Según informaciones que han llegado a Jambonews, las autoridades ruandesas planean cerrar las redes sociales a partir de abril de 2021. La idea de cerrar concretamente las plataformas YouTube, Facebook y Twitter no es nueva en Ruanda; ha sido evocada en varias ocasiones en el pasado, para ser desechada rápidamente ante las protestas suscitadas.
Como en algunos países como Corea del Norte, Turquía y otros, Ruanda planearía aprovechar la emoción generada por el período de conmemoración del genocidio cometido contra los tutsi en 1994 para cerrar las redes YouTube, Facebook y Twitter en nombre del combate “contra la ideología del genocidio”, que según las autoridades estarían difundiéndose en las redes sociales. En este artículo tratamos desentrañar las razones por las que un régimen que gasta tanto dinero en comunicación para garantizarse una buena imagen estaría dispuesto a cometer un acto tan impopular que hasta podría ensuciar esa imagen.
El presidente Kagame, un poder en declive
Observamos últimamente en las redes sociales testimonios de ciudadanos ruandeses que superan el miedo y lo prohibido para expresar su desolación contenida desde hace largo tiempo. Esta desolación parece haber alcanzado su paroxismo como consecuencia de las decisiones inadaptadas tomadas por el gobierno en la gestión de la pandemia covid-19. Igualmente, cada vez son más numerosas las personas que comparten análisis socio-políticos con una mirada crítica sobre decisiones pasadas y presentes del régimen.
Entre los dolorosos gritos lanzados al mundo entero, a pesar de las amenazas encontramos, a Yvonne Idamange, superviviente tutsi y madre de 4 hijos; entre otras cosas, acusa al poder ruandés de instrumentalizar la memoria del genocidio contra los tutsi con fines políticos y económicos y hace un llamamiento a sus conciudadanos a que reclamen que los dirigentes rindan cuentas. Tras ser amenazada de muerte por el régimen, vía el secretario de Estado Edouard Bamporika, fue detenida el 15 de febrero de 2021.
Aumable Karasira, youtuber, crítico con el régimen, también es un superviviente del genocidio contra los tutsi “del interior”, pero cuyos padres, hermano y hermana pequeños, fueron matados por el FPR. En agosto de 2020 fue despedido de su puesto de profesor de Universidad por haber expresado su dolor en las redes sociales. El 8 de diciembre de 2020, la policía judicial ruandesa le prohibió formalmente que hablara de nuevo del genocidio. En efecto, unos días antes, Aimable Karasira ponía de relieve que si bien la victoria militar en julio de 1994 había puesto fin al calvario de los tutsi, el FPR no había combatido prioritariamente para parar el genocidio de los tutsi, sino más bien para tomar el poder. Opinión que concuerda con la del coronel Marchal, jefe adjunto de la MINUAR, que afirma que con 4 compañías en Kigali, desde el 12 de abril de 1994, el FPR habría podido crear zonas-refugio para los tutsi del interior.
La Comisión Nacional de Lucha contra el Genocidio (CNLG), afirma por su parte que en vísperas de las conmemoraciones aparecen en las redes sociales diversos discursos que reflejan la ideología genocida, así como otros que promueven la discordia entre la población, ensucian la política del gobierno y piden que la población resista y actúe en plan subversivo. En su última comunicación, la CNLG recuerda que ese tipo de acciones están prohibidas y son perseguibles legalmente.
La desaparición de Paul Kagame de la escena nacional se hace cada vez más palpable entre la población. La teoría de un país sin presidente adquiere amplitud en las redes sociales y en los murmullos de las conversaciones entre ruandeses.
El impacto del derecho de expresión de los ruandeses a través de los medios sociales que escapan al control de las autoridades corría el fuerte riesgo de llevar a los dirigentes a abrir un espacio para el debate. El FPR parece decidido a cerrar la brecha pisoteando una vez más las libertades de expresión con el pretexto de luchar “contra la ideología genocida”.
La ideología del genocidio, una temible arma del poder de Kigali
El término “ideología del genocidio” fue inventado por el ideólogo del FPR Tito Rutaremara en 1998. Fue traducido al kinyarwanda por Stanley Safari, entonces diputado del MDR y se convirtió en «ingengabitekerezo y’itsembabwoko». Safari vulgarizó ampliamente esta noción por medio de la Comisión de unidad nacional y reconciliación. Ferviente partidario del poder, el FPR, Safari creo su propio partido, el PSP (Partido socialista para el Progreso). Cierto tiempo más tarde, en una investigación financiada por la Unión Europea, reconoció a los investigadores que la democracia en Ruanda no existe, salvo en la definición que el FPR le apetece dar.
Sus respuestas a esta encuesta le valieron un descenso a los infiernos; fue interpelado y sermoneado personalmente por el presidente Kagame y posteriormente acusado de crímenes de genocidio en Gikondo, donde, sin embargo, estaba registrado como superviviente del genocidio. Más tarde será perseguido judicialmente por crímenes similares en Butare y condenado por un tribunal Gacaca a cadena perpetua en un simulacro sin posibilidad alguna para defenderse. Advertido por unos amigos de que sería condenado, tuvo tiempo para huir de Ruanda justo antes de que la sentencia fuera pronunciada. Él, que siempre había considerado que cualquier acusado de genocidio debía ser ciertamente culpable, tomó conciencia entonces de la enorme maquinaria puesta en pié por el FPR. Hoy Safari vive en Sudáfrica y milita en el partido opositor RNC.
Los intelectuales del FPR van a recuperar este término para hacer de él un arma de batalla contra las protestas y reivindicaciones, incluso contra personas nacidas después del genocidio o contra supervivientes tutsi. El FPR lo utilizará igualmente para camuflar sus fechorías. Tratará de establecer que el origen del genocidio contra los tutsi data de la revolución social de 1959; revolución que estaría motivada por la ideología genocida. De ese modo, la atención queda desviada del derribo del avión presidencial el 6 de abril de 1994, verdadero desencadenante del genocidio contra los tutsi; las pruebas de dicho derribo apuntan a la responsabilidad del FPR.
El bloqueo de las redes sociales y la utilización de «la ideología del genocidio” como argumento principal para acallar las críticas forman parte de un juego político sobre el que la población expresa cada día más claramente su hartazgo y ya no está dispuesta a seguir soportando. Los ruandeses aspiran hoy a ejercer plenamente las libertades y a que se respete su dignidad. Ahogar la crítica podría conducir al país a la ruina.
Robert Mugabowindekwe
Fuente: Jambonews
[Traducción, Juan Luis Iribarren]
[Fundación Sur]
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