Deshaciendo el entuerto en Zimbabue

13/10/2009 | Editorial

En el mes de febrero, Tsvangirai pactó con Mugabe un Gobierno de Unidad nacional intentando, de ese modo, poner fin a la agitación política desatada por el fraude evidente en el recuento de votos durante las elecciones celebradas el año pasado. Este Gobierno de Unidad nacional no parece funcionar bien: no llegan a ponerse de acuerdo en puntos tan decisivos como el nombramiento de ministros, la reforma de la ley sobre los medios de comunicación social y la reforma de las fuerzas de seguridad del Estado.

Mugabe tiene aún mucho poder. Sigue imponiendo su voluntad al haber acaparado los ministerios más importantes y dejado al MDC los de menor influencia. Respecto a las reformas legales necesarias para garantizar realmente los derechos humanos en Zimbabue, Mugabe solo tiene que jugar la baza de las tácticas dilatorias y ganar el mayor tiempo posible en su propio favor.

En semejantes condiciones, aunque se constatan ciertos progresos, Tsvangirai lo tiene muy difícil para reformar Zimbabue y conseguir desarrollar el país. Su única esperanza consiste en que, dentro de 18 meses, llegue a controlar las próximas elecciones, consiga que éstas se celebren con transparencia y pueda derrocar a Mugabe sin dejarle la oportunidad de falsificar los resultados electorales como hizo en las últimas elecciones.

Que, en su visita a España, Tsvangirai haya sido recibido no solo por el ministro Moratinos sino también por el propio presidente Zapatero, y que le hayan asegurado que, durante la presidencia española en la Unión Europea, se trabajará para normalizar las relaciones entre Europa y Zimbabue, es un buen augurio. Europa no dejará solo a Tsvangirai en la lucha por la transformación de Zimbabue.

Cierto, en la destrucción económica de Zimbabue, Mugabe ha tenido mucha responsabilidad, pero también la ha tenido la política del Reino Unido que lo aisló e hizo campañas para su boicot económico tanto por parte de la Unión Europea, que de USA y la Commonwealth. Ha llegado el momento de deshacer el entuerto en el que hemos participado, y de ayudar de modo positivo a un pueblo que aspira a la justicia.

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