La biblioteca de la figura histórica de Ali b. Ziyad al-Quti de Toledo, exiliado en el siglo XV al actual Malí, se ha conservado a través de los siglos como testigo de las relaciones entre la Península Ibérica y África Occidental. Sus manuscritos conforman hoy el Fondo Kati, un capítulo de nuestra historia que nos relata Ismael Diadié Haidara, descendiente de la familia Quti y guardián de este fondo documental.
Las estrechas relaciones entre la España tardomedieval y moderna y sus vecinos africanos del sur raramente han gozado de la atención que se merecen, a pesar de la importancia capital que tuvieron en ambas regiones. Uno de los episodios más ilustrativos es el que establece los flujos demográficos entre Al- Ándalus, el Reino de Toledo y la curva del Níger, específicamente en el corredor que hoy identificaríamos entre Tombuctú y Gao, en el actual Malí. Este sector, de gran riqueza comercial, cultural, política y militar durante siglos, recibió diferentes oleadas militares y migratorias de poblaciones de la actual España, llegándose a sincretizar con la población local con el paso del tiempo.
Una de las familias más célebres y verdaderos protagonistas de esta historia es la Quti, toledana de origen y migrante a Tombuctú en el siglo XV tras huir de su tierra de origen. Una vez asentados en Tombuctú, capital en ese momento del floreciente Imperio Songhai, al igual que muchas otras familias, se responsabilizaron de conservar los manuscritos y documentación de su propio clan en la que textos jurídicos, contractuales, contables o históricos se guardaban como un verdadero tesoro heredado de generación en generación. Este proceso facilitó de manera natural la creación de un fondo documental, el fondo de la familia Quti o Fondo Kati, que ha sobrevivido hasta nuestros días y cuyo último eslabón es Ismael Diadié Haidara, responsable del mismo.
Huelga subrayar la importancia histórica y documental que poseen dichos manuscritos tanto para su propia región como para España que, reconociendo este hecho impulsó, proyectos de conservación y digitalización del Fondo Kati desgraciadamente interrumpidos por la inestabilidad constante que sufre la zona desde 2012.
Tenemos el privilegio de poder entrevistar a Ismael Diadié Haidara, quién ha empleado toda su vida a asegurar la salvaguarda del Fondo Kati, del que es su último guardián. Él nos desvela un trozo de la Historia que une a dos regiones que hoy sólo se miran a la cara cuando tratan temas como la migración o el terrorismo. ¿Será casualidad que dicha Historia comenzara prácticamente por las mismas razones pero a la inversa?
¿Cómo y con qué objetivos se creó el Fondo Kati?
El Fondo Kati es la biblioteca de Ali b. Ziyad al-Quti de Toledo. Esta figura histórica dejó Toledo, su ciudad natal, el año de los Fuegos de la Magdalena (1467), año en que los musulmanes, los judíos y los cristianos viejos se sublevaron en una sangrienta contienda que acabó con el incendio de la Catedral y de unas 1.600 casas de la urbe regia, Toledo.
En el 2003, se inauguró en Tombuctú el edificio financiado por la Junta de Andalucía para albergar los 12.714 manuscritos del Fondo Kati. En 2012, la Biblioteca se volvió a dispersar ante la ocupación de la ciudad por movimientos islamistas radicales e independentistas Tuareg.
Aparte de la historia directa de la familia y la biblioteca, la creación del Fondo Kati como institución administrativamente reconocida es más reciente. Yo empecé creando el Hogar Fray Leopoldo en Tombuctú junto a los curas de la Iglesia Fray Leopoldo (Divina Pastora de Granada). Nos ocupamos de los niños huérfanos de la guerra y de las mujeres embarazadas sin medios. Hemos abierto una decena de maternidades y escolarizado a 3.000 niños a partir de 1993. En 1996, creé Zakhor, una asociación para salvaguardar el patrimonio sefardí y judío en general. Publiqué un libro sobre los judíos de Tombuctú, y me vi condenado al exilio durante un tiempo en Granada. Después, al hacer pública la existencia de los manuscritos con José Ángel Valente en 2000, publicamos un manifiesto que firmaron Muñoz Molina, el Nobel Saramago, El Príncipe de Asturias, Juan Goytisolo, varios ministros… A partir de ese momento, se realizó el edificio de la biblioteca y se registró también en el Boletín oficial del Estado de Malí como asociación. He realizado la labor humanitaria con los cristianos, la salvaguarda del patrimonio hebreo y la lucha para la conservación de los manuscritos de los andaluces musulmanes al mismo tiempo.
