“Devuélvannos a nuestra gente”: los ugandeses desaparecidos

19/12/2022 | Crónicas y reportajes


Altos funcionarios ugandeses afirman no saber el paradero de las personas arrestadas hace casi dos años, mientras continúan los secuestros estatales.

carcel_preso_prisionero_cc0-4.jpgEl 23 de agosto, Moses Bukenya obtuvo su libertad de la prisión de Kitalya, en las afueras de la capital de Uganda, Kampala, después de pasar más de 19 meses detenido sin juicio. Su presunto “delito” fue llevar una boina roja, un símbolo asociado con los seguidores del músico y político Bobi Wine. Estuvo desaparecido durante tanto tiempo que su familia celebró un funeral por él.

Bukenya, que se hace llamar Wiser, dice que pasó parte de su calvario en las llamadas “casas seguras”, que en realidad son mazmorras administradas por la seguridad del Estado. “Me arrestaron en el suburbio de Nsambya [en Kampala] y me mantuvieron alejado de mis familiares y amigos”, dice. “Me torturaron brutalmente. Me hicieron beber agua todo el tiempo para poder orinar en los desnudos cables eléctricos para electrocutarme”.

Bukenia es, sin embargo uno de los afortunados: ahora está libre. Como informamos el año pasado, las fuerzas de seguridad de Uganda detuvieron a más de mil personas en los meses previos a las elecciones presidenciales de 2021. Algunos fueron arrestados por la policía y llevados a prisiones. Otros fueron arrestados por militares o por hombres vestidos de civil, quienes los llevaron a cuarteles o lugares secretos.

En ese momento, el presidente Yoweri Museveni desestimó los informes sobre personas desaparecidas. “El debate sobre las desapariciones debe ser ignorado porque no puede suceder bajo el [Movimiento de Resistencia Nacional]”, dijo en un discurso televisado en febrero de 2021. “Nunca encubrimos, no hay nada que hagamos y ocultemos”.

Y sin embargo, hoy, 18 meses después de ese discurso, todavía no hay señales de algunos de los jóvenes arrebatados por el Estado. La Plataforma de Unidad Nacional (NUP), el partido que lidera Bobi Wine, informa que al menos dos docenas de sus simpatizantes están completamente desaparecidos, la mayoría desde antes de las elecciones de 2021, y muchos más languidecen en prisión, como 31 de sus simpatizantes a quienes ayer les fue negada la libertad bajo fianza por un consejo de guerra del ejército. Hablamos con sus familias que nos dijeron que viven en el limbo, sin saber si sus seres queridos están vivos o muertos.

Los desaparecidos

La hija menor de Shafik Wangolo entra dando tumbos en la pequeña habitación donde vive con su madre y sus dos hermanos mayores. Ella nunca ha conocido a su padre. El 3 de diciembre de 2020, un par de meses antes de que naciera, Wangolo fue metido en un vehículo y se lo llevaron. Había estado de pie en un puesto móvil de dinero cuando se originó una discusión sobre los carteles de campaña de Museveni. Su familia no lo ha vuelto a ver desde entonces.

La esposa de Wangolo, Florence Nabakooza, dice que a veces oye de exdetenidos que dicen que lo han visto con vida. Ha ido a la prisión de Kitalya tres veces y dos a la de Kigo siguiendo información de que él está allí. Cada vez, los funcionarios de la prisión le dicen que no tienen registro de él. Mientras tanto, se gana la vida lavando ropa. El propietario de la tierra la está molestando por el impago del alquiler. No puede permitirse el lujo de enviar a sus dos hijos mayores a la escuela.

Al otro lado de Kampala, Dorothy Najjuka cuenta una historia similar. Su hermano, Vincent Nalumoso, fue arrestado por hombres vestidos de civil en el mercado de Bugolobi el 1 de diciembre de 2020. Un amigo que fue arrestado con él, y liberado cuatro meses después, le dijo que estaban detenidos juntos, donde los golpearon y torturaron. “Hasta ahora, no sabemos dónde está”, dice Najjuka. “Los niños siguen preguntando por su papá. A veces incluso mentimos para decírselo”.

Ella también ha deambulado entre prisiones, comisarías y cuarteles. En Mbuya, el cuartel general de la inteligencia militar, los soldados le dijeron que allí no tenían prisioneros. Pero muchos exdetenidos han dicho que estuvieron recluidos en Mbuya, como relatan, también informes periodísticos y Human Rights Watch. “Siempre que acudes a las autoridades, la única respuesta que te dan es: ‘No lo tenemos, no sabemos su paradero’”, dice Najjuka.

