Apenas mes y medio después de haber sido nombrado obispo de Rumbek (Sudán del Sur), el comboniano Christian Carlassare resultó herido poco después de la medianoche del 26 de abril. Dos hombres desconocidos entraron en su residencia y, tras forzar la puerta de su habitación, le dispararon con fusiles, causándole heridas en ambas piernas.
Pudo salvar su vida gracias a la rápida intervención de los médicos de una ONG italiana, los cuales le realizaron una transfusión de sangre. Fue una suerte que uno de los doctores tuviera el mismo grupo sanguíneo del obispo, O negativo, no muy frecuente. Los asaltantes, cuya identidad se desconoce, dispararon también contra otro sacerdote que intentó salir de su cuarto para ayudar a monseñor Carlassare, sin que los proyectiles llegaran a alcanzarle. Carlassare fue evacuado horas después en un avión de la Cruz Roja a Yuba para recibir tratamiento médico.
La consagración del obispo electo, que con 43 años es uno de los más jóvenes del mundo, estaba prevista para el 23 de mayo. Como comenté en este blog el pasado mes, tras la muerte del anterior prelado, monseñor Cesare Mazzolari, en 2011, el Vaticano ha tardado diez años antes de nombrar a su sucesor. La diócesis de este conflictivo lugar de Sudán del Sur ha tenido muy pocos sacerdotes de la única etnia que la habita, los dinka, y prácticamente todos ellos habían acabado suspendidos por comportamiento irregular (léase tener mujeres e hijos). Durante estos últimos años ocuparon el cargo de administrador diocesano, primero un comboniano italiano que apenas estuvo un año, y durante los últimos nueve años otro cura sudanés que era vicario general, el cual es de una etnia distinta a los Dinka.
Aunque se desconocen los detalles sobre la identidad y los motivos de los asaltantes, la página web de los Misioneros Combonianos cita fuentes locales que aseguran que después de conocerse el nombramiento del nuevo obispo, que era nuevo en Rumbek puesto que trabajó anteriormente en la diócesis de Malakal, algunos fieles dinkas no recibieron con agrado la noticia puesto que se esperaban que uno de su etnia fuera nombrado para este cargo. Los asaltantes no buscaron nada de valor para llevarse, lo que hace pensar que el atentado se trataba de una advertencia y una intimidación.
Mientras tanto, monseñor Carlassare ha declarado que se siente animado y que, aunque herido, no corre peligro de muerte. También ha dicho que perdona a sus agresores. Toda una declaración de principios en un contexto de violencia en el que la venganza y el ojo por ojo tienen carta de ley.
Original en: En clave de África