¿Qué balance merece la exposición realizada en Toledo «Fondo Kati: De Toledo a Tombuctú», acerca de la figura de Ali ben Ziyad y el exilio de su familia?
Ha sido una bella exposición que no hemos podido explotar por el Covid-19 y el confinamiento en tantas ciudades. Esta exposición ha permitido a los toledanos ver de cerca parte de su patrimonio.
¿Cómo se llevaron a cabo las tres llegadas de los andalusíes al Sahel? ¿Qué podemos conocer de Al Ándalus a través del Fondo Kati?
Hubo varias llegadas de andalusíes en la Curva del Níger. Una primera fue con el-Sahili, poeta, alarife y diplomático nacido en Granada hacia 1290 y muerto el 15 de octubre del año 1346 en Tombuctú. Con él la familia granadino – malagueña de los Es-Sahili que tuvieron también que ver con Guadix según algunas fuentes se instala en el reino de Mali. El segundo movimiento es el de los Quti quienes llegaron con Ali b. Biyad de Toledo, y la tercera fue con el almeriense de Cuevas de Almanzora Yawdar Pasha, conquistador con un ejército de moriscos, bereberes y árabes, del imperio Songhai en 1591. Hubo viajeros puntuales como León el Africano o Cristóbal Benítez que visitaron la Curva del Níger pero no fueron a la base de una instalación de comunidades. Lo que hay que dejar claro, es que los Quti se emparentaron con los Es-Sahili y cuando llegaran los Moriscos se emparentaron con los Quti.
Son diez siglos de historia difícil de resumir en pocos puntos. En mi libro La España musulmana y África subsahariana (Bamako, 1996) he establecido la historia de estas relaciones políticas, económicas y culturales. Podríamos intentar resumir la influencia andalusí en Tombuctú y la Curva del Níger en varios puntos de esta cronología:
- En nombre del Califa de Córdoba, se nombran los reyes de Gao (s. X).
- Embajada de Tadmekka a Córdoba (s. X).
- Epitafios almerienses para la tumba de los reyes de Gao (s. XII).
- Llegada de es-Sahili a Tombuctú y nacimiento de la arquitectura sudanesa (s. XIV).
- Llegada de los Quti de Toledo y creación del Fondo Kati (s. XV).
- Influencia de la literatura andalusí en Tombuctú (s. XV).
- Instalación de los moriscos y su influencia en la arquitectura civil, militar y la agricultura (s. XVI).
Actualmente se asocia la cultura zerma (arma) con la songhai. ¿Son exactamente el mismo grupo étnico? ¿Podría explicarnos por qué se les denomina de manera distinta?
Los Zerma y los Arma son dos pueblos diferentes. Los Zarma, o Zerma, son una rama del pueblo Songhai de la Curva del Níger. Viven específicamente en Níger. Los Arma son los descendientes de los moriscos, los bereberes y los árabes del ejército conducido por el almeriense de Cuevas del Almanzora, Yawdar Pasha. Hay que dejar claro que todos los Arma no son descendientes de españoles, como se hizo creer en un momento dado: los descendientes de los moriscos entre los Arma son una minoría comparados con los de los Bereberes y de los Árabes.
¿Qué relación tuvo su familia con los Arma tras su irrupción en Tombuctú? ¿Cómo se integraron los Quti en la sociedad de la ciudad?
Los Quti estaban emparentados con la familia imperial de los Askia. Los Moriscos conquistaron el imperio Songhai, lo que puso a los Quti en una difícil situación, pues su familia materna es la de los Askia, cuyo territorio fue conquistado por los moriscos que llegaban del Maghreb y de España, tierra paterna. Además, algunos de ellos, como Amar al-Fata de Cuevas del Almanzora y el renegado griego Azan Ferrer (Ferris o Ferrero, según las fuentes) se casaron en la familia Kati.
