y Buzi en la provincia de Sofala (Mozambique), que continúa por el lago Malawi, entra en Tanzania formando los lagos Rukwa, Eyasi y Natrón, en Kenia por Naivasha, Nakuru, Baringo y Turkana, atraviesa el macizo etíope y la depresión danakil, sale por el Mar Rojo y continúa por el Mar Muerto, el valle del Jordán, el lago de Genesaret, el valle de la Bekaa en el Líbano, atraviesa Siria y desemboca en el Mediterráneo. Si un día se rajase África por el valle del Rift, Israel y el África Oriental estarían en el mismo continente.
Por la década de 1960, estando yo en el seminario de Zóbue, frontera de Malawi con Mozambique, sufrimos un terremoto de madrugada. Recuerdo como los seminaristas saltaron por las ventanas de los dormitorios, que estaban en planta baja, para encontrarse en el patio de recreo. Sólo un compañero alemán se refugió debajo de la mesa de su despacho por si desplomaba el cielo raso de su habitación. El edificio del seminario construido por Misioneros alemanes no sufrió nada. Era más sólido que un “bunker”.
Pues en noviembre 2009, un temblor de tierra ha sacudido la región central de Malawi. Se habla de unos 100.000 damnificados, que han perdido sus casas, no se habló de víctimas personales, en aquellas regiones rurales no existen grandes construcciones, casi todas las casas son de planta baja. Yo lo supe porque una agencia africana de noticias hizo mención. Después me lo comentó un compañero que anda por allá, pero las TVs nada, la prensa tampoco y por tanto el 1º de enero, el presidente de Malawi sucedió a Gadaffi en la presidencia de la Unión Africana.
Pues bien, ni en el discurso de toma de posesión del presidente de Malawi, ni en el mensaje colectivo de todos los jefes de Estado africanos, reunidos en Abdis Abeba, se hace mención del terremoto.¿Será porque a los africanos les da cierta vergüenza mostrar sus miserias? Todos conocemos esa clase de pobres, que sufren en silencio y no hacen ostentación de su desgracia por dignidad.
Yo no tengo nada contra las pobres gentes de Haití, que lo han perdido todo y que arrastran el duelo de un cuarto de millón de sus seres queridos.
Pero ante la desigualdad de tratamiento que los medios han dado a una y otras catástrofes, yo me pregunto: ¿Es que los haitianos son “hijos de la polla roja”?
Los burkineses y los malauitas ¿no son también hijos de Dios?