Kenia ha perdido el 70 % de su vida silvestre en 30 años, pero los planes de conservación podrían detener el declive y beneficiar a las comunidades locales.
¿Por qué disminuye la vida salvaje?
Las áreas que bordean las reservas de vida salvaje han experimentado un aumento del 400 % en la población humana durante la última década, mientras que las poblaciones de vida silvestre se redujeron en más del 75 %. Además, las comunidades alrededor de la reserva nacional estaban conduciendo su ganado hacia áreas protegidas.
¿En que consisten los planes de conservación?
Los propietarios de tierras las ceden para establecer una zona de conservación de vida salvaje. Luego identifican a un operador turístico que desee establecer un campamento de safari dentro de sus tierras. El operador se beneficia de los safaris hechos a medida, ya que una zona de conservación tiene una mayor concentración de animales salvajes Los fondos derivados de las tarifas de conservación y alojamiento y la filantropía se comparten entre el operador y los propietarios en un porcentaje acordado. Según un ejecutivo: «El dinero pagado a los propietarios de tierras que las han arrendado para la conservación de la vida silvestre tiene un promedio de 7,5 millones de dólares al año”. Como media un propietario recibe 224 euros cada mes por la tierra que entregó.
¿Son muchos los propietarios que ceden sus tierras?
En la región de los Masai, más de 14.000 propietarios de tierras han abrazado la idea al formar 15 áreas de conservación que ofrecen cerca de 142.000 hectáreas de refugio a los animales salvajes. Los operadores deben cumplir con las estrictas regulaciones de turismo, por ejemplo, solo puede haber una carpa por cada 700 acres y no más de 12 carpas por campamento. Además, los campamentos de safari han creado oportunidades de trabajo para los jóvenes
¿Se dan conflictos?
Algunos se quejan de que los beneficios de los operadores turísticos son excesivos. Por otra parte, a veces los elefantes invaden tierras de cultivo fuera de las reservas, lo que disgusta a los agricultores, y hay que expulsarlos con helicópteros.
Bartolomé Burgos