Del 17 al 19 de marzo 2022, se celebró en Roma un congreso sobre el tema: “Educar para la democracia en un mundo fragmentado”.
Estábamos acostumbrados a escuchar noticias de las guerras en Siria, Yemen, Irak, Somalia, Sudán, Etiopía… en tierras lejanas, pero ahora la guerra se acercó a nuestra casa y esto nos hace conscientes del salvajismo de la naturaleza humana, cuando llegamos a ser asesinos de nuestras hermanas-os.
Para afrontar y superar esta crueldad salvaje, no bastan los acuerdos políticos para imponer sanciones, ni armas más modernas y destructivas para controlar la confrontación. Es necesario sanar la raíz del mal, que se delata en el abuso de poder, la gestión corrupta de los bienes disponibles y el atropello de la dignidad humana. La sanación tendrá lugar cuando se acepten y se integren, en nuestra forma de vida y relaciones, los valores humanos universales como son: la solidaridad, el respeto mutuo, la responsabilidad, la justicia, la bondad e, incluso, la fe auténtica.
Esta transformación progresiva solo se puede realizar a través de un proceso de educación integral y global, en la que todos estamos implicados, y tomando como inspiración a las numerosas personas pioneras que conocemos en nuestra sociedad, como pueden ser: Maximiano Kolbe, Edith Stein, Francisco de Asís, Martin Luther King, Mahatma Gandhi, Nelson Mandela, Desmond Tutu, Marie Curie, Rosa Parks, Wangari Maathai, Hadiatou Mani, Josefina Bakhita, etc.
Cuando escuchamos los discursos de gran parte de los líderes políticos y económicos, tanto en Europa como en África y otros contenientes, nos sorprenden por su falta de principios éticos y de valores humanos, pues están atrapados en su círculo de poder partidista y de beneficios económicos propios, descuidando el bien común.
Casi todos estos líderes de las naciones están de acuerdo en aumentar el presupuesto militar, pero no piensan en aumentar la inversión en la educación, en la sanidad y en una más justa distribución de los recursos existentes. De esta situación todos somos responsables.
“Los bienes de la creación se ofrecen a todos y cada uno en proporción a sus necesidades, para que nadie acumule lo superfluo ni le falte lo necesario. Por el contrario, cuando la posesión egoísta llena los corazones, las relaciones y las estructuras políticas y sociales, entonces se envenena la esencia de la democracia. Y se convierte en una democracia formal, no real”, repite el papa Francisco.
Francisco afirmó que, al ejercer la opresión ideológica, el Estado totalitario devalúa los derechos fundamentales del individuo y de la sociedad, hasta el punto de suprimir la libertad. “Es una opresión ideológica, y podemos hablar de las colonizaciones ideológicas que siguen y siguen y nos llevan a este estado”, puntualizó.
Educar para la democracia y la solidaridad supone un gran desafío. Estos valores humanos pueden motivar a todos los que se preocupan por la educación de las jóvenes generaciones y pueden convertirse en un instrumento fundamental para conseguir el bien común mundial.
En el contexto provocado por la guerra en Ucrania, y por todas las guerras de los cinco continentes, resalta con más fuerza aún el valor de un compromiso Educativo para promover la fraternidad universal en la única familia humana, basada en el respeto y cuidado mutuos.
Necesitamos compromisos reales para la transformación de conflictos a través de la mediación, el diálogo y de acuerdos mutuos de colaboración, y nunca de confrontación. Esta necesidad urgente y vital de una mayor colaboración, nacional e internacional, la encontramos en Etiopía, Sudán, Ucrania, y en tantos países en conflicto.
La opresión de la dignidad y de los derechos humanos es patente en países gobernados por dictadores. Lo estamos viviendo estos días de forma trágica y brutal en Ucrania y en países africanos.
Deiudonné Niyongega es un periodista ruandés acusado y condenado por humillar a oficiales del gobierno que abusaban de las personas en los suburbios urbanos. Bobi Wine es un músico ugandés que también sufre regularmente arrestos y abusos por los militares, sencillamente por pensar de forma diferente al gobierno actual. Miles de ciudadanos-as rusos sufren arrestos estos días por pedir la paz en Ucrania.
El uso y abuso de la fuerza para imponer nuestras ideas e intereses es algo demasiado frecuente que destruye la convivencia y la dignidad de las personas. Estas actitudes inhumanas pueden ser superadas gracias a una educación más integral y ética, y gracias al testimonio valiente e inspirador de tantas personas pioneras de la paz y del cuidado mutuo.
Concluyo con estas palabras de Nelson Mandela: “Cuando salí de la cárcel ésa era mi misión: liberar tanto al oprimido como al opresor. Ser libre no es simplemente desprenderse de las cadenas, sino vivir de un modo que respete y aumente la libertad de los demás. He recorrido un largo camino hacia la libertad… Solo puedo descansar un instante ya que la libertad trae consigo responsabilidades y no me atrevo a quedarme rezagado. Nuestro largo camino aún no ha terminado” (El largo camino hacia la libertad, pág. 647).