Pobreza, poder y ética: hacia un orden social más humano

25/04/2022 | Editorial

cidaf-ucm_logo_blanco-27.pngLa conclusión final de una investigación realizada por el Instituto de educación ética (JPIIJPC) en Uganda resaltaba que la causa principal del empobrecimiento de los habitantes del país y de la consecuente privación de los servicios sociales y de oportunidades consistía en la gestión injusta del poder y de los recursos disponibles.

En el informe final del análisis se indicaba también que la solución primordial a dicho abuso de poder se centraba en una educación integral ética para empoderar a los líderes y a la sociedad con valores humanos, que los comprometiera en una necesaria transformación social para construir un orden social más humano.

El contraste entre los asombrosos avances de la ciencia y la tecnología, por un lado, y el número de personas que padecen hambre, enfermedades, desempleo y abusos de sus derechos humanos, por el otro, se agudiza día a día.

Los recursos humanos, naturales y minerales disponibles, junto con las tecnologías modernas, podrían garantizar el bienestar de las sociedades incluso en los países en desarrollo. Sin embargo, la mayoría de los seres humanos viven empobrecidos y marginados.

En el mundo, 1.400 millones de personas sufren pobreza extrema y casi 900 millones sufren hambre, no tienen acceso al agua potable y a otros servicios básicos como la salud y la educación.

A pesar de los relativos avances, África sigue siendo el continente más pobre del mundo. Con el 13 % de la población mundial, el continente acoge el 33 % de la población pobre del mundo, a pesar de la increíble abundancia de recursos humanos y naturales, particularmente en el África subsahariana.

La brecha cada vez mayor entre los súper ricos y los empobrecidos y marginados, junto con el saqueo y acaparamiento de los recursos naturales, está poniendo en peligro nuestro planeta tierra y la supervivencia misma de la humanidad.

Al mismo tiempo, los negocios más lucrativos del mundo: el contrabando de armas y drogas, junto con la trata de personas, están indicando el grado de deshumanización de nuestra sociedad.

Diferentes tipos de actitudes y comportamientos fanáticos y radicales se están volviendo más violentos y causando un sufrimiento indecible entre los miembros más vulnerables de nuestras sociedades.

Fácilmente podemos notar cómo en nuestro mundo globalizado, el poder, la información y la riqueza se están concentrando en muy pocas manos, haciendo que la situación sea cada vez más explosiva. Es un hecho universal que donde mayor es el poder, mayores son también los abusos, como lo vemos ahora en Ucrania, República Democrática del Congo (RDC), Ruanda, Uganda, Etiopía, etc.

Además, este abuso de poder y de recursos, con sus nefastas consecuencias y crímenes, afecta a gran parte de las instituciones, sean: políticas, económicas, educativas, culturales, deportivas, religiosas, familiares, etc., en la mayoría de los pueblos y países del globo.

El camino de una regeneración personal y social auténtica brotará de un compromiso solidario por un plan educativo integral, que vaya empoderando a los jóvenes, líderes sociales y a la sociedad entera con la ciencia y con los valores humanos universales, donde la persona es siempre el centro y el bien común es el objetivo fundamental. Esta ética humanista es el camino de una auténtica regeneración social para un mundo más humano.

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