Lo observamos en muchos países africanos y del mundo entero: la Sociedad detesta y rechaza a los ”líderes mentirosos, corruptos y arrogantes”. Gran parte de los líderes políticos, tanto en África como en el resto del mundo, son conocidos por sus discursos vacíos y lejanos de la realidad, por sus insultos a líderes de la oposición, por afirmar que están cerca del pueblo y preocupados por los desempleados y los enfermos, mientras colocan a sus amigos, se suben los salarios y viven como reyes.
Un discurso semejante pronunció el presidente de Uganda, Yoweri Museveni, con ocasión de la instalación oficial del nuevo arzobispo de Kampala, capital de Uganda, Paul Ssemogerere, el 25 de enero 2022. El presidente se atrevió a pedir que los líderes religiosos ”fomenten un desarrollo integral y sostenible, sin limitarse a salvar solamente las almas de los feligreses”. Claro que no mencionó que los cinco hoteles más lujosos de Kampala y los tres centros comerciales más importantes de la zona, junto con otras grandes propiedades, pertenecen a la familia del presidente.
Cuando todos los poderes de Estado están en manos del ejecutivo, la Sociedad civil no se fía de las palabras bonitas de los políticos, sino que exige una gestión del poder y de los recursos disponibles en el país que sea justa, honesta y respete la Constitución.
Otro comportamiento irresponsable de muchos líderes políticos y religiosos es el encubrimiento, la injusticia con las víctimas y el miedo a la verdad de los hechos y de la realidad. Líderes políticos y religiosos han vivido y todavía guardan una cierta cultura del “secretismo”, del “silencio para el encubrimiento” y del “abuso de poder” cuando la justicia y la dignidad de muchas personas colaboradoras o a ellos confiadasl pedían ser escuchadas y requerían un mayor respeto y auténtico cuidado para su educación y crecimiento integral.
Palabras halagadoras para la gradería y para conseguir votos abundan en los discursos de gran parte de los políticos y delatan un nefasto abuso de poder, una falta grave de respeto a los ciudadanos y una vergonzosa arrogancia en su carencia de valores humanos. Hablan demasiado de facilitar los servicios sociales, especialmente en educación y cuidado de la salud, pero los recursos del país, que pertenecen a los ciudadanos, acaban en gran parte en la compra de armas y en los bolsillos de tantos funcionarios y ejecutivos. Se comprometen en los discursos a trabajar en la educación y en superar la corrupción, la exclusión, la injusticia y la violencia en la Sociedad, pero abusan frecuentemente de los derechos humanos fundamentales.
La promoción de la justicia y de la reconciliación en la sociedad se muestra sobre todo en las obras y en el ejemplo. Nunca hablan de los 11 millones de españoles que viven en la exclusión, ni de los casi 2 millones de hogares españoles donde no hay ni una sola persona con empleo.
El nuevo arzobispo de Kampala precisó que desea trabajar para proteger la dignidad humana de todos y la reconciliación para superar los grandes retos de la Sociedad, como la pandemia actual, el desempleo de la juventud, la violencia y el abuso de los derechos humanos. Todos necesitamos comportarnos, además, como miembros y ciudadanos de una misma familia, en cuidado mutuo y en solidaridad real. “Debemos abandonar el Espíritu de Caín, de venganza y de exclusión de razas diferentes, para vivir el Espíritu del cuidado mutuo, de acogida de los inmigrantes y de fraternidad”, declaró el nuevo arzobispo de Kampala.
Quizás nunca saldrán a la luz los hechos que causaron la muerte del arzobispo Cyprian Lwanga, encontrado muerto en su habitación en abril 2021. En medio de esta oscuridad y encubrimiento damos la bienvenida al nuevo arzobispo de Kampala Paul Ssemogerere y le deseamos un liderazgo de cercanía, integración y bendiciones para toda la comunidad.