Los principales objetivos de los arrestos no han sido los principales organizadores del NUP, sino sus activistas de base. “Por supuesto, ha tenido un escalofriante efecto, especialmente en la base”, dice David Lewis Rubongoya, secretario general del partido. “La gente teme participar. Y creo que eso es lo que quiere el régimen, infundir mucho miedo a la población”.

Sin respuesta.

uganda_mapa_politico_carreteras_vias_cia_cc0-2.jpgNadie en el gobierno dice dónde están estos individuos. El portavoz adjunto del ejército, el coronel Deo Akiiki, y el portavoz de la policía, Fred Enanga, alegan ignorancia, a pesar de que la policía admitió previamente que arrestaron a John Ddamulira, uno de los hombres desaparecidos. Mientras tanto, un portavoz de prisiones dice que ninguno de los doce hombres en una lista proporcionada por NUP se encuentra actualmente en sus instalaciones penitenciarias (aunque dijeron que uno de ellos, Moses Mbabazi, fue liberado en julio después de un período tras las rejas).

Chris Baryomunsi, el ministro de Información y portavoz del gobierno, dice que no está seguro de si las personas desaparecidas fueron arrestadas. “Cuando llevamos a cabo arrestos, no nos dirigimos a un grupo político o tribu en particular; apuntamos a criminales”, insiste. “Pero si es cierto que algunas de estas personas mencionadas siguen desaparecidas hasta el momento, solicitamos a la policía que siga la ley y las libere o las presente ante los tribunales de justicia”.

La cadena de ofuscación llega hasta los más alto. En una carta pública el año pasado, Museveni escribió que 51 personas estaban detenidas por el Comando de Fuerzas Especiales (SFC), una guardia presidencial de élite que estaba dirigida en ese momento por su hijo, Muhoozi Kainerugaba. Fue noticia de primera página. Pero en mayo, cuando uno de los autores entrevistó a Kainerugaba para la revista The Economist, afirmó no recordar esa carta. Cuando se le leyó el pasaje en cuestión, Kainerugaba contradijo rotundamente a su padre. “Tal vez no lo captó bien”, dijo. “No creo que el SFC haya retenido a esas personas. Era otra unidad, no el SFC”. O el padre mentía, o mentía el hijo.

Nuevos casos

Mientras tanto continúan las detenciones y las desapariciones. Al menos seis personas han sido detenidas por cargos políticos durante el último mes en Kampala y sus alrededores. Cuatro de ellos fueron finalmente llevados ante tribunales militares o civiles por diversos cargos antes de ser enviados a prisión. Eran: Bashir Kasagga, arrestado el 6 Septiembre por hombres armados que vestían lo que parecía uniforme del ejército; Jakaana Nadduli, hijo del exministro Abdul Nadduli; Teddy Nalubowa, empresaria; y el periodista Kenneth Kavtheulu de Buganda Broadcasting Service (BBS) Terefayina.

Los dos restantes, Hussein Kato Gaaza y Abbas Abtex Semakula, están desaparecidos por completo. En entrevistas separadas, sus familiares dijeron que sus seres queridos habían sido apresados por hombres armados y uniformados. No saben si están vivos o no.

Además de arrestar gente en los alrededores de Kampala, el ejército ha estado rondando y deteniendo ilegalmente a jóvenes en la región nororiental de Karamoja, donde está librando una “campaña de desarme” contra bandas de ladrones de ganado. La Oficina de Derechos Humanos de la ONU y la Comisión de Derechos Humanos de Uganda han registrado casos de arresto arbitrario y tortura en Karamoja. Según una presentación, realizada el mes pasado en el distrito de Amudat, han registrado casos de detención prolongada en cuarteles militares, el encarcelamiento de niños y el arresto de familiares sospechosos,.

Contrariamente a lo que pueda afirmar el presidente Museveni, las detenciones ilegales y las desapariciones forzadas no son una aberración: son una táctica para imponer su poder. Y la consecuencia es un reguero de lágrimas.

Si han cometido algún delito deberían llevarlos a los tribunales”, dice angustiada Najjuka, la hermana de Nalumoso. “Si no tienen delitos deberían devolvernos a nuestra gente”.

Liam Taylor y Derrick Wandera

Fuente: African Arguments

[Traducción, Jesús Esteibarlanda]

[CIDAF-UCM]

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