En el informe del presente número hablamos de la mujer africana. La hermana Finita Martínez de las Misioneras de Nuestra Señora de África (Hermanas Blancas), no duda en ponderarla con razón, por los valores que encarna de generosidad, trabajo y capacidad de resiliencia, entre otros muchos valores.
La hermana Finita es consciente de que la situación de la mujer en África no está adecuada a su dignidad humana igual al hombre. La realidad nos dice que, en muchas esferas de la familia y de la sociedad africana, la mujer sigue manteniéndose bajo la sombra espesa del patriarcado.
El patriarcado es un hecho cultural, un modo de vida, un mal estructural de la sociedad africana, establecido desde tiempos inmemoriales y que, aun admitiendo la importancia de la mujer, la ubica no solo en un grado inferior de dignidad respecto al hombre, sino que la valora solamente a partir de ciertos roles en función del grupo y de la familia. Su mayor o menor aprecio depende de su fecundidad y de su competencia en las labores domésticas.
La mujer no tiene, salvo excepciones, un rol público en la sociedad tradicional africana. Esto, que podría parecer un simple modo de organización social, no lo es cuando se advierten ciertas manifestaciones de violencia de los hombres con respecto a las mujeres, los matrimonios forzados, la mutilación femenina, la pertenencia de los hijos al clan, el mayor aprecio reservado a los varones, por ejemplo, en el acceso a la educación… y, en las comunidades musulmanas, la herencia desigual atribuida a las hijas.
El patriarcado en África, como en otras partes del mundo, no entiende de igualdades ni de oportunidades análogas entre hombres y mujeres. Está basado en la superioridad del hombre sobre la mujer. Es una cultura de la diferencia, que necesita cambios. Afortunadamente, las mismas mujeres lo están haciendo, aprovechando las extraordinarias oportunidades que ofrece el mundo moderno. Nuestra revista lo celebra con ejemplos de mujeres emprendedoras, comprometidas en la sociedad civil, en la política, la ecología, la educación, la medicina, etc.; actividades todas ellas de mujeres valientes que se reivindican iguales en dignidad y derechos. Se trata, en general, de una evolución que se realiza, en muchas ocasiones, sin rupturas pero con firmeza. Las cosas están cambiando. Nos alegramos de ello.
0 comentarios