Detengámonos brevemente en la figura del almeriense Yawdar Pachá ¿Qué sabemos realmente del mito? ¿Cree que se ha exagerado el impacto de su armada en la curva del Níger, teniendo en cuenta la presencia previa de andalusíes en el Sahel?
Yawdar es un personaje histórico, no es un mito. El mito viene de la descripción romancesca de su ejército y de la conquista del Imperio Songhai. Esa mistificación viene tanto de los historiadores marroquíes al-Fishtali, al-Ufrani y al Zeyyani, como de los españoles, sobre todo del siglo XX, que escribieron esta historia después de Ortega y Gasset (1924) y Emilio García Gómez (1936). Exageraron el número de los soldados songhai y disminuyeron considerablemente el del ejército de Yawdar, para dar más relieve al heroísmo español. En mi libro Yawdar Pasha y la Conquista del Songhay (Instituto de Estudios Almerienses IEA, 1993) he intentado poner las cosas en su sitio.
Haciendo el camino de vuelta, ¿qué sabemos de la presencia de las poblaciones del Sahel en Al Ándalus? ¿Existe una relación fluida a nivel político y cultural, dejando la mercantil a un lado?
Se sabe poco de la presencia de poblaciones del Sahel en al-Andalus. Hubo algún que otro embajador, un sabio como Juan el Latino, quien fue profesor en la Universidad de Granada… no hubo una historia masiva de llegadas a Al-Ándalus. Más tarde, hubo muchos esclavos después del descubrimiento de las costas de África por los portugueses, pero es ya otra historia, la de España después de la caída del Reino Nazarí.
Uno de los aspectos más icónicos de Tombuctú es su mezquita. En sus estudios habla de un arquitecto granadino como creador del estilo que posteriormente será etiquetado como “sudanés”, Abou Ishaq Es-Sahili.
¿Puede explicarnos más detalladamente cómo se inició dicha corriente arquitectónica?
Es importante matizar a este nivel también. Antes de la llegada de Es-Sahili, existía una arquitectura de barro en la Curva del Níger parecida a la que se puede encontrar en el desierto y a lo largo del río. Es-Sahili marcó esa arquitectura con edificios emblemáticos como los de Tombuctú, Gao o Niani. En Niani hizo por vez primera un edificio con bóveda, utilizando claro está el material que podía encontrar en el reino de Malí. Los estudios arqueológicos de los polacos lo han mostrado. Con él se expande tanto la arquitectura civil como la religiosa, con influencias andalusíes, según J. Hunwick. La arquitectura sudanesa viene de varias influencias, entre ellas, la andalusí con Es-Sahili, pero también la beréber de la región de los rustamides de Taher, el Mzab… todo estudiado por Schacht.
Además de la mezquita de Tombuctú, otras edificaciones como la mezquita Kani-Kombole o la tumba Askia pertenecen a este estilo, pero en Agadez, Níger, claman que la arquitectura sudanesa se inició allí con la construcción de su gran mezquita por el arquitecto Zakarya ¿Puede arrojar algo de luz en este asunto?
Kani Kombole es un pueblo Dogón de la región de Bankass. La Mezquita de Agadez, construida sobre un primer edificio del siglo XV por Zakariya es del siglo XV. Los dos edificios son posteriores a la obra de Es-Sahili.
Saltemos a las relaciones que demuestran los lazos que unen la cultura songhai con la andalusí. Existen referencias etimológicas del songhai: Touré, Mandé, Sacko como apellidos por ejemplo u “ondas” como desierto ¿qué huella específica de esta relación no ha llegado hasta nuestros días?
Amador Díaz, de la Universidad de Granada ha estudiado la influencia del arábigo-andaluz sobre el Songhoy. En un trabajo aún por publicar, he estudiado en las artes del cuero, de la madera, etc… la influencia andalusí. Rafael López y Guzmán estudió la influencia en la arquitectura… Una amplia bibliografía existe sobre el tema. Hoy en día se hace necesario un estudio de síntesis, nuevos viajes sobre el terreno para investigaciones arqueológicas. Los resultados no se harán esperar. Polacos, japoneses, franceses, estadounidenses y alemanes, están en el terreno como algunos alemanes para destacar esa presencia.
¿Cómo ha sido la evolución de los métodos de conservación y protección de los bienes materiales e inmateriales del Fondo?
Ha habido tres fases diferentes de conservación. En una primera, los manuscritos estaban dispersos y conservados en baúles. Después de su reunificación en un edificio financiado por la Junta de Andalucía, con apoyo del Partido Andalucista, fueron repertoriados y conservados en armarios con su correspondiente ficha. Estas fichas se organizaron por fondos, sabiendo que el fondo Kati está constituido por manuscritos pertenecientes a diferentes descendientes del Toledano Ali b. Ziyad.
Tenemos en total 86 fondos: desde el toledano Ali, su yerno, el Emperador Askia, su hijo, el historiador Mahmud Kati hasta mi tátara-tatarabuelo, Adb al-Rahman Abana y sus hermanos. El conjunto de las fichas establecidas se editaron en un volumen como Catálogo de los manuscritos del Fondo Kati. La tercera fase de la conservación fue el inicio de la digitalización para la creación de la Biblioteca Digital de Fondo Kati. No pudo hacerse por la invasión de Tombuctú por los islamistas en 2012.
¿Cómo plantean su estrategia de difusión de los avances en los estudios e investigaciones del Fondo y la información que en él se guarda? ¿Qué acceso puede tener un investigador exterior al Fondo?
Estamos preparando con la Universidad Carlos III y los clubs UNESCO un plan de creación de la Biblioteca Digital, lo que permitirá al público investigador acceder al contenido. Viajar a Malí es imposible en estos momentos. Por otra parte, estamos intentando encontrar un lugar, con Toledo y con diversas instituciones de Granada, para poder ubicar un centro del Fondo Kati. En este Centro se podrá realizar una exposición permanente, áreas de investigación y acceso directo a un volumen importante de manuscritos.
Se están llegando a acuerdos puntuales para cesiones de ciertos manuscritos con Jerez y Toledo, ¿con qué fin?
Hace años que pensamos, en colaboración con DKV, patrocinadora de Fondo Kati, abrir en Toledo y Jerez sedes del Fondo Kati con exposiciones permanentes. No hemos abandonado los proyectos, pero no se puede hacer por múltiples razones. Nuestra sede sigue en Jerez con el vicepresidente de la Fundación, Don Antonio Vila. Esperamos pronto presentar a las instituciones el proyecto del Centro Es-Sahili de Fondo Kati.
A nivel institucional, ¿qué relación tiene el Fondo con la Junta de Andalucía, UNESCO, el Gobierno de Malí y la Unión Europea? ¿En qué contexto se sitúa?
A nivel Institucional, Fondo Kati trabaja desde 2012 con el Centro Unesco de Granada, ha firmado convenios de colaboración con las Universidades de Granada, Ciudad del Cabo en Sudáfrica, los ayuntamientos de Cuevas del Almanzora, Guadix, Sevilla y otros centros… El Patrimonio Nacional de Malí participa en actividades del Fondo Kati como la Noche Saheliana, celebrada cada año con el Patronato de la Alhambra, el Centro de documentación Musical y la Universidad de Granada en memoria de Es-Sahili, el primer andalusí en vivir en Tombuctú. En el exterior, el Fondo Kati es miembro de Sites of Conscience de New-York, con la Fundación Mandela y tantas otras…
¿Cómo percibe el futuro del Fondo teniendo en cuenta su traslado y la situación de inseguridad de la región de Tombuctú?
El futuro del Fondo Kati es incierto. Mientras no haya paz en Tombuctú, no se podrá abrir el edificio y seguir con la salvaguarda de los manuscritos. Por el momento la única vía que estamos estudiando es la posibilidad de su traslado a un lugar de paz.
En un libro escrito en colaboración con Manuel Pimentel, redactamos este texto que resume la vida de Ali b. Ziyad al-Quti y la historia de la familia Kati:
“Esta familia de godos descendientes de Witiza, convertida al islam, constituiría la gran familia de los Banu l-Quti a la que pertenecería Alí Ben Ziyad al-Quti. Por parte femenina, los descendientes de Sara la Goda, conocidos como los banu Qutiyya, también alcanzarían gran relevancia en Al Ándalus.
Muchos personajes andalusíes descendientes de hispanorromanos, que tuvieron una trascendente importancia en toda África, fueron absolutamente ignorados por nuestra cultura. Hablaremos de ellos, pero adentrémonos ahora en la fabulosa historia de Alí Ben Ziyad, bibliófilo toledano, que firmaba sus libros y manuscritos como Alí Ben Ziyad, el godo, el andalusí, o sea, al-quti al-andalusí.
La aventura africana de los Kati comienza con Alí Ben Ziyad, ese culto y próspero jurisconsulto toledano, que mantenía abiertos varios negocios de hospedería. También era un conspicuo bibliófilo, que custodiaba y engrosaba la biblioteca familiar. La Toledo de las tres culturas de mediados del siglo XV era la ciudad ideal para adquirir buenos libros y traducciones de los textos más variados y de los autores más lejanos.
Alí b. Ziyad al-Quti, que pertenecía a la familia de los Banu l-Quti descendientes de Witiza y posteriormente islamizados, tuvo que abandonar Toledo -ciudad en la que había nacido y vivido durante toda su vida-, en 1468, dejando atrás mujer, hijos y la tierra de sus antepasados durante muchos siglos. ¿Qué fue lo que ocurrió para que tuviera que salir huyendo de forma tan acelerada y traumática?
Nuestro próspero hostelero se vio envuelto en 1465 en lo que se conoció como la Farsa de Ávila, por la que se proclamó rey a Alfonso, hermanastro de Enrique IV de Castilla. Tras dos años de conflicto, en 1467, Enrique IV logró imponerse en la batalla de Olmedo, iniciándose un periodo de profunda inestabilidad en Toledo. La vieja tolerancia dio paso a brotes de intransigencia. El motivo determinante de la salida del descendiente de Witiza fueron las luchas internas en la ciudad que enfrentaron a los cristianos viejos con los conversos, y que llegarían a su cumbre más violenta en los sucesos del 22 de julio de 1467, recordados como los del «incendio de la Magdalena». La chispa saltó en la gran catedral toledana. Tras una serie de discriminaciones y afrentas, los conversos irrumpieron en el templo cristiano y saquearon sus tesoros, matando incluso a dos canónigos.
22 de Julio del año 1467, arde Toledo. El precario equilibrio existente saltó por los aires. Un millar de cristianos viejos y un refuerzo de ciento cincuenta hombres procedentes de Ajofrín vinieron a socorrer a los asediados. Los conversos se defendieron: tomaron los puentes y puertas de la ciudad, alzando cuatro barricadas. Los combates se intensificaron en el barrio de la Magdalena, en donde comenzaron a arder las casas vecinas al Corral de Don Diego. El pavoroso incendio se extendió, y tardó en sofocarse más de un día, dejando convertidas en cenizas mil seiscientas casas.
Alí Ben Ziyad al-Quti, un godo islamizado, tuvo que verse peligrosamente acosado y temer con fundamento por su vida y futuro como para adoptar una decisión tan extrema como fue la de abandonar Toledo, dejando atrás su familia y parte de su biblioteca. Setecientos cincuenta y siete años tras la muerte de Witiza, un descendiente suyo se veía así forzados a abandonar su tierra, para dirigirse hacia ignotos horizontes. Alí Ben Ziyad se dirigió hacia Al-Andalus, con intención de embarcarse para la costa norteafricana, acompañado por otras personas en parecidas circunstancias. Como no podían llevar armas, se convirtieron en presa fácil para los bandoleros que infestaban las sierras de entrada a la región. Así, fueron asaltados durante una noche, sufriendo cuantiosas pérdidas.
