En torno al año 1900, España, con un retraso de casi un siglo, comenzaba la llamada “transición demográfica”. Es éste un fenómeno que se produce en sociedades atrasadas en las que tanto la natalidad como la mortalidad son muy altas, compensándose la una a la otra y dando como resultado un crecimiento de la población muy escaso. Cuando llegan a estas sociedades medidas higiénico-sanitarias modernas, aunque sean elementales, se produce un súbito descenso de la mortalidad, mientras que la natalidad sigue siendo muy alta durante varias décadas en las que se produce una gran explosión demográfica. Finalmente, la natalidad acaba también por descender dando lugar a sociedades en las que incluso llegan a morir más personas de las que nacen, considerándose entonces finalizada la transición.
España sufrió todo este proceso aproximadamente entre los años 1900 y 1980, de forma que en las primeras décadas del siglo se produjo un gran aumento de población que afectó sobre todo a un mundo rural sumido en la economía de subsistencia. Las ciudades, por su parte, no tenían capacidad para absorber ese excedente de población.
El resultado (junto a la huida de la guerra de África, de nefastas consecuencias para la gente humilde, tanto española como marroquí) fue una fuerte emigración de españoles dirigida fundamentalmente hacia Iberoamérica, donde por aquél entonces se estaba produciendo una cierta expansión económica. Así, entre 1900 y 1960 emigraron, cruzando el Atlántico, 3.300.000 españoles que se instalaron sobre todo en Cuba, Argentina y Venezuela, y de los que unos dos millones acabaron por regresar a España. Se trataba sobre todo de peones agrarios, aunque a partir de 1940 emigraron también obreros con oficio. El apogeo se produjo entre 1905 y 1920, con salidas anuales cercanas a las 150.000 personas. En Brasil hubo momentos en que los españoles ocupaban las tierras que los propios brasileños abandonaban cuando se trasladaban a las ciudades en busca de mejores condiciones de vida. Por otro lado, ya en 1946 vivían en Francia 300.000 españoles.
A mediados de siglo las cosas cambiaron. América empezó a poner trabas a la entrada de inmigrantes, a la vez que Europa, tras la Segunda Guerra Mundial, en pleno desarrollo económico, demandaba grandes cantidades de mano de obra poco cualificada. Ésto coincidió con la puesta en marcha en España del Plan de Estabilización de 1959, auténtico impulsor de la modernización del país, que provocó un segundo éxodo rural debido esta vez a la mecanización del campo. El resultado fue, de nuevo, la emigración, pero esta vez dirigida hacia Europa, a donde emigraron 1.350.000 españoles entre los años 1960 y 2000, sobre todo hasta la crisis económica de los años setenta (la crisis del petróleo), momento a partir del cual predominan los retornos frente a las salidas. A estas cifras habría que añadir los temporeros, no incluidos en ellas, y que suponen, en promedio, unas 50.000 personas al año a lo largo de la segunda mitad del siglo XX.
Desde 1990 España pasa a convertirse en país receptor de emigrantes con un enorme aumento de las llegadas a partir del año 2000. Habría que añadir, finalmente, los nuevos movimientos migratorios ocasionados por la crisis económica del año 2008 y que, como todos sabemos, ha obligado a muchos jóvenes españoles altamente cualificados a emigrar en busca de puestos de trabajo acordes con su preparación.
Para completar el panorama conviene saber que Europa, según Naciones Unidas, perderá a lo largo del siglo XXI cien millones de habitantes, pasando de los 750 millones actuales a unos 630 en el año 2100, por lo que tendremos una enorme necesidad de inmigrantes que condicionará las políticas de la Unión. África pasará de los 1.340 millones actuales a más de 4.000 a fin de siglo y el resto del mundo permanecerá aproximadamente estable. La población total del planeta, situada hoy en unos 7.800 millones de habitantes se estabilizará a fin de siglo en torno a los 11.000 millones. Unas sociedades en las que el centro fuesen las personas no tendrían ningún problema en asumir estas cifras, pero, a falta de eso, los retos que se nos plantean son inmensos.
José Antonio Barra Martínez
Bibliografía consultada:
- Tomás Franco Aliaga (2004). “Geografía humana y económica de España”. Proyectos Córydon. Madrid.
- Tomás Franco Aliaga (2004). “Atlas temático de España”. Proyectos Córydon. Madrid.
- Germán Rueda Hernanz y Consuelo Soldevilla (2000). “Españoles emigrantes en América (Siglos XVI-XX)”. Colección Cuadernos de Historia. Arco Libros. Madrid.
- María Teresa Rubio Benito (2001). “Estado actual de la población. Teoría y práctica”. Cuadernos de la UNED. Madrid.
- Pedro Reques Velasco y Luiekakio Afonso. (2017). “África como reto demográfico. Angola como paradigma”. Casa África y Libros de la Catarata. Madrid.
- Karlos Pérez de Armiño (1998). “El futuro del hambre: población, alimentación y pobreza en las primeras décadas del siglo XXI”. Cuadernos de trabajo Hegoa, nº. 22. (Ejemplar dedicado a: El futuro del hambre : Población, alimentación y pobreza en las primeras décadas del siglo XXI).
- Estadísticas de población de Naciones Unidas
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