España, siendo el país con más kilómetros de litoral de Europa, es un enano marítimo a la sombra de estados minúsculos, pero grandes en la mar, caso de Holanda. El enfrentamiento entre pensamiento continental vs marítimo siempre ha tenido como ganador al segundo, también en el campo de los beneficios económicos. La visión portuaria y el negocio marítimo no es lo de los españoles. Y Canarias, salvo la gestión del Puerto de La Luz y Las Palmas, se empeña en vivir de espaldas al lucrativo mundo off shore. En Tenerife, el puerto ha pasado de ser motor económico, a verse como algo peyorativo, sucio si así lo prefieren. Un lastre que priva a la ciudad de su franja costera. Una mentira tan artificial, como económicamente dañina.
El desmantelamiento de la refinería tinerfeña y sus posibilidades como centro comercial, un grave error [en mi opinión] para la política geoestratégica española en África, si es que algún gobierno la ha tenido, obedece a cuestiones tan elevadas como que CEPSA ya es una subsidiaria del grupo Mubadala Investment Company, un holding energético del Emirato de Abu Dhabi con grandes inversiones e intereses en el tráfico de crudo en África occidental, que no quiere competencias ni refinerías al sur de Europa. El verdadero negocio del combustible ya refinado que se consume en África occidental lo acaparan Bélgica y Holanda, socios fundadores de la Unión Europea, y es que nada es casual y si causal.
Entre Canarias y Nigeria, solo la refinería de Tenerife poseía una capacidad de refinado próxima a los 100.000 barriles diarios. El resto de las instalaciones de Tema, en Ghana, Abiyán, en Costa de Marfil, y Nuadibú, en Mauritania, están claramente por debajo de la ya en desmantelación refinería de Santa Cruz de Tenerife. Solo dirigentes populistas osan celebrar la perdida de industria.
La ecuación es clara, no interesa la competencia que la refinería podría haber hecho a los holdings neerlandeses con inversiones saudíes y de EAU. España pinta poco o nada en la esfera internacional, pero si ya no las islas, sino simplemente Santa Cruz, hubiera sido otro Gibraltar, como en su momento fue puerto franco y económicamente floreció, hoy languidece, les puedo asegurar que estábamos exportando refinado a África occidental e involucrados de pleno en el negocio off shore; pero para eso hay que tener esa mentalidad marítima, y no el rancio y económicamente amordazante pensamiento fiscal castellano con acento canario.
Santa Cruz prosperó cuando su puerto tenía actividad real, la comercial, las cuentas de escalas de buques, la exportación agrícola, o el campo de boyas para superpetroleros. En síntesis, el bunkering a gran escala. No se dejen engañar con la bonita estampa de los cruceros, pues las cifras no son comparables. La pésima visión comercial tinerfeña dejó escapar las flotas pesqueras asiáticas hacia Las Palmas, y con ello su volumen de negocio y servicios que demandaba. Ahora, a nivel global, es la flota rusa la que se podría mudar a Marruecos y abandonar las islas. Otra pérdida de negocio portuario que se esconde tras el populismo de vender a Marruecos como un canalla, cuando la decisión encubre la rusofobia europeísta y sus vetos. Y es precisamente el vecino alauita, estrechando contratos energéticos con Reino Unido, el que sí que está sabiendo ocupar las oportunidades del sector marítimo que Canarias deja, o no quiere aprovechar, pues el puerto huele mal…
Canarias podría haber sido un “estado marítimo”, ajeno a las autonomías, dentro de España, pero para semejante sacrilegio a ojos del inflexible y cartesiano pensamiento fiscal español, habría que despojarse de complejos y ver lo que Reino Unido ha sabido hacer con Gibraltar o Malvinas, u Holanda con las Antillas neerlandesas: centros de negocio off shore, desligados del incomodo apellido colonia, donde se conjuga turismo de altos ingresos, atractivos fiscales y sector marítimo y un exquisito control de residentes para que el coctel funcione. Canarias eligió el subvencionismo estatal, y son sus dirigentes, todos, los únicos responsables de la actual pérdida de oportunidades de negocio marítimo con África. Todo queda en soflamas cansinas sobre una plataforma tricontinental que no existe. El día que España vea en Canarias y su encrucijada atlántica un hub para el sector comercial y el negocio marítimo, será el inicio del fin de Gibraltar y su lucrativa actividad portuaria. Llaman los españoles piratas a los ingleses, yo los llamo inteligentes en la mar. No, no somos país para barcos…
Rafael Muñoz Abad
[CIDAF-UCM]