Tenemos constancia de algunos de sus recorridos: visitó Cúllar, Dílar, Granada, Salobreña y Almería. Lo sabemos a través de las anotaciones que él y sus descendientes fueron realizando en los márgenes de los manuscritos de la biblioteca Kati. Desde Sevilla viajaría hasta Jerez de la Frontera, y las costas gaditanas desde donde embarcaría para Ceuta dónde encuentra a su hermano Othman b. Ziyad al-Quti. Uno de los descendientes de los visigodos se adentraba en tierra africana. Así comenzaba la aventura africana de los Quti.
Alí b. Ziyad, tras desembarcar en Ceuta, recorre diversas ciudades de Marruecos, donde adquiere algunos manuscritos en los que anota sus reflexiones y experiencias. En gran parte, podemos conocer su recorrido gracias a sus propias notas marginales. Como buen bibliófilo escribía en cada libro que adquiría el lugar, el precio y las circunstancias que rodearon a la adquisición. Su primera ciudad destino fue Kenitra, para dirigirse posteriormente a Fez, donde pasó pocos días. En seguida se puso en marcha hacia Sijilmasa, mítica ciudad enriquecida por el comercio de las caravanas transaharianas, que se encontraba al sur del Atlas, y enclavada en las mismas puertas del desierto al cual debía su fortuna. Según nos la describe el exiliado, estaba asentada en dunas de arena y cruzada por dos ríos, con pastos para alimentar a un gran número de cabezas de ganado. Las casas eran de una planta, con muros de piedra y tejados de ladrillos. Como dato curioso, nos cuenta que los habitantes de la ciudad se alimentaban de perros, como hacían en Gafsa y, en tiempos remotos, en algunas ciudades de Castilla.
Sijilmasa, donde permaneció varios meses estudiando junto a los maestros de esta ciudad era muy próspera. Dan testimonio de ello los viajeros Ibn Haukal, Al Idrisi de Ceuta y Al-Bakri de Córdoba. Cada uno cuenta a su manera su grandeza y miseria, hablan de sus cecas -talleres de acuñación de moneda-, de sus campos de algodón, de sus bosques de cedro y de otras industrias prósperas de esta ciudad, en la que circulaban el oro, los esclavos, el marfil y los manuscritos, que adquirían gran valor en los reinos negros que se encontraban al sur del Sáhara, donde se cambiaban por una buena cantidad de oro. Sijilmasa adquirió gran fama en los puertos mediterráneos de la época, ya que de ella provenían todas las riquezas del gran sur, al ser puerta y destino de las legendarias caravanas de camellos. Fue fundada por los romanos, que la bautizaron como Sijil Messa, tal y como relata el famoso viajero de Granada León el Africano.
Posteriormente se trasladó al Tuat -región fronteriza entre Argelia y Marruecos, rica en oasis-, donde existía en aquella época una densa red de ciudades dedicadas al comercio transahariano. Sabemos que doce meses después de los fuegos de la Magdalena estaba ya en el Tuat, según se acredita en la fecha de adquisición de un manuscrito conocido como el Manuscrito de Tuat. Fechó esta compra el 22 de julio de 1468. Lo sabemos con exactitud porque ese mismo día compró una biografía en dos tomos del profeta del islam escrita por Cadi Iyad al- Andalusí de Ceuta. En la última página del primer volumen de esta obra, titulada Kitab as-Shifa, anotó:
Compré este libro dorado titulado As-Shifa Cadi Iyad., a su primer propietario, Muhammad b. Umar, por valor de 225 gramos de oro puro pagado en total al vendedor, con mis acompañantes como testigos. Esto fue dos meses después de nuestra llegada a Touat, procedentes de nuestro país, de Toledo, localidad de godos. En este momento, estamos en ruta hacia Bilad as-Sudan. Pedimos a Alá, el Todopoderoso, que nos conceda tranquilidad. El esclavo de su Señor, Alí b. Ziyad al-Quti.
Desde el Tuat partió hacia La Meca, en un peligroso y largo viaje. Visitó, junto con otros exiliados de Al Ándalus, la tumba del profeta. Visitó en Oriente las ciudades de Damasco, Bagdad, Jerusalén, y antes, Sicilia, antes de regresar al Tuat donde volverá a pasar unos seis meses.
Tras pocos días de marcha, Ali b. Ziyad y su gente llegaron de noche a Tazamat, de la que dice que tiene un agua de pésima calidad. Cuatro días después, arribaron a Jabal Adraran, después a Majabat al-Qubra, un duro desierto, donde sólo lograban vivir los Banu Yantasar, descendientes de los sanhaja. El siguiente destino fue Izal, un monte en el desierto, para arribar a continuación a Bankalabin, ciudad sanhaja, que seguía los ritos malikitas y propagaba el islam en una gran extensión del desierto. Aún en el Sáhara, alcanzaron Tadmanawat, pueblo que estaba en ese momento en guerra y donde estuvieron a punto de morir de hambre y de sed. Al tercer día, las hostilidades cesaron, y pudieron salir de sus escondites para ayudar a la gente a enterrar a sus muertos. Continuaron su viaje entre Judala y Lamtuna, hasta Sankatata, donde permanecieron cuatro días para luego dirigirse a Tirak, ciudad en la que los ciudadanos de Ghana y los tuaregs de Tadmakka comerciaban. Un hombre le informó que este pueblo temía muchísimo a las termitas, y le contó el siguiente suceso para demostrar lo fundado de su temor. Un comerciante no quiso hacer caso de las advertencias que los nativos le hicieron del peligro de las termitas, tomándolas como exageraciones propias de gente de campo. Despreocupado, dejó la carga de sus camellos sin vigilancia y, a la mañana siguiente, cuando fue a repasarla, no encontró más que polvo; las termitas se lo habían comido todo. El incauto despertó a todo el mundo con sus gritos de desesperación: su irresponsabilidad, al desconfiar y despreciar los consejos de los nativos, le había arruinado para siempre.
Alí b. Ziyad tomó en Gumbu a una mujer del país, de nombre Khadija Sila, sobrina del famoso rey, Sunni Alí el Grande, forjador del conocido imperio songhay y hermana mayor del futuro Emperador Askia Muhammad Sila, entonces, General de los ejércitos del Songhay. Así, Un descendiente de reyes visigodos se casa con una descendiente de reyes del reino de Gana y del Songhay. El primogénito de éste matrimonio fue Mahmud Kati cuya obra histórica se reedita hoy en día bajo los auspicios de la Unesco.
Alí Ben Ziyad murió en Gumbu, sin que sepamos la fecha exacta. Mahmud Kati, su primogénito africano, escribió acerca de la relación que mantenían con sus hermanastros en el lejano Al Ándalus aquellos que se quedaron en Toledo para trasladarse posteriormente a Granada. En una de sus notas marginales, apuntó: «Hay que saber que mi padre tuvo otros hijos en su país; algunos han venido más tarde (a reunirse con él aquí). Yo soy el mayor de los hijos que él tuvo aquí. Él nos ha hablado de ellos antes de su muerte, que Alá tenga piedad de su alma. Nosotros nos relacionamos por correspondencia, pero a Dios gracias algunos están aquí con nosotros».
Quedan tantas lagunas de la historia por cubrir… Las discretas nubes del olvido las ha cubierto el polvo de la historia y quizá nada las haga volver a ver la luz. Respecto a fechas, lo único que sabemos es que Alí b. Ziyad al-Quti llegó a Gumbu hacia 1471 y que ya no vivía en 1516. Su tumba está cinco pasos al este de su mezquita, más cercana al templo que al cementerio. En una piedra se escribió nos dice Abana:
«Ésta es la tumba de Al-Hajj Alí al-Maghribi al-Andalusí». Una fabulosa historia del último de los visigodos, cuya memoria guardaron sus descendientes africanos durante siglos.
Después del fallecimiento de Ali b. Biyad al-Quti, su hijo Mahmud Kati, unirá su biblioteca y la de su tío, el Emperador Askia Muhammad fallecido en 1528, para formar una sola biblioteca hoy en día llamada el Fondo Kati.
El Fondo Kati tiene 12.714 manuscritos que llevan en sus márgenes 7100 textos marginales. En estos textos queda escrita la memoria de los Quti de Toledo instalados en tierras